Los tiempos de Mons. Lefebvre
fueron los del "estado de necesidad": el Obispo francés se vió
obligado a consagrar Obispos sin autorización del Papa por la
"necesidad" de contar con Sacerdotes que perpetuaran la Misa y la
Doctrina de siempre.
En los tiempos que siguieron,
hasta el día de hoy, la FSSPX ha rechazado -no obstante
"conversaciones" y "acercamientos"- llegar a un acuerdo
canónico con Roma. En un primer momento la causa fue la "falta de
confianza" que impulsó los "prerrequisitos" (liberación de la
Misa, levantamiento de las "excomuniones", conversaciones
doctrinales), luego fue la condición puesta a último momento por parte de Roma
que comprometía la Fe y finalmente, la situación de confusión extrema en que se
encuentra la Iglesia.
En paralelo, nuestra posición fue
la de que la FSSPX se ajustara al Derecho canónico, no por un amor a la
"letra" de la Ley sino por ser
ésta expresión del Derecho divino, en virtud de la constitución divina de la
Iglesia. Y así, las evasivas, postergaciones y dudas que evidenciaban las
respuestas de la FSSPX en sucesivas etapas las adjudicamos al "celo
amargo", a un cierto espíritu liberal -de la que ninguno está exento
máxime en este tiempo - o mismo (en algunos) a un espíritu "cismático".
Es posible que algo de ello haya
existido, pero no podemos negar que también influyó y mucho un
"temor" a lo que pudiera pasar una vez regularizados, sobre todo
teniendo en cuenta ciertas experiencias padecidas por los llamados
"institutos tradicionales" (dificultades en la expansión,
condicionamientos de tipo doctrinal, intervenciones por comisarios, etc).
Esta particularidad llevó a que
tratásemos de ver si ese sentimiento podía verse plasmado en el Derecho
canónico o no y de ese modo si podía esgrimirse como causal para una negativa a
la regularización. Como confiábamos, encontramos entre las causales de justificación que eximen de pena en un delito
canónico, al "miedo grave":
1323 No queda sujeto a ninguna pena quien, cuando
infringió una ley o precepto:
4 actuó coaccionado por miedo
grave, aunque lo fuera sólo relativamente, o por necesidad o para evitar un
grave perjuicio, a no ser que el acto fuera intrínsecamente malo o redundase en
daño de las almas
La ley de que se trata en la
ocasión es la que citamos en la entrada anterior: canon 265 del CIC: "Es
necesario que todo clérigo esté incardinado en una Iglesia particular o en una
prelatura personal, o en un instituto de vida consagrada o en una sociedad que
goce de esta facultad, de modo que de ninguna manera se admitan los clérigos
acéfalos o vagos"
En una primera aproximación
pensamos que siendo las contingencias negativas que pudieran sobrevenir a la FSSPX una
vez regularizada una mera hipótesis, la oposición a dicha regularización no
encuadraba en las previsiones de la Ley. Decíamos: "Si nos permiten la
supervivencia no hay tal "estado de necesidad"; tampoco un
"miedo grave", puesto que éste no puede consistir en “sospechas,
temor hipotético”, debe ser “inminente y grave” (Diccionario de Derecho
canónico, C. Corral, José Ma. Urteaga, p.39)"
A raíz del reciente
"Comunicado" de Mons. Fellay que se hace eco de la reunión de
"Superiores de Distrito", de nuestras entradas exigiendo a las
autoridades de la FSSPX una "fundamentación" de la aparente decisión
de no aclanzar un acuerdo canónico en este momento y los comentarios suscitados
aquí y allá a su respecto, nos propusimos indagar un poco más en el instituto
del "miedo grave".
De lo que resulta que éste puede
ser tanto presente como futuro (en todo caso y como dijimos, no
"hipotético") y que se verifica cuando "el sujeto se ve
necesariamente inducido a tener un comportamiento antijurídico y a elegir lo
que le parece de momento como un mal menor" (A. D' Auria, "L'
imputabilità", p. 157). Debe tratarse de un miedo "grave" y no
"leve": así por ej. se considera que el "temor reverencial"
es leve, y la gravedad debe evaluarse en relación a la "sensibilidad"
del sujeto. Y basta el "miedo relativo", que afecta al sujeto
concreto subjetivamente.
Entonces, en vistas de que lo que
está en juego es la Fe y la expresión o defensa de la misma, teniendo presente
la subjetividad implícita en el concepto, estamos en condiciones de decir que es posible alegar el "miedo grave". Y también, en
mérito a esa misma "subjetividad" o "sensibilidad",
establecer que puede haber grados, todos ellos respetables.
Es "posible alegar" el "miedo grave" pero no tenemos certeza. Hay argumentos a favor: ej. ninguno de los "institutos tradicionales" en cuanto tales -en sus sitios respectivos o por otras vías- criticó la "Amoris laetitia" y eso habla de un limitación para expresar la Verdad. Y hay argumentos en contra: la crítica es posible, aunque más no sea a título personal como lo hicieron Prelados o laicos dentro de la "oficialidad". Por otro lado, podemos intuir el "miedo grave" de Mons. Williamson -que lo justificaría en su actuar- y nos es difícil determinar el "miedo grave" que le cabría a Mons. Fellay si es que lo tiene y debió enfrentarse a él en alguna situación.
Que temazo el que acaba de introducir, y por primera vez en términos serios. Sin en ningún caso pretender agotar el tema y sin siquiera pensarlo en toda la amplitud y profundidad que exige, valgan mis primeras reflexiones como las de un abogado que comprende la importancia capital de este tema para la comprensión de las distintas actitudes que caben a un partidario de la tradición en el momento presente.
ResponderEliminarTodo penalista sabe que un delito es una acción típica antijurídica y culpable (o responsable de acuerdo a una comprensión más fina del término). El miedo grave, lejos de ser una causal de justificación, como lo es el estado de necesidad, es un elemento exculpante, es decir, totalmente subjetivo y que no mide la juridicidad objetiva de la acción, sino su exigibilidad o no, en virtud de un defecto, en este caso volitivo, del sujeto infractor. Sinceramente, creo que la discusión no estriba tanto en exonerar de culpa a M. Williamson o a M. Fellay, sino en saber si en las circunstancias actuales es lícito rechazar un estatus canónico regular, que viene a significar el Sabat al modo como es graficado en el texto bíblico propuesto. Acá es donde cobra especial relevancia el aforismo: la letra mata, el espíritu vivifica. La letra de la ley explica una descripción de una conducta circunscrita a un plano donde, por regla general, se cumple su fin o telos, que es el fundamento y sentido de la norma. Así, la aprobación de institutos, órdenes y lo que se quiera en la Iglesia corresponde a la necesidad de verificar el proceder católico de quienes van a ejercer dicha actividad en sus seno. Pero ocurre que no puede esgrimirse dicha norma cuando el fundamento o finalidad es precisamente el contrario, es decir, buscar la adecuación de dicha institución al error doctrinal, que en este caso sería el Concilio o que le prive de los medios para protegerse o salvaguardar las almas del mismo. En dicho caso, se vulnera la letra más no el espíritu o sentido jurídico de la norma. De ahí que "el sabat es para el hombre y no el hombre para el sabat". De ahí que, si reconocemos, como dicen hacerlo los partidarios de Williamson el carácter de verdaderas autoridades del Papa y los Obispos, de no mediar ninguna de las imposibilidades propuestas, rechazar una regularización, amparado en un miedo grave, podrá quizá (de darse los supuestos) exculparlos en un ámbito subjetivo pero jamás dará juridicidad a su actuar. De ahí que su obra es objetivamente cismática y no podemos adherir a ella,
Esta situación supera el sábado, por ende el derecho canónico. Es evidente que la fsspx está especialmente protegida desde el Cielo. y ante el avance despiadado y burdo de los modernistas, Dios permite que los que quieren seguir siendo fieles, puedan serlo. El poderoso Goliat, viene claudicando sucesivamente ante David. Rehabilitó la Santa Misa 2007. Levantó las injustas excomuniones 2009. Permitió la confesiones 2015. Permite las ordenaciones sacerdotales Zaitzkofen 2016
ResponderEliminarLo del miedo grave es un aporte muy interesante y valioso.
ResponderEliminarOjalá que sea el verdadero motivo y que no estemos ante wiclefitas inconscientes. Porque a veces se leen argumentos -no en esta bitácora- que a uno le dejan la impresión de que piensan que no pueden tener autoridad política o eclesial los pecadores objetivos.
Saludos.
Estimado:
ResponderEliminarExacto. Es un "salvavidas" que tiro (aunque la mayoría no lo vea así ni lo entienda porque ya se les pegó el "libre examen"). Y tampoco creo que sea forzado. Creo que ese "miedo" es el que tiene por ej Mons . de Galarreta. Y conste que no exijo que lo digan públicamente, me basta que den argumentos (ej . "a raiz de la experiencia de los institutos tradicionales no nos es posible, etc etc)" De todas maneras, además de lo subjetivo del concepto que complica las cosas, no quiero zanjar si existe o no para mí: ahora recién me entero que la FSSP emitió un comunicado contra "Amoris laetitia". En fin, creo que la crítica es posible, máxime si se cuenta con Obispos, que garantizan la continuidad. El miedo puede venir más por intervenciones u otras medidas...