miércoles, 24 de octubre de 2018

Che Sarà...?

"Che Sarà? ...che sarà della mia vita chi lo sa? So far tutto o forse niente. Da domani si vedrà. Et Serà, serà cual che serà"    Así decía una de las estrofas de la canción de Jimmy Fontana y Franco Migliacci.

Pero ellas vienen a cuento por un cierto Cardenal "conservador" o mismo "neo tradi" , Robert Sarah, que ayer lo veíamos en Chartres pronunciando un bello sermón como puede apreciarse y leerse aquí




 Y que hoy lo vemos arrodillado frente a uno así y cantando loas a otro aquí:



¿En serio, Juan Pablo II, el "más grande hombre del siglo XX"? ¿Por encima de un San Pío X, de un San Pío de Pietrelcina? (por no nombrar sino Santos canonizados, porque hay otros que pueden esperar...)

Ahora esperamos que les quede claro el porqué de nuestra desconfianza hacia los conservadores y hacia ciertos neo tradis. Decíamos de su liberalismo, modernismo y fariseísmo y las fotos y dichos lo comprueban: sermón y Misa tradicionales seguido de veneración a quién desvirtuó la Misa tradicional  y loas a quién, entre otras cosas, "excomulgó" a la Tradición. 

Se ha comentado estos días que las canonizaciones sólo garantizan que la persona está en el Cielo (y sobre ello, estamos de acuerdo en que nadie puede prejuzgar), pero el objeto formal de la canonización es la práctica de las virtudes en grado heroico y la misma cantidad (reciente) de las "canonizaciones" está indicando, precisamente, una baja en la calidad requerida para la misma (la "heroicidad"). A lo que se suman los otros argumentos que expusimos en nuestro post anterior, de siempre y coyunturales.

Entonces, la premura en el  arrodillarse del purpurado habla de una perversión anterior en la Fe del mismo (descontamos en su caso la mera ignorancia) que lo predispone a ello a modo de falsa obediencia. Claro que esta postura es más fácil que la de tener que revisar todos los aspectos que conlleva una canonización, y lo mismo el intentar explicar cómo una ley litúrgica puede resultar perjudicial a las almas o una doctrina falsa colarse por el Magisterio, pero a ello conduce o debería conducir el "amor de la Verdad".


lunes, 15 de octubre de 2018

El canto del cisne conciliar


Primero vino la  "canonización" del Falso Profeta naciente (Juan XXIII) (y lo decimos literalmente, puesto que fué él quien "profetizó" la "primavera de la Iglesia"); luego vino la del Anticristo-sentado-en-el Templo-de-Dios (Juan Pablo II) (que conste, no "el" Anticristo a secas) y finalmente, la de aquél por quien fue abolido el "Sacrificio perpetuo" y colocada la "Abominación de la desolación en el lugar santo" (Pablo  VI). No queda más nada (más nadie) que merezca ser "canonizado" por el Falso profeta conciliar como "fuego venido del cielo" (y esta vez nos inclinamos por la exégesis seria).

Hasta ahora habíamos visto las malas acciones de Francisco con cierta indulgencia, considerándolas como siendo causadas por deficiencias en el carácter (compasión mal entendida respecto de los que no se "aguantan" en materia sexual) o en la formación teológica o en la prudencia en el hablar (sus declaraciones que son objetivamente blasfemas o constituyen, como  mínimo,  un rebajamiento de su investidura papal). 

Pero estas "canonizaciones" hablan de otra cosa, hablan de un plan -al que se presta gustosamente Francisco-  de "auto canonización conciliar",  porque si no, en tren de canonizar Pontífices pasados, ¿porqué no canonizar a Pío XII (a quien visitó Nuestro Señor en su lecho de enfermo y quien presenció el "Milagro del sol" de Fátima reproducido en los jardines vaticanos)? 

Repetimos en relación a la "infalibilidad"  de las canonizaciones que, más allá del procedimiento que puede ser indicio de la (falta de) "intención", a nosotros nos preocupaba la fórmula de canonización en sí misma, puesto que esta estaría en condiciones de evitar, llegado el caso, un defecto en la intención (pensemos, si no, en que cualquier definición dogmática caería bajo sospecha si dudamos de la intención de quienes las formularon). Pero claro, en relación a la fórmula, ya de entrada tenemos que no estamos ante una "doctrina de fe y moral" sino de un hecho particular, y luego, aún suponiendo su conexión con verdades de fe ("comunión de los santos"), la fórmula actual no "manda creer" (bajo anatema) la dicha canonización. Tampoco tienen que ver las canonizaciones de los Papas conciliares con salvaguardar alguna doctrina en especial que mereciera esa asistencia infalibe. Sobre ello escribió recientemente el Dr. RT Lamont (publicado en "Rorate Caeli" en español).

Además de estas consideraciones, habíamos mencionado otra coyuntural y es la de que nos siguen quedando dudas en cuanto a la validez de la renuncia de Benedicto XVI, las que podríamos zanjar con una manifestación clara o re asunción de alguna actividad propia del Vicario de Cristo por parte de éste pero que, a la fecha, no ha tenido lugar. En tal caso (de la invalidez de la renuncia), Francisco sería Papa sólo con jurisdicción suplida por la Iglesia a causa del "error común" y la misma sólo le garantizaría la asistencia infalible para actos en bien de la Iglesia y estas "canonizaciones" serían lo contrario.

El comunicado de la FSSPX en relación al tema ha sido denostado por algunos críticos, alguno bastante acérrimo, pero aquí también con los prejuicios de siempre, puesto que la perplejidad podría referir, entre otras cosas, a las dudas en cuanto a cómo es posible que unas fórmulas que tradicionalmente fueron consideradas infalibles, hayan dejado de serlo (y ya vimos que no es tarea fácil). Los actos positivos de Pablo VI no son presentados en el comunicado como actos íntegramente tales sino en el bien relativo que supusieron en el contexto en que se expusieron  (Roberto de Mattei explica por ejemplo que la noción de inseparabilidad de los fines del matrimonio es recordada como es debido en la Encíclica "Humanae vitae", si bien omite dejar en claro lo relativo a la jerarquía de dichos fines).

Pero siendo así las cosas -esto es, que el abuso de poder ha llegado al culmen-, debemos sopesar que toda esta actuación no sea verdaderamente el "canto del cisne conciliar", pero sobre ello, puesto que tenemos el álbum (casi) completo desde ya unos años, hablaremos en otra ocasión.

jueves, 11 de octubre de 2018

La hipótesis del rayo


Algún lector atento podría imputarnos una cierta falta de coherencia en relación a nuestra postura en pro de la abstención de apoyar a la movida que impulsa Mons. Viganò - y esto, como quedó dicho,  sin comprometer en nada a la propia FSSPX- en tanto y en cuanto, en otra ocasión, admitimos como principio válido y moral del accionamiento al "mal menor", y lo aplicamos tanto al ámbito político como al religioso.

De hecho, la postura fue objeto, hace un tiempo ya, de una discordia con otro blogger de filiación tradicionalista, el "Cocodrilo del foso" o Dardo. Allí argumentábamos a favor de la aceptación de un marco canónico para la FSSPX en virtud de la obediencia debida a la autoridad suprema siempre y cuando lo mandado fuera legítimo y en vistas a que, de resultas a dicha aceptación, podríamos "dar razón" (o razones) canónicas a quienes dudaban sinceramente de la legitimidad de la FSSPX y todo ello en aras de ampliar el apostolado. Con el tiempo, el tema quedó laudado, puesto que el Papa Francisco reconoció la licitud de algunos Sacramentos impartidos por la FSSPX, entre ellos el de la Confesión, que impide -por la vía de los hechos- que subsista cualquier problema de consciencia en cuanto a la recepción de los demás. Si, desde entonces,  el apostolado no se amplió en forma significativa, ello se debe a que algunos pícaros (ya volveremos sobre ellos) persisten en un discurso perimido  y a que la desigualdad fáctica persiste.

