Extraemos de un artículo del
Padre Gleize (FSSPX): "Mgr Pozzo también afirma: "A menudo, en las
discusiones con la FSSPX, la oposición no es hacia el Concilio pero sí hacia el
espíritu del Concilio, que usa ciertas expresiones o dichos de documentos
conciliares para abrir la posibilidad para hacer interpretaciones o adoptar
posiciones que están alejadas del verdadero pensamiento conciliar y a veces
abusan de él". El secretario de Ecclesia Dei está efectivamente convencido
que el Concilio estaría de conformidad en todos los puntos con la doctrina
católica". Mas adelante el Padre señala: "El Papa Benedicto XVI denuncia la
'hermenéutica de la ruptura' que habría desfigurado el verdadero rostro del
Concilio e impedido su recepción. La solución sería volver a la hermenéutica de
la 'renovación de la continuidad' "
Prosigue: "existen textos
del Concilio que constituyen un cambio en relación a lo que precedió y que por
tanto implican una decisión: o el Vaticano II o la Tradición. Textos como
Nostra Aetate para las religiones no cristianas, Unitatis redintegratio para el
ecumenismo, Dignitatis humanae sobre la libertad religiosa conducen
efectivamente y con razón a preguntarse, como lo hizo el Cardenal
Ratzinger: 'si la Iglesia de hoy es realmente la de ayer o si la han reemplazado
por otra sin siquiera advertir a los católicos". Y concluye:
"la constatación de Mons. Pozzo se revela pues falsa, frente a la realidad
histórica de lo que fueron las discusiones doctrinales llevadas a cabo en los
años 2009-2011" (se refiere por tanto al Testimonio de la Verdad que la
FSSPX ofreció en aquella oportunidad).
Esta es pues la posición de la
FSSPX. Por nuestra parte, hemos sostenido que la "interpretación" no cabe desde que, en materia jurídica, se "interpretan"
los textos que son ambigüos, no así los que son claramente heterodoxos.
Lo mismo con la hermenéutica (del
griego hermeneutikós, interpretación), que en
términos generales es la pretensión de explicar las relaciones existentes entre
un hecho y el contexto en el que acontece: "Seguramente una de las
aportaciones más discutidas de la hermenéutica fue su abierto rechazo a
considerar a la historia únicamente como una sucesión de hechos (positivismo
histórico). Según la hermenéutica, el intérprete o hermeneuta debe
separarse de su tiempo, de sus juicios personales, etc., e intentar lograr una
contemporaneidad con el texto de referencia y el autor del mismo,
interpretándolos, renunciando a cualquier intención o normatividad de
actualidad". Esto es imposible que se verifique en la Iglesia, donde
precisamente, las verdades son inmutables y no cambian con el tiempo, en
oposición a lo que se dió en llamar la "Tradición viva".
Por ello, dejando de lado la
intención clara de la FSSPX de rechazo a las novedades conciliares, proponemos que en lugar de "interpretación" o
"hermenéutica" nos refiramos a "leer" los textos del
Concilio "a la luz de la Tradición", porque la lectura es la
subjetiva de quien lee, sin ataduras con el texto y porque la
"interpretación" debe quedar restringida a uno sólo de los supuestos
con que nos podemos encontrar leyendo un texto conciliar. Es la posición
que expuso claramente Mons. Fellay, en continuidad con la de Mons. Lefebvre:
"lo que está de acuerdo con la Tradición, lo aceptamos; lo que es dudoso,
lo interpretamos [aquí sí porque estamos ante una ambigüedad] como la Iglesia
siempre lo ha enseñado; lo que se le opone, lo rechazamos"
Luego, el peligro radica en que como en tiempos normales la interpretación de los textos recae en la propia autoridad, se le exija a la FSSPX "aceptar que el magisterio de la Iglesia sea el único a quien es confiado el depósito de la fe para ser guardado, defendido e interpretado". Como advierte el P. de la Rocque (FSSPX) la última exigencia (la "interpretación") constituye un problema, desde que Roma pretende "interpretar" los textos conforme al espíritu del Concilio Vaticano II...
Luego, el peligro radica en que como en tiempos normales la interpretación de los textos recae en la propia autoridad, se le exija a la FSSPX "aceptar que el magisterio de la Iglesia sea el único a quien es confiado el depósito de la fe para ser guardado, defendido e interpretado". Como advierte el P. de la Rocque (FSSPX) la última exigencia (la "interpretación") constituye un problema, desde que Roma pretende "interpretar" los textos conforme al espíritu del Concilio Vaticano II...
No recuerdo si alguna vez lo comenté, pero me parece que para la posición romana hay dos dificultades para reconocer públicamente los errores del Vaticano II:
ResponderEliminar1. La herencia ultramontana. No se admiten errores en el magisterio mere auténtico y a veces ni siquiera en expresiones no magisteriales.
2. Política eclesiástica. Si reconocen errores en el Vaticano II, piensan, se debilitará más la autoridad del magisterio y luego vendrán los reclamos del poderoso lobby progre norteamericano y europeo que se quiere cargar la bioética católica, entre otras cosas.
Saludos.
Estimado Martin:
ResponderEliminarEs correcta su explicación. En contra de esas dificultades tenemos la definición de Pastor Aeternus y la lógica de que lo que no es infalible es falible y como tal, de verificarse un error (porque no siempre será así en el magisterio no extraordinario) no puede en modo alguno obligar, ni siquiera a un "obsequio del entendimiento" que implica callar frente a un error. La política eclesiástica debería ser precisamente la de delimitar claramente lo que es de Fe y obliga a los fieles ("lo que la Iglesia ha dicho siempre y en todas partes") de lo que no. Cierto que en temas nuevos (como el ejemplo que Ud. pone de la bioética, etc) puede no haber doctrina definida, pero en ese caso bastará la universalidad de la doctrina que se explicite para que obligue a los fieles. Saludos
es exactamente lo que le reproché al padre iraburu de infocatólica. el pretende suplantar el sentido de "amores laetitiae" "interpretando" textos indudablemente contrarios en su letra y espíritu con la doctrina católica, haciéndoles decir lo que no dicen y así contentar a su público conservador. su respuesta al mostrarle su evidente contradicción fue: no podemos ni queremos entender otra cosa. Se parece mucho a la actitud de los fariseos al tiempo del mesías.
ResponderEliminarFrancisco
Estimado Francisco:
ResponderEliminarEs un ejemplo reciente que viene a darnos la razón en relación con los documentos del Concilio Vaticano II que eran intocables. Lo del P. Iraburu, con esa respuesta, se opone a la Verdad conocida, el "pecado contra el Espíritu Santo"... Saludos
Sospecho que la solución romana es hacer interpretaciones auténticas que, en realidad, serían reescrituras. Algo de esto hicieron silenciosamente en el Catecismo con los límites a la libertad religiosa, pasando del restrictivo orden público al amplio bien común.
ResponderEliminarSaludos.
Si, es el peligro que advierte el P. de la Rocque, en un artículo reciente: http://laportelatine.org/vatican/sanctions_indults_discussions/024_01_04_2016/02_05_2016_in_cauda_venenum_de_la_rocque.php
ResponderEliminarpuesto que también la reescritura puede ser usada para confirmar un error.
Saludos