jueves, 11 de octubre de 2018

La hipótesis del rayo


Algún lector atento podría imputarnos una cierta falta de coherencia en relación a nuestra postura en pro de la abstención de apoyar a la movida que impulsa Mons. Viganò - y esto, como quedó dicho,  sin comprometer en nada a la propia FSSPX- en tanto y en cuanto, en otra ocasión, admitimos como principio válido y moral del accionamiento al "mal menor", y lo aplicamos tanto al ámbito político como al religioso.

De hecho, la postura fue objeto, hace un tiempo ya, de una discordia con otro blogger de filiación tradicionalista, el "Cocodrilo del foso" o Dardo. Allí argumentábamos a favor de la aceptación de un marco canónico para la FSSPX en virtud de la obediencia debida a la autoridad suprema siempre y cuando lo mandado fuera legítimo y en vistas a que, de resultas a dicha aceptación, podríamos "dar razón" (o razones) canónicas a quienes dudaban sinceramente de la legitimidad de la FSSPX y todo ello en aras de ampliar el apostolado. Con el tiempo, el tema quedó laudado, puesto que el Papa Francisco reconoció la licitud de algunos Sacramentos impartidos por la FSSPX, entre ellos el de la Confesión, que impide -por la vía de los hechos- que subsista cualquier problema de consciencia en cuanto a la recepción de los demás. Si, desde entonces,  el apostolado no se amplió en forma significativa, ello se debe a que algunos pícaros (ya volveremos sobre ellos) persisten en un discurso perimido  y a que la desigualdad fáctica persiste.

Ahora en cambio, en este tema puntual de la denuncia de Mons. Viganò, encontramos coincidencias afortunadas con Dardo, cuya opinión puede leerse ahora en el portal "In exspectatione" (lástima que el autor del sitio, de muy buena prosa y que nos consta que nos lee, no haya comprendido nuestra exégesis en cuanto a los "dos Testigos" o a la "Ramera" del Apocalipsis y se muestre tan voluntarista  como otros sin tanta preparación). Iguales o aproximadas coincidencias con Peter Kwasniewski, con su nota "Por qué el conservadurismo es parte del problema, no de la solución" (en español aquí),  o con los mismos sedevacantistas (a leer con precaución aquí).

Pero la pregunta que pueden hacernos es, aun en ese supuesto (el explicitado por nosotros y por estos y otros autores en cuanto al peligro de seguir la corriente "conservadora"): ¿no es que la denuncia de Mons. Viganò  no representa un bien relativo o un "mal menor"? ¿un acto de la Providencia? y por tanto, con esa salvedad, ¿no ha de apoyarse o  promocionarse?

A ello, lo primero que debemos establecer es que el "conservadurismo" actual de la Iglesia es un mal, a causa de su liberalismo, de su modernismo y en algún  caso de su fariseísmo. Nos resta determinar si el mismo es "menor" que el progresismo, el modernismo desembozado y la moral relativa. Y lo segundo, -algo de ello dejamos traslucir en nuestra nota inicial sobre el tema- es que la solución propuesta (la "renuncia" del Papa) no es garantía de que las cosas vayan a ir mejor en la Iglesia ya que acarrearía dudas en cuanto a la validez de la renuncia, dudas en cuanto a la solidez doctrinal (y porqué no decirlo, de firmeza frente a los abusos sexuales) del probable sucesor, fragilidad en la institución del papado. 

En cuanto a lo primero,  debemos plantearnos si, debido a las denuncias formuladas (y comprobadas o no negadas), a la consecuente renuncia del Papa actual, y de la elección posterior en la que supongamos resultara elegido un "conservador",  habríamos ganado algo. Y para ello vamos a recurrir a una exégesis, esta vez no de las "inspiradas" que hemos tenido sino de las propuestas a mero tenor explicativo y si quieren, voluntarista: la hipótesis del rayo (que cayó sobre la cúpula de San Pedro el día de la renuncia del Papa Benedicto XVI, esto es, el 11 de febrero de 2013).

Esta "señal" -porque descartamos la de un mero fenómeno metereológico- o viene de Dios o viene del Demonio y ha sido permitida por Dios.  Lo que Dios pudo querer trasmitirnos es un aviso del final (pero ya transcurrieron cinco años) o bien su contrariedad por la renuncia por lo que sucedería después (obviamente conocido por Dios). Pero ¿es así?  Benedicto XVI fue (o es)  un Papa liberal que siguió los postulados de su predecesor, el más peligroso de toda la historia de la Iglesia, repitiendo lo de las jornadas ecuménicas de Asís y haciéndonos creer que el Concilio era bueno y que sólo la "publicidad" del mismo era mala (y de allí lo de la "hermenéutica de la continuidad"); si bien liberó la Misa y levantó la exterioridad de las (falsas) "excomuniones" a los Obispos de la FSSPX, él mismo, durante su pontificado, no ofició la Misa tradicional y tampoco concedió un marco canónico a la FSSPX. Como ya hemos dicho, Francisco es grotesco pero carece de la sutileza (en el mal) de sus predecesores y en cuanto a la FSSPX se mostró mucho más benevolente que sus predecesores, no negando nunca la catolicidad de aquélla (y en esto, mal que les pese a los neo tradis, contrasta con las impropias manifestaciones del Cardenal Burke en cuanto a que la FSSPX está en "cisma" y otras lindezas por el estilo). 

Nos queda que el rayo es ese "fuego del cielo" (Ap 13, 13) que le es permitido operar a la "Bestia de la Tierra" (y bien sabemos que en materia científica el rayo se origina en la tierra, pero la creencia popular es que viene del cielo).  Dejamos constancia de que existe una exégesis más seria y es la que dice que ese fuego del cielo no es un fuego material sino un símbolo de la "palabra" de la que se puede valer la autoridad de la Iglesia, como ser los "anatemas" o "excomuniones"... y que en este tiempo serían usados en abuso de poder.  Pero si es un fenómeno físico  y si es una operación de engaño, ¿qué nos habrá querido decir el Falso profeta? (repetimos por enésima vez que tanto los agentes del mal como los del bien son entes colectivos -cada uno en su escala, una "Bestia" es algo mayor que un "Testigo" que es más pequeño en número-  y compuestos -donde cada integrante individual es o tiene potencialidad de ser a la vez Anticristo o Falso profeta o Testigo- así pues -esto va para el autor y comentaristas de "In Exspectatione"- no insistan con  una sola persona como Anticristo o con Francisco sólo él como Falso Profeta o con Lefebvre o Viganò sólo ellos como Testigos...). Pues el "prodigio" consiste en hacernos creer que recién en esa fecha (de la renuncia de Benedicto XVI) empezó "la gran tribulación" (con el Anticristo, Falso Profeta o no sabemos qué más de sólo Francisco), cuando en la realidad aquélla empezó en 1969, el Anticristo es otra cosa y  el Falso profeta surgió en octubre de 1958.  Y así nos olvidamos de la Liturgia desvirtuada por Pablo VI y de la Fe mancillada por Juan Pablo II para concentrarnos en los "cantos del cisne", azuzados por las "redes" de estos tiempos (y que no existían en los pontificados de Pablo VI y de Juan Pablo II).

Si esta hipótesis fuera cierta, entonces el conservadurismo no es un "mal menor". Es, en todo caso, y siendo benignos, un mal de igual proporción que el progresismo. Esto parece ser así desde el  punto de vista de la esjatología, la que nos refiere una "gran tribulación" (Mt 24, 15-21) que no cambia en cuanto a su intensidad para el mal. Nos podrán decir que la Providencia puede actuar valiéndose o convirtiendo a los conservadores o neo tradis, lo cual es cierto, pero lo mismo es válido para los modernistas grotescos (¿o es que en ellos no hay lugar para la gracia?). 

17 comentarios:

  1. Debo aclarar que esta "hipótesis" refiere a la opción de si apoyar o no al conservadurismo como tal, no así a la necesidad de la erradicación de los abusos sexuales en las que estamos todos de acuerdo y esto se logra en primer lugar volviendo a la doctrina de siempre y en segundo lugar, cada uno, desde su posición, haciendo todo lo que se debe hacer para evitar las situaciones y en su caso, castigándolas en la forma debida.

