Primero vino la "canonización" del Falso Profeta naciente (Juan XXIII) (y lo decimos literalmente, puesto que fué él quien "profetizó" la "primavera de la Iglesia"); luego vino la del Anticristo-sentado-en-el Templo-de-Dios (Juan Pablo II) (que conste, no "el" Anticristo a secas) y finalmente, la de aquél por quien fue abolido el "Sacrificio perpetuo" y colocada la "Abominación de la desolación en el lugar santo" (Pablo VI). No queda más nada (más nadie) que merezca ser "canonizado" por el Falso profeta conciliar como "fuego venido del cielo" (y esta vez nos inclinamos por la exégesis seria).
Hasta ahora habíamos visto las malas acciones de Francisco con cierta indulgencia, considerándolas como siendo causadas por deficiencias en el carácter (compasión mal entendida respecto de los que no se "aguantan" en materia sexual) o en la formación teológica o en la prudencia en el hablar (sus declaraciones que son objetivamente blasfemas o constituyen, como mínimo, un rebajamiento de su investidura papal).
Pero estas "canonizaciones" hablan de otra cosa, hablan de un plan -al que se presta gustosamente Francisco- de "auto canonización conciliar", porque si no, en tren de canonizar Pontífices pasados, ¿porqué no canonizar a Pío XII (a quien visitó Nuestro Señor en su lecho de enfermo y quien presenció el "Milagro del sol" de Fátima reproducido en los jardines vaticanos)?
Repetimos en relación a la "infalibilidad" de las canonizaciones que, más allá del procedimiento que puede ser indicio de la (falta de) "intención", a nosotros nos preocupaba la fórmula de canonización en sí misma, puesto que esta estaría en condiciones de evitar, llegado el caso, un defecto en la intención (pensemos, si no, en que cualquier definición dogmática caería bajo sospecha si dudamos de la intención de quienes las formularon). Pero claro, en relación a la fórmula, ya de entrada tenemos que no estamos ante una "doctrina de fe y moral" sino de un hecho particular, y luego, aún suponiendo su conexión con verdades de fe ("comunión de los santos"), la fórmula actual no "manda creer" (bajo anatema) la dicha canonización. Tampoco tienen que ver las canonizaciones de los Papas conciliares con salvaguardar alguna doctrina en especial que mereciera esa asistencia infalibe. Sobre ello escribió recientemente el Dr. RT Lamont (publicado en "Rorate Caeli" en español).
Además de estas consideraciones, habíamos mencionado otra coyuntural y es la de que nos siguen quedando dudas en cuanto a la validez de la renuncia de Benedicto XVI, las que podríamos zanjar con una manifestación clara o re asunción de alguna actividad propia del Vicario de Cristo por parte de éste pero que, a la fecha, no ha tenido lugar. En tal caso (de la invalidez de la renuncia), Francisco sería Papa sólo con jurisdicción suplida por la Iglesia a causa del "error común" y la misma sólo le garantizaría la asistencia infalible para actos en bien de la Iglesia y estas "canonizaciones" serían lo contrario.
El comunicado de la FSSPX en relación al tema ha sido denostado por algunos críticos, alguno bastante acérrimo, pero aquí también con los prejuicios de siempre, puesto que la perplejidad podría referir, entre otras cosas, a las dudas en cuanto a cómo es posible que unas fórmulas que tradicionalmente fueron consideradas infalibles, hayan dejado de serlo (y ya vimos que no es tarea fácil). Los actos positivos de Pablo VI no son presentados en el comunicado como actos íntegramente tales sino en el bien relativo que supusieron en el contexto en que se expusieron (Roberto de Mattei explica por ejemplo que la noción de inseparabilidad de los fines del matrimonio es recordada como es debido en la Encíclica "Humanae vitae", si bien omite dejar en claro lo relativo a la jerarquía de dichos fines).
Pero siendo así las cosas -esto es, que el abuso de poder ha llegado al culmen-, debemos sopesar que toda esta actuación no sea verdaderamente el "canto del cisne conciliar", pero sobre ello, puesto que tenemos el álbum (casi) completo desde ya unos años, hablaremos en otra ocasión.
Y un detalle curioso es la NO "canonización" de Juan Pablo I, lo que quizá da cuenta de que nunca formó parte a cabalidad del concliarismo, como este triduo nefasto que hoy quieren hacer pasar pos santos.
ResponderEliminarPrecisamente! Iba a hacer una mención a Juan Pablo I y a lo que Ud, apunta (hasta llegó a plantearse si no se habían equivocado con lo de la "libertad religiosa") pero para evitar equívocos mencionamos el caso más evidente de Pío XII. Albino Luciani, además de una humildad auténtica, estaba ciertamente bien intencionado y contaba con el auxilio divino, al que pensaba recurrir ("Si tendré vida, volveré a Fátima para consagrar al mundo y, particularmente, a los pueblos de Rusia, a la Virgen, según las indicaciones por Ella dadas a sor Lucía") según lo reportado por Germano Pattaro.
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