Ahora en cambio, en este tema puntual de la denuncia de Mons. Viganò, encontramos coincidencias afortunadas con Dardo, cuya opinión puede leerse ahora en el portal "In exspectatione" (lástima que el autor del sitio, de muy buena prosa y que nos consta que nos lee, no haya comprendido nuestra exégesis en cuanto a los "dos Testigos" o a la "Ramera" del Apocalipsis y se muestre tan voluntarista  como otros sin tanta preparación). Iguales o aproximadas coincidencias con Peter Kwasniewski, con su nota "Por qué el conservadurismo es parte del problema, no de la solución" (en español aquí),  o con los mismos sedevacantistas (a leer con precaución aquí).

Pero la pregunta que pueden hacernos es, aun en ese supuesto (el explicitado por nosotros y por estos y otros autores en cuanto al peligro de seguir la corriente "conservadora"): ¿no es que la denuncia de Mons. Viganò  no representa un bien relativo o un "mal menor"? ¿un acto de la Providencia? y por tanto, con esa salvedad, ¿no ha de apoyarse o  promocionarse?

A ello, lo primero que debemos establecer es que el "conservadurismo" actual de la Iglesia es un mal, a causa de su liberalismo, de su modernismo y en algún  caso de su fariseísmo. Nos resta determinar si el mismo es "menor" que el progresismo, el modernismo desembozado y la moral relativa. Y lo segundo, -algo de ello dejamos traslucir en nuestra nota inicial sobre el tema- es que la solución propuesta (la "renuncia" del Papa) no es garantía de que las cosas vayan a ir mejor en la Iglesia ya que acarrearía dudas en cuanto a la validez de la renuncia, dudas en cuanto a la solidez doctrinal (y porqué no decirlo, de firmeza frente a los abusos sexuales) del probable sucesor, fragilidad en la institución del papado. 

En cuanto a lo primero,  debemos plantearnos si, debido a las denuncias formuladas (y comprobadas o no negadas), a la consecuente renuncia del Papa actual, y de la elección posterior en la que supongamos resultara elegido un "conservador",  habríamos ganado algo. Y para ello vamos a recurrir a una exégesis, esta vez no de las "inspiradas" que hemos tenido sino de las propuestas a mero tenor explicativo y si quieren, voluntarista: la hipótesis del rayo (que cayó sobre la cúpula de San Pedro el día de la renuncia del Papa Benedicto XVI, esto es, el 11 de febrero de 2013).

Esta "señal" -porque descartamos la de un mero fenómeno metereológico- o viene de Dios o viene del Demonio y ha sido permitida por Dios.  Lo que Dios pudo querer trasmitirnos es un aviso del final (pero ya transcurrieron cinco años) o bien su contrariedad por la renuncia por lo que sucedería después (obviamente conocido por Dios). Pero ¿es así?  Benedicto XVI fue (o es)  un Papa liberal que siguió los postulados de su predecesor, el más peligroso de toda la historia de la Iglesia, repitiendo lo de las jornadas ecuménicas de Asís y haciéndonos creer que el Concilio era bueno y que sólo la "publicidad" del mismo era mala (y de allí lo de la "hermenéutica de la continuidad"); si bien liberó la Misa y levantó la exterioridad de las (falsas) "excomuniones" a los Obispos de la FSSPX, él mismo, durante su pontificado, no ofició la Misa tradicional y tampoco concedió un marco canónico a la FSSPX. Como ya hemos dicho, Francisco es grotesco pero carece de la sutileza (en el mal) de sus predecesores y en cuanto a la FSSPX se mostró mucho más benevolente que sus predecesores, no negando nunca la catolicidad de aquélla (y en esto, mal que les pese a los neo tradis, contrasta con las impropias manifestaciones del Cardenal Burke en cuanto a que la FSSPX está en "cisma" y otras lindezas por el estilo). 

Nos queda que el rayo es ese "fuego del cielo" (Ap 13, 13) que le es permitido operar a la "Bestia de la Tierra" (y bien sabemos que en materia científica el rayo se origina en la tierra, pero la creencia popular es que viene del cielo).  Dejamos constancia de que existe una exégesis más seria y es la que dice que ese fuego del cielo no es un fuego material sino un símbolo de la "palabra" de la que se puede valer la autoridad de la Iglesia, como ser los "anatemas" o "excomuniones"... y que en este tiempo serían usados en abuso de poder.  Pero si es un fenómeno físico  y si es una operación de engaño, ¿qué nos habrá querido decir el Falso profeta? (repetimos por enésima vez que tanto los agentes del mal como los del bien son entes colectivos -cada uno en su escala, una "Bestia" es algo mayor que un "Testigo" que es más pequeño en número-  y compuestos -donde cada integrante individual es o tiene potencialidad de ser a la vez Anticristo o Falso profeta o Testigo- así pues -esto va para el autor y comentaristas de "In Exspectatione"- no insistan con  una sola persona como Anticristo o con Francisco sólo él como Falso Profeta o con Lefebvre o Viganò sólo ellos como Testigos...). Pues el "prodigio" consiste en hacernos creer que recién en esa fecha (de la renuncia de Benedicto XVI) empezó "la gran tribulación" (con el Anticristo, Falso Profeta o no sabemos qué más de sólo Francisco), cuando en la realidad aquélla empezó en 1969, el Anticristo es otra cosa y  el Falso profeta surgió en octubre de 1958.  Y así nos olvidamos de la Liturgia desvirtuada por Pablo VI y de la Fe mancillada por Juan Pablo II para concentrarnos en los "cantos del cisne", azuzados por las "redes" de estos tiempos (y que no existían en los pontificados de Pablo VI y de Juan Pablo II).

Si esta hipótesis fuera cierta, entonces el conservadurismo no es un "mal menor". Es, en todo caso, y siendo benignos, un mal de igual proporción que el progresismo. Esto parece ser así desde el  punto de vista de la esjatología, la que nos refiere una "gran tribulación" (Mt 24, 15-21) que no cambia en cuanto a su intensidad para el mal. Nos podrán decir que la Providencia puede actuar valiéndose o convirtiendo a los conservadores o neo tradis, lo cual es cierto, pero lo mismo es válido para los modernistas grotescos (¿o es que en ellos no hay lugar para la gracia?). 

viernes, 5 de octubre de 2018

Voluntarismos

Le habíamos prometido a un comentarista que ampliaríamos la temática relativa a los tiempos finales y lo haremos,  pero abarcando otros aspectos del quehacer incluyendo aquélla, desde un denominador común, en este caso el voluntarismo.

Empezamos con el del portal "Religión en libertad", el que suponemos "católico" unido en algún momento al portal "Libertad digital", como dicen por allí "de tendencia ecléctica pero afín al Papa" (y ya nos mareamos), en todo caso laodicense, el cual colgó allá por el año 2015 parte de una entrevista al recientemente fallecido músico francés de origen armenio, Charles Aznavour, que tituló: "Si Dios existe me recibirá bien; le honré con mi música". La nota es laudatoria, como se desprende de los "tags": "Música", "Razones para creer".

No tenemos el gusto de conocer o en su caso el de haber  podido apreciar el talento musical de Charles Aznavour y deseamos firmemente que haya obtenido su salvación personal. Es una creencia  actual la de que "todos somos salvos", bastando para ello haber sido "buenas personas" (o, como en este caso, además, "buenos artistas"...). Pero resulta que la Fe católica dice otra cosa: "Sin Fe es imposible agradar a Dios" y prescribe la necesidad de la Gracia para salvarse. Resulta que de la entrevista surge que el músico se manifiesta como "agnóstico" (en cuanto duda de la existencia de Dios) por lo que estamos en lo opuesto de las "razones para creer", salvando claro está la Misericordia divina.

El blog que-no-ama-la-Verdad [blog sedevacantista] colgó hace unos días una entrada muy interesante que reproducía un artículo de otro blog y de otro autor, titulada "Jesús no era judío", con mucho dato ya conocido por nosotros pero que puede resultar revelador para otros. Esta vez,  la encabeza muy bien "Moimunan".

El problema radica en que, en el alegato central, se niega la nacionalidad judía o hebrea a Nuestro Señor, con una finalidad sin duda maniquea, que desconoce la vocación tanto para el mal como para el bien en la estirpe humana. Para ello se recurre al pasaje de Juan 4, 22 ("la salvación viene de los judíos") y se pretende sustituir el término "judío" por el de "judeano", en tanto significaría a persona que "se encuentra en" o "de paso en" Judea pero de diferente nacionalidad. Todo para terminar afirmando que en realidad Jesús era jafetita (descendiente de Jafet), lo cual niega las Escrituras (genealogía de Jesús, la legal recibida de San José que se remonta a Sem, pero asimismo la de la Santísima Virgen, tal como se desprende del comentario de Mons. Straubinger a dicha genealogía cuando afirma que la Virgen era también "descendiente de David").

Veamos, que los talmudistas o que los jázaros se hayan apropiado del término "judío" no hace necesario que haya que tergiversar las Escrituras.  "La salvación viene de los judíos" porque Jesús nació en "Belén de Judá", pero quienes lo condenaron fueron los de su misma raza: "y vino a los suyos y los suyos no lo recibieron" (Jn 1, 11-12) y "no será más suyo el pueblo que le negará" (Dn 9, 24),  lo cual no quiere decir que entre la clase dirigente y sacerdotal no hubiera edomitas (descendientes de Esaú). Todo ello más allá de lo que se dice en relación a la apariencia física de Jesús, perfectamente factible. De hecho, de David se dice que era "rubio" (1 Sam 16, 12), probablemente debido a la ascendencia moabita (aunque probablemente también, no del tipo "anglo-sajón" que conocemos).

En relación a la proximidad o no de los "últimos tiempos", existe mucho de voluntarismo porque hay datos escriturísticos que demuestran cabalmente que aquélla es un hecho. Nosotros hemos recibido ciertas luces a este respecto (y cierta inspiración, al fin y al cabo la interpretación de las profecías es un don de Dios: 1 Cor 12, 7-11) y una de las profecías que desciframos, si lo hicimos bien, nos da una inminencia (en términos relativos también, en otro post hemos proporcionado una fecha límite) del final de los tiempos (no del "sanseacabó" como se dice por allí) puesto que "el reino y el imperio y  la magnificencia de los reinos que hay debajo de todo el cielo, será dado al pueblo de los santos del Altísimo" (Dn 7, 27). Les recordamos que nuestra posición, siguiendo a las categorías del P. Van Rixtel, es la de un "intervencionismo no milenarista", de conformidad con Cornelio A lapide, Santo Tomás o el P. Arminjon. 

Pero resulta que algunos, por holgura en la vida o, al revés, porque las tribulaciones actuales no les son suficientes,  afirman, sin base cierta en las Escrituras, que estamos "lejos" de los eventos finales. Otros anteponen su postura respecto de la crisis en la Iglesia y entonces, si estamos ya en presencia de la supresión del Sacrificio, tienen que reconocer que ciertos personajes ya están entre nosotros,  pero sucede que, en algunos casos, especialmente en lo atinente a "dos Testigos" que habrían de predicar en determinado espacio temporal y que no son de su agrado, ello los obliga a tener que negar la realidad o a postergar sine die los eventos del fin.