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  2. Me resulta sumamente interesante y hasta iluminador pensar que el susodicho rayo pueda haber sido un prodigio demoníaco, aunque difiero de su postura de que corresponde al "fuego" del falso profeta, puesto que al ser éste un ente moral compuesto por hombres, no tiene esa clase de poderes. Sus "señales" tienen más que ver, a mi juicio, con las seudo doctrinas, canonizaciones (lo de Pablo VI es proverbial) y toda la suerte de artificios con que se muestra a manera de verdadera religión, pero sin serlo, como muy bien usted acierta en su descripción.
    Si, en cambio, es el demonio (dragón) el que busca confundirnos con esta suerte de prodigios, con la intención de despistar incluso a quienes están de buena fe (algunos conservadores, pienso, ni siquiera la mayoría) todas estas seudo apariciones marianas posteriores a Fátima y diría que simplemente TODAS, son parte de estos prodigios, en la medida en que apuntan a castigos futuros, físicos o morales, sin decir una palabra sobre la ecatombe doctrinal y litúrgica que tiene demolida la Iglesia.
    Incluso entre gente de nuestras mismas filas, muchos aún creen que todavía faltan más cosas, pensando siempre en una especie de futuro distópico tipo Mad Max en que vamos a vivir en unas cloacas radiactivas y luchando con un anticristo dotado de rayos y poderes paranormales.

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  3. Estimado Francisco: Muy buen análisis, como siempre. Saludos

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  4. Estimado: ante todo, mi gratitud por el generoso juicio respecto de mi presunta "buena prosa", y mi sorpresa por su conocimiento de que visito su sitio. En efecto, y a sabiendas de que publica de forma algo discontinua, lo hago de tanto en tanto, y a veces me encuentro con dos o tres sucesivos artículos para leer de una sola vez.

    Leí tiempo atrás su sensata interpretación sobre "los dos Testigos", no así la de la Ramera, que acabo de tomar del link que ofrece. Alabo su esmero por interpretar los hechos actuales a la luz de la Escritura (faena en la que se lo nota suficientemente perspicaz y pertinaz), lo que no me impide ponerle mis objeciones a algunos puntos del presente artículo. A saber:

    1- no creo acertado preguntarse si la denuncia de mons. Viganò es "un bien relativo o un mal menor" -y menos saltar inmediatamente a recordar, a partir de ésta y como poniéndole reparos, que el conservadurismo es un mal simpliciter, porque estamos hablando de dos asuntos distintos. Que Viganò sea conservador no quita que su denuncia sea un bien, toda vez que "destapa" la podredumbre de la secta conciliar y las consecuencias últimas de la apostasía, poniendo en apuros a tanto corrompido prelado y abriendo los ojos de muchos a la cruda realidad de esta contraiglesia. Y lo hace -lo que le otorga gran eficacia- desde el interior mismo de esa jerarquía conciliar -que, a los ojos de la abrumadora mayoría, pasa por ser católica simpliciter. Negar que un conservador pueda obrar algún bien (más en estas instancias críticas y de salidas excepcionales capaces de romper las costuras de nuestra hermenéutica) es poco menos que afirmar, con Lutero, que "el hombre es incapaz de obrar el bien", que su naturaleza ha quedado de tal modo corrompida y condicionada por el imperio del pecado que, fuera de la gracia, no puede realizar ninguna obra virtuosa. La tentación de transponer esta tesis condenada por la Iglesia al caso de los "conservadores" es un peligro que acecha a los tradicionalistas, y que debe ser removida (por supuesto, y para no pecar de ilusos, sin dejar de someter la intervención de los tales al obligado examen, y sabiendo que, salvo conversión, carecen de la perspectiva necesaria para oponer una reacción completa a la deriva modernista).

    2- no veo problema en que las figuras del Apocalipsis sean entes individuales: la literalidad del texto nos induce a ello, sin exclusión de que estos entes individuales pertenezcan a un cuerpo colectivo que encarnan a precisión. Así, la "Serpiente antigua" que el propio texto se encarga de explicar «que se llama el diablo y Satanás» es un ser personal que encabeza una multitud de ángeles caídos.

    Va de suyo que el asunto Viganò está aún sin concluir, y que no pretendo atribuirle taxativamente los atributos de alguna figura del Apocalipsis. A lo sumo, formulo una hipótesis (que es siempre condicional, como es obvio). Ni hace falta que aclare que, al menos a mí, no me han hecho creer que la Gran Tribulación comenzó con la renuncia de Benedicto, ni que el conservadurismo sea un "mal menor" (figura, sea dicho de paso, que no admito "como principio válido y moral del accionamiento, aplicable tanto al ámbito político como al religioso").

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  5. Estimado:
    Bienvenido a esta casa! Creo que alguna vez pasé por la suya, aunque de forma anónima. Tanto Ud. como yo llevamos bastante tiempo en esto de los blogs. Agradezco también su consideración sobre ese "don" que es la interpretación de las Escrituras, respecto de la cual no he dicho todo aun y ello porque, como dice el Eclesiastés 3, 1-15: "hay un tiempo para callar y otro para hablar".
    En cuanto a sus fundadas objeciones:
    1- Sí, cuando escribimos la nota, pensamos que algo no "cerraba" y era precisamente la cuestión de los abusos sexuales, y por ello la aclaración nuestra que encabeza estos comentarios. Pero puesto que la denuncia de Viganò es un todo que incluye una denuncia y una solución que no podemos disociar y que la solución no nos satisface porque no va al fondo del asunto (que es doctrinal pero también de falta de controles y de sanciones adecuadas) es que no podemos apoyarla. En ello la "movida" es conservadora (no tanto porque provenga de un "conservador"). Si el propio Viganò hubiese aprovechado, junto con la denuncia de hechos concretos, para reclamar una vuelta a la doctrina verdadera, que es en el plano de la Fe y en el de la Liturgia (porque la ecuación entre una "adoración" equivocada y las desviaciones sexuales la hace San Pablo, no nosotros) la habríamos ciertamente secundado. No nos olvidemos tampoco que fue durante el papado conservador de Juan Pablo II que ocurrieron los abusos del P. Maciel y sus tapaderas.
    2- precisamente, es la literalidad del texto que en este campo presenta problemas, porque muchas veces lo que se piensa son descripciones de atributos individuales, son (o resultaron ser) los de una persona moral. Por ello, nos reiteramos en que los entes son colectivos y compuestos a la vez.
    Sí, la calidad de Testigos tiene que tener además una coherencia con el contexto: si ellos predican durante "1260 días", que son a su vez los de la "gran tribulación", una vez que determinamos la fecha de inicio (también en base a los datos de las Escrituras: colocación de la "abominación de la desolación", "huída al desierto") no podemos decir que ellos nacen de golpe en una fecha posterior, pero algunos (no digo Ud.) por negar las premisas ("Supresión del sacrificio" con el "novus ordo"), terminan inventando otro comienzo (además de que tampoco les cuadra lo de los "tres años y medio" que ellos piensan son literales, porque no hallan ninguna "supresión" a la "mitad" de ese término).
    Saludos

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  6. Addenda: quizás la diferencia de nuestra percepción radica en que para nosotros la mera denuncia de los hechos es algo que se agota allí (o mejor dicho, con la intervención de las autoridades civiles o religiosas), no le damos la trascendencia que Ud. menciona. Para ser un bien en sí debería luego confirmarse la veracidad de la misma en las instancias mencionadas. Saludos

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    1. Le agradezco su saludo de bienvenida y su respuesta.

      Al punto 1: tiene Ud. razón al destacar que el alegato de Viganò se corona, tras de la denuncia, con una propuesta o pedido (renuncia de los prelados pervertidos y de Francisco con ellos), y que éste resulta insuficiente. Si la cosa se agota ahí -incluso si se accediera a complacer este pedido-, no habríamos solucionado nada. Ojalá que el coraje del ex-nuncio se vea complementado con la lucidez (suya o de algún hombre de peso en la Jerarquía) para dar con la salida correcta al atolladero conciliar. Sé que puede ser una expresión de deseo poco realista, pero creo que está aún todo por verse. La secta conciliar hace aguas por todos lados, y no sería de extrañar alguna salida inesperada.

      Al punto 2: que los atributos de personas individuales sean (o hayan resultado ser) de una persona moral, colectiva y compuesta, implica que buena parte de las profecías apocalípticas se hayan ya cumplido. Entiendo que usted así lo afirma, y algo de esto he "pescado" en sus textos. Entiendo que la ceguera universal para reconocer los signos sea una condición muy propia de tiempos literalmente tan declinantes, pero ¿no puede haber temeridad en afirmar una consumación en modo alguno evidente, incluso para quienes la esperan? En el trance de su realización, ¿quedarían las profecías reservadas a la comprensión de un número tan pero tan restringido de exegetas, que prácticamente el menguado universo católico en su casi totalidad (y me refiero a aquellos que el propio Apocalipsis llama «los que guardan los mandamientos de Dios y el testimonio de Jesús») se verían envueltos en las mismas sin reconocerlas? Ese grado de exclusivismo en el desciframiento de los hechos esjatológicos me resulta, cuanto menos, problemático.

      Y no quiero abusar de su atención, pero ¿cómo interpreta Ud. lo de los 1260 días, ya que excluye su literalidad?

      Gracias y Dios lo guarde.

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  7. El problema que veo en muchas "interpretaciones" del Apocalipsis es que, en vez de basarse en los hechos a la luz de las escrituras, tienen una preconcepción imaginativa de cómo deben estas cumplirse. El que podamos deilucidar si el falso profeta, bestia del mar, etc, son individuos o cuerpos morales, depende de la misma realización histórica en que estos se concretan. Lo clave es la concordancia de una multiplicidad de elementos que nos llevan a decir con bastante certeza moral: éstos son. Así, si tenemos apostasía, supresión del sacrificio y crisis de la Iglesia, de la propia observación no sesgada de los acontecimientos van apareciendo las piezas faltantes del puzzle.
    Eso de la "literalidad" me parece un criterio inútil, cuando de por sí estamos hablando de un lenguaje y género literario esencialmente simbólico y que funciona a partir de hipérboles de gran impacto visual.
    Más allá de todo eso, surge un problema práctico que no es menor: la permanente búsqueda obcecada de estos individuos que reúnan características de maldad y poder bastante fantasiosas, lleva a la imposibilidad de ver y entender realidades que tienen bajo sus narices, por estar siempre a la espera futura de estos seres asombrosos.

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  8. Muy buena pregunta.
    La base por así decir de nuestro sistema es la "supresión del Sacrificio" que identificamos con el Novus ordo puesto que el Sacrificio es también el rito y este ha sido desvirtuado precisamente en su naturaleza sacrificial (está el conocido "Breve examen crítico" pero también el muy recomendable estudio del P. JM Gomis FSSPX) lo que convierte al novus ordo en un rito no católico.
    Como esta "supresión" es a la "mitad de la semana" (a la que alude el profeta Daniel para los "tiempos del fin") y que obviamente ya han pasado más de "tres años y medio" es que se impone una fecha simbólica. Hay pocas referencias a la "primera mitad" (en Dn 26 y en Ap 12), y sin participarle todo, le comentamos que apunta ese comienzo a 1917. Desde allí hasta la "mitad" son 52 años (aunque pudo serlo a los 50 años por la "misa experimental", por ello nuestra hesitación el año pasado), y desde la "mitad" hasta pasados los 52 años no da un año; y si la segunda mitad la empezamos con el nacimiento del "hijo varón" (¿y qué "nacimiento" de parte de la Iglesia ve Ud. por esos años? ¿mas concretamente en 1970?) no da también otro año de finalización de esos "1260 días". Claro está, no es el fin de todo, ya que se habla también de los "1290 días" y de los "1335 días" (Dn 12, 11-12). Quedamos a su disposición para ampliarle la temática, quizás, en algún momento, en forma personal.

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  9. El comentario anterior es en respuesta a la pregunta de Flavio Infante.
    En cuanto a lo que Ud. comenta, Francisco, es así. Lo ha explicado nuevamente con las palabras exactas.

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  10. Atentos con eso de que la literalidad sea un "criterio inútil", que el Magisterio enseña precisamente lo contrario (cfr. Divino Afflante Spiritu, donde se pone como prioritaria tarea del exegeta la búsqueda del sentido literal de las palabras, y recién después de hallado éste se insta a la pesquisa del sentido espiritual). Es obvio que en un libro como el Apocalipsis hay imágenes que por su propia naturaleza excluyen la interpretación literal (vg. la Bestia con siete cabezas y diez cuernos; imagen, por lo demás, que el propio autor se aviene a interpretar). Pero hay otras que no revisten esa dificultad: tres años y medio como promedio de una tiranía escabrosa que intentara extirpar el cristianismo de la faz de la tierra no es un término temporal, digamos, que reclame de suyo una alambicada interpretación transliteral. Si de hecho la tiene, la tiene a pesar del rigor crítico, que recién a partir de lo obvio puede cumplir el ejercicio de remontarse a sentidos arcanos. La inteligencia, por lo demás, funciona así (testigo Aristóteles).

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  11. Estimado: Se ha comentado, en contra de la literalidad de los "tres años y medio", que a los contemporáneos, una vez identificado el Anticristo, sólo les restaría contar los años para conocer la fecha de su final, lo que no estaría en los planes de Dios a causa de la incertidumbre querida por El. Lo mismo se podría decir de nuestro sistema, pero el cómputo en este caso es a medida de los acontecimientos, no hay determinismo a priori. A propósito, ¿es posible que nuestra explicación lo haya dejado escéptico? Es uno de los peligros con los cuales nos hemos encontrado, el otro es el miedo (una vez que se conoce la realidad) pero es normal tratándose de estos temas (el problema es el mecanismo de la negación) y por último, aunque le parezca mentira, el celo intelectual. Por ello y otras razones no menores es que, en lo esencial, mantenemos reserva. Además tenemos otra contra y es que a pesar de contar con una mini tesis escrita con algún grado de academicismo, como conviene a una tesis, no buscamos un lucimiento en ese campo (por ej. hacer alardes de conocimientos de los términos bíblicos en hebreo o griego -aunque sí hemos recurrido al alfabeto griego para verificar la famosa "cifra"- si después de ello no hemos conseguido una interpretación coherente). Nos interesaba conocer ante todo la cercanía del Reino, para acrecentar nuestro fervor y no decaer. Saludos

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    1. Sólo decirle que su explicación sobre los "1260 días" no me ha dejado escéptico, si bien sobre este particular tema sólo he leído lo que expone más arriba, en el comentario. La fecha 1917 (1ª G.M., que fue la jugada política más formidable para extirpar de la tierra todo resto de política cristiana, más el triunfo del bolchevismo) es altamente significativa. El auxilio extraordinario de la Santísima Virgen por esa misma fecha le aporta más entidad al asunto. Implicar esta fecha con la de la implantación de la nueva misa para hacer del período resultante la "primera mitad" de la tiranía orbital del Anticristo lo considero una tesis atendible, muy atendible si quiere, pero no evidente de suyo. Lo que obliga, en aras del obligado rigor, a presentar las objeciones que pudieran presentarse. Y una -la más obvia quizás- es: ¿qué es de los "3 años y medio"? ¿Por qué el Apocaleta, a grupas de Daniel, habría recurrido a esta cifra que nos obligaría a excluir toda sombra de literalidad siquiera relativa? Hay otras objeciones que, créame, no proceden del miedo (soy de los que desean con toda el alma la Venida de Nuestro Señor en gloria y majestad) ni del celo intelectual, cuyas razones me parecerían miserables a la hora de abordar cualquier argumento -y más éstos, de tanto porte. Se trata, más simplemente, de salvar el misterio: no toda noticia relativa a las ultimidades, tal como nos las ofrecen las profecías canónicas, es "racionalizable" sin más. Se trata, al fin, de tener siempre presente que, pese a los aciertos que en esta materia se pueda tener, siempre existirá el riesgo de "adecuar" las profecías a nuestra peculiar interpretación, forzando su sentido. No le aplico estas palabras, sólo le recuerdo -y me recuerdo- su vigencia. No he leído una sola interpretación de los hechos narrados en el Apocalipsis, por sesuda que sea, que no presente alguna debilidad o incongruencia al confrontarla con los hechos cumplidos. Lo que, lejos de atenuar el deseo de ver la Parusía con mis propios ojos, agrega un ulterior motivo para desearla (lo que Castellani decía: "a ver en qué para todo esto").

