Nos hemos propuesto indagar sobre el significado de las referencias al sol, a la luna y a las estrellas en la perspectiva de las Escrituras. Convencidos, como estamos, de que el presente es el tiempo de la "gran tribulación", resulta de interés desentrañar ese significado, con el propósito de estar atentos a los cada vez más interpelantes "signos de los tiempos".
La tradición patrística ha reconocido en el sol, al "Sol de Justicia" (Malaquías 4, 1-6), esto es a Jesucristo, que irradia su luz propia; y en la luna, a la Iglesia, que recibe de este Sol su claridad, y que en la noche brilla en medio del mundo. Finalmente, en las estrellas, a la luminarias de la Iglesia, los maestros y doctores o las dignidades eclesiásticas. Así queda demostrado en el pasaje de la Mujer 'vestida de sol' del Apocalipsis, que simboliza a la Iglesia de los últimos tiempos (y asimismo a la Virgen de Fátima). Y en el "tercio de las estrellas" que son derribadas en tierra por el Dragón (Ap 12).
Recientemente, a raíz de nuestra interpretación de los septenarios del Apocalipsis y de la mención al oscurecimiento del sol, al enrojecimiento de la luna y a la caída de las estrellas que menciona Nuestro Señor en su discurso esjatológico (Mt 24), hemos discurrido con un amigo de esta casa sobre el alcance de esa simbología.
Si bien es dable pensar que las señales cósmicas que evocamos signifiquen respectivamente la negación de Cristo por los católicos (en concreto, a través de la desvirtuación del Santo Sacrificio), la crisis de la Iglesia ("gran tribulación") y la apostasía del clero, tal explicación encuentra un (aparente) desmentido en la ubicación de esas señales ex post tribulación: "después de la tribulación de aquellos días el sol se oscurecerá y la luna no dará más su fulgor, los astros caerán del cielo" (Mt 24); "y despues que seas extinguido cubriré el cielo y haré ennegrecer sus estrellas, cubriré el sol con una nube y la luna no dará su luz" (Ez 32, 7); "el sol se convertirá en tinieblas y la luna en sangre antes que llegue el grande y terrible día de Yahvé" (Joel 2, 30).
Ahora bien, la cita de Mateo 24, como lo menciona nuestro corresponsal, podría ser la descripción del estado de la Iglesia al finalizar la tribulación; la cita de Ezequiel, es un tanto misteriosa (al igual que la que refiere a Tiro y a su rey, que se le emparenta), pero hay indicios de que pueda referir a la caída de Babilonia, la que se produce a manos del Anticristo y por tanto las señales cósmicas sí pueden referir a la crisis que éste último desata; la cita de Joel es perfectamente compatible con la crisis actual, la que es 'antes' del "Día de Yahvé". De hecho, otra cita del profeta Joel es clara muestra de que los fenómenos cósmicos ocurren a consecuencia del accionar del Anticristo (Joel 2, 20).
Ahora bien, la cita de Mateo 24, como lo menciona nuestro corresponsal, podría ser la descripción del estado de la Iglesia al finalizar la tribulación; la cita de Ezequiel, es un tanto misteriosa (al igual que la que refiere a Tiro y a su rey, que se le emparenta), pero hay indicios de que pueda referir a la caída de Babilonia, la que se produce a manos del Anticristo y por tanto las señales cósmicas sí pueden referir a la crisis que éste último desata; la cita de Joel es perfectamente compatible con la crisis actual, la que es 'antes' del "Día de Yahvé". De hecho, otra cita del profeta Joel es clara muestra de que los fenómenos cósmicos ocurren a consecuencia del accionar del Anticristo (Joel 2, 20).
Dicho esto, también es cierto que las señales cósmicas son el reflejo del triunfo de Cristo: "la luna se enrojecerá y el sol se oscurecerá, porque Yahvé de los ejércitos reinará en el monte Sión y en Jerusalén y delante de sus ancianos resplandecerá su gloria" (Is 24, 23)
Así pues, ambos significados son plausibles y pueden coexistir.
Nos hemos propuesto reconocer en los sucesos que ocurren ciertos signos anunciados en las Escrituras. Convencidos, como estamos, de que el presente es el tiempo de la "gran tribulación", resulta del mayor interés identificar los hechos actuales como "signos de los tiempos" ya anunciados y que demuestran el inminente cumplimiento de nuestras voluntaristas y cada vez más intemperantes predicciones.
ResponderEliminarJeje...ud. no está atribulado? lleva una vida cómoda? lo felicito!
ResponderEliminarEl zodiaco que nos dice?
ResponderEliminarEsos si que la tienen posta.
Ademas cobran.
Consejos gratis no.
Claro que estoy atribulado, pero no me fío de su método. No tengo ciencia para criticar el uso que hace de la Escritura pero veo que pone primero las conclusiones y después busca los signos que las avalen. Precisamente porque estoy atribulado entiendo bien el mecanismo psicológico que le empuja, pero ¿los intepreta correctamente o va a por el quod erat demonstrandum? Solo le animo a que se examine sobre su actitud ante los signos: si tiene ya unas inferencias preconcebidas.
ResponderEliminarAnónimo: primero veo las constataciones (de la realidad) y después los signos que las avalen (y sometidos a riguroso examen). Lo que publico es sólo un ínfima parte de lo que sé. Pero si no tiene ciencia en este tema, mejor no hablemos.
ResponderEliminarLo que más me sorprende de estos comentarios anónimos es que fundan su escepticismo burlesco en derechamente nada. Ninguno es capaz de hacer ni la más mínima reflexión sobre ningún punto de las interpretaciones sugeridas. