viernes, 29 de enero de 2016

Conferencia de Mons. de Galarreta y nuestra puesta a punto

El sitio amigo "Hacia la verdadera cristiandad" nos aporta un resumen de una conferencia de Mons de Galarreta en francés sobre el tema de las relaciones Roma-FSSPX.

El resumen aclara algún punto,  en cuanto a constatar la imposibilidad de la ocurrencia de cierta situación ("acuerdo") y deja planeando alguna seria duda en cuanto a la ocurrencia de otra situación ("reconocimiento unilateral").

Por un lado tenemos lo que se dice un "acuerdo", que implica: la firma de un documento doctrinal o un marco canónico o ambas cosas. Dice Mons. de Galarreta que es imposible que tal acuerdo sobrevenga por cuanto Roma sigue empeñada en que la FSSPX acepte el Concilio Vaticano II o bien porque el acuerdo deja a la FSSPX al arbitrio de las autoridades modernistas. Dice él que aún si el marco canónico fuera favorable habría que someter la decisión de su firma al Capítulo General de la FSSPX. En este punto pensamos que quienes están en mejores condiciones que nosotros para evaluarlo son los propios Obispos y Sacerdotes de la FSSPX. Hay aspectos que son insoslayables, como por ejemplo una imposible participación de la FSSPX en las nefastas "Conferencias episcopales", lo que hace casi imposible la concreción de un acuerdo sin concesiones.

Por otro lado tenemos lo que se dice un "reconocimiento unilateral". Pensamos que  éste no debe ofrecer ninguna objeción de parte de un fiel que se diga católico. Es lo que deseaba Mons. Lefebvre y todos los católicos detrás de él. Es lo que ocurrió con el otorgamiento de facultades para confesar, sin que hubiese supuesto concesión alguna ni cualquier otra situación perjudicial para la FSSPX. Aquí queremos precisar lo que nos parece -si captamos bien su alcance- una inexactitud de Mons. Fellay al decir que este otorgamiento de facultades para confesar  es incompatible con alguna sanción canónica, puesto que la "suspensión a divinis" puede ser parcial y no referida a todos los Sacramentos:  Canon 1333 § 1: "La suspensión, que sólo puede afectar a los clérigos, prohibe: 1 todos o algunos de los actos de la potestad de orden..."

Claro que la sanción que pesa sobre los sacerdotes de la FSSPX es nula pero lo decimos en relación a lo que oficialmente se cree, que es en definitiva lo que nos interesa en aras al apostolado: que los más de los fieles se puedan acercar a la FSSPX sin ningún escrúpulo de conciencia. 

Y por ello mismo es preocupante que Mons. de Galarreta diga que un reconocimiento unilateral pueda causar algún "problema real"  y -peor aún- que algunos sacerdotes "no lo acepten y se vean tentados con irse de la FSSPX" ...

Pero en todo caso, tenemos certeza, como dice el propio Mons. de Galarreta, que "la Providencia cuidará una vez más sobre la obra de Mons. Lefebvre".

lunes, 25 de enero de 2016

El cisma williamsoniano ya tiene varias "denominaciones"



Lo decíamos, la Revolución no se detiene. El cisma williamsoniano (neo re$i$tencia) ya tiene varias "denominaciones": el "cardocisma" (del nombre del agrio P. Cardozo); "palidez de ideas"; "contra la Inmaculada"; el "faiferismo"; el "apostolado cismático", etc. Como defensores del luteranismo williamsoniano original quedaron "Non serviam" y "Compendio de errores". 

Los partidarios de Girolamo Savonaméramo  (de la sedevacancia) esperan con ansias que alguien les reconozca que han sido los primeros en la disidencia...

sábado, 23 de enero de 2016

Superlativo falacioso


Se ha publicado una transcripción en video de unas declaraciones de Mons. Fellay el cual contesta, entre otras preguntas, una que concierne a las relaciones con Roma. La respuesta es clara, no ofrece lugar a dudas y se limita a exponer una contradicción en el Pontífice reinante, que por una lado denosta a la Tradición en dichos y actitudes y por la otra se acerca a su estructura más genuina (la FSSPX).

Estas declaraciones, sin embargo, provocan el ya reiterado rasgarse las vestiduras en los del cisma williamsoniano y afines. Uno de ellos reproduce el video y como único argumento se limita a colocar un gif pretendidamente irónico. Los otros, la conocida pareja de "Non serviam" y "Compendio de errores", recurren a una calificación superlativa del Papa Francisco al tildarlo de "el gran destructor de la Iglesia" con la finalidad de justificar el juicio a Mons. Fellay.

Ya hemos demostrado que el Papa Francisco no es peor que sus predecesores conciliares, ni siquiera diríamos que los iguala en su actividad de demoler a la Iglesia. Recientemente se conoció la disposición del Papa de modificar el rito de lavatorio de pies del Jueves Santo, permitiendo que entre los participantes se hallen mujeres. Pues bien, alguien notó que peor había sido la permisión de monaguillas en el altar, obra de Juan Pablo II. Lo mismo podría decirse del video en el cual se coloca a todas las religiones en pie de igualdad, el cual no sobrepasa el escándalo causado por las convocatorias de Asís que incluyeron la colocación de "Buda" en el altar de la Basílica de San Francisco, obra de Juan Pablo II y que continuó Benedicto XVI.

¿Es peor Francisco que Pablo VI, el cual modificó todos los ritos multiseculares de la Iglesia al grado que muchos discurren hasta hoy sobre su validez y que proclamó que tenía el "culto del hombre"? ¿Es peor Francisco que Juan Pablo II, el cual excomulgó a la Tradición, proclamó la "divinización" de todo hombre, presidió los escándalos de Asís, besó el Corán y se dejó marcar en su frente por "Shiva"? No parece, y por añadidura, las invectivas de Francisco en contra de la Tradición carcen de ese trasfondo teológico del cual eran portadores los Papas conciliares anteriores.

¿Porqué es falaz el calificativo de los cismáticos? porque pretende ver una contradicción o una ofensa en que Francisco reconozca a la Tradición tal cual es, siendo a su vez "el gran destructor de la Iglesia" (ya no "un" destructor). Estos cismáticos no se oponían a que Mons. Lefebvre mantuviera contactos con Juan Pablo II. El problema para ellos es Francisco porque es el que más cerca ha estado de reconocer a la FSSPX (si es que ya no la ha reconocido). 

También el Papa recibe críticas sistemáticas por parte de los neocones devenidos en tradis. Las críticas son justas, pero también aquí se cae en el exceso al tildar al Papa de "insuperable" (¿realmente supera en maldad el Papa Francisco a Juan Pablo II? ¿o será que como el Magno está "canonizado" el ex neocon no debe tocarlo?). Llama la atención cómo en esa nota se contrapone al Papa actual a Pablo VI y a Benedicto XVI como para reforzar la idea de que Francisco es peor que aquéllos. Es bueno recalcar que hay excepciones y que algunos de éstos destacan los pocos aciertos del Pontífice, como en este caso, salvando así la objetividad.

Por este lado, la calificación superlativa conjeturamos que puede encubrir una defensa velada a Juan Pablo II y sobre todo a Benedicto XVI, siendo que ninguno de los dos puede ser considerado "tradicional" y quizás también una envidia por el acercamiento con la FSSPX y no con otros grupos más o menos tradicionales (¿?)

Esto no es una defensa del Papa Francisco, es simplemente un poner las cosas en su lugar. En el "Falso profeta" conciliar -ente colectivo- no hay graduación en el mal. Pertenecen a él todos los que usando de su poder y autoridad -simbolizado por los "cuernos"- se permiten trasmitir errores doctrinales -"hablan como el Dragón"- pervirtiendo la Fe. Donde sí hay graduación es en la culpabilidad individual que sólo Dios conoce y que nosotros podemos inferir por los actos externos. Y repetimos que de ellos no se extrae que Francisco sea peor que sus predecesores al tiempo de deber calificarlo de "el gran destructor de la Iglesia".

sábado, 16 de enero de 2016

Recordatorio sobre las indulgencias y las intenciones del Papa

Tomado del blog "Biblia y Tradición"  (punto 8.3) y reproducido por los blogs cismáticos "Non serviam" y "Compendio de errores":

8.3. Oración por el Papa y por la Iglesia:
¿Podríamos decir que, debido a las enseñanzas heréticas del Papa Juan Pablo II, los católicos tradicionales no están obligados a orar por él? Primero que todo, diría que el negarse a orar por el papa no es un comportamiento católico. Cuando San Pedro fue encarcelado por el Rey Herodes, toda la Iglesia estuvo rezando por él:
pero la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él”. (Hechos XII, 5)
Nos encontramos hoy en una situación diferente, aunque podemos decir que los papas del Vaticano II son como prisioneros de sus falsas ideas. Su liberalismo está evitando que ellos lleven a cabo plenamente su misión de confirmar a sus hermanos en la Fe:
y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos”. (Lucas XXII, 32)
Necesitamos rezar por el papa, para que tenga la fortaleza de llevar a cabo su misión como sucesor de San Pedro, como lo definió el I Concilio Vaticano:
“Porque el Espíritu Santo no sólo prometió que los sucesores de Pedro pudiesen, por su revelación, hacer saber alguna nueva doctrina, sino que con su asistencia, ellos la pudiesen guardar religiosa y fielmente, y exponer la revelación o el depósito de la fe trasmitido por los apóstoles.” [42]
También, si deseamos ganar indulgencias, necesitamos rezar por las intenciones del papa. Si nos negamos a rezar por las intenciones del papa, no seremos capaces de ganar indulgencias y tendremos que permanecer más tiempo en el fuego del Purgatorio por esta razón. Canon 934 §1:
Para ganar indulgencias puede prescribirse una oración general por la intención del Supremo Pontífice, la sola oración mental no es suficiente, debe realizarse una oración vocal y es aceptable que sea a opción del fiel, a menos que se le asigne alguna en particular.
[Nota de B&T: Fr. Nicholas Mary, C.SS.R., en su artículo de marzo de 2002 en la revista Catholic dice lo siguiente sobre las intenciones del Santo Padre, respondiendo a su vez a una objeción sedevacantista: Cuando rezamos por las intenciones de nuestro Santo Padre estamos rezando por algo objetivo, algo determinado por la Iglesia y establecido hace mucho tiempo: 1. La exaltación de la Iglesia; 2. la propagación de la Fe; 3. la extirpación de la herejía; 4. la conversión de los pecadores; 5. la concordia entre los príncipes o gobernantes cristianos y 6. El bienestar de la Cristiandad. Estas son las intenciones del Soberano Pontífice por las cuales rezamos y como condición necesaria para ganar indulgencias.”]