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  12. Ojo, cuando me refiero a la "literalidad" a secas, apunto a que el Apocalipsis es simbólico y no literal craso, como tampoco dicho sea de paso lo es el Génesis; esto a partir del propio género literario empleado en ellos. Lo que en ningún supone una interpretación alegórica (como torpemente machacan los milenaristas) ni mucho menos "espiritual", aunque, desde luego, no excluya esta última dimensión, como es propio de toda la Sagrada Escritura. No obstante eso, siendo simbólico, apunta a cosas muy concretas, no a meras ideas.
    Lo que no corresponde es tomar unos acontecimientos proféticos como simbólicos y otros no, pues se rompe la unidad de la forma del contenido revelado. Así, no se opone a lo físico que caiga una gran cometa como en Ap. 11, pero es claro que se trata de un símbolo de otra cosa (herejía por ej.) como lo reconoce el mismo Castellani que pretende seguir este supuesto criterio de la "literalidad" crasa.
    Respecto de si los 1260 días, 3 tiempos y medio o 42 meses apunta a un período de tiempo exacto, baste recordar que esta profecía está tomada de Daniel y refiere pura y simplemente a que corresponde a la segunda mitad de la última semana (de las 70). Resulta que en los hechos las 69 semanas previas no fueron "semanas" sino años correspondientes a los días de la misma (Edicto de Antajerjes hasta Cristo en la interpretación más aceptada). ¿Por qué entonces la última no tendría que ser simbólica y dilucidarse, como la anterior, su interpretación, de los mismos hechos profetizados?
    Por último, respecto del argumento, que me parece serio, de que la profecía parecería reservada a contadas personas, aún no sabemos el desenlace exacto y es muy posible, igual que para nosotros con las profecías antiguas, que buena parte de la Iglesia si las reconozca una vez totalmente cumplidas, como prueba de su realización, no obstante que en el durante, aún sus mismos partícipes escapen a una conciencia plena, aunque ya muchos intuyen sus líneas esenciales, partiendo del hecho de que estamos en los últimos tiempos.

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  13. Estimado Francisco:
    En relación a los "tres años y medio" (y de paso, aprovechamos a comentar la seria objeción de Flavio Infante), se descarta la literalidad de las "semanas" como Ud. dice por el cómputo general de Daniel, pero es un argumento a favor de la objeción de Flavio en cuanto ese cómputo desde la "salida del decreto" hasta el "Ungido cuyo pueblo no será más" son efectivamente años concretos (de 360 días en la antigüedad), esto es, dos períodos, uno de 49 años (7 semanas) y el otro de 434 años (62 semanas), restando los 7 años de la "última semana"...La única explicación que le encontramos (en nuestra exégesis, que no se ha demostrado errónea al presente) es la que mencionamos más arriba: Dios quiso dejar la incertidumbre del final, valga la redundancia, hasta el final.

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    1. Claro, pero de ser literales crasas, las 69 semanas debieron haber sido 69 semanas y no 483 años, no obstante existir una simetría entre años y días que permite identificar la profecía una vez cumplida.
      Los 1260 días de la profecía o su aproximado de 2300 días (tardes y mañanas) es puesta por el principio profético del tipo - anti tipo, correspondiente a la ocupación de Antíoco y la profanación del Templo, como indicación que este período fue figura del que acontece al final de los tiempos.
      Fíjese en un detalle bien curioso de esto de ir de una realidad material (correspondiente al primer paso de la pedagogía divina) a uno más espiritual, que en Daniel se nos dice que el invasor pereció por inundación, en clara alusión al castigo diluviano. No obstante, en Apocalipsis se nos dice que bajó fuego del cielo. Lacunza, que no se caracterizaba por ser "alegorista", sostiene también este paralelo agua (diluvio) - fuego para referir a la disolución de los elementos de que habla Pedro 3;10 - 12 y que según su convicción no refiere a un fenómeno físico, sino el símbolo de la purificación del mundo que da paso al "cielo nuevo y tierra nueva".

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    2. Bien visto, el tipo no debe necesariamente calcar el anti tipo, ni en la sustancia ni en los accidentes. Es otra explicación válida.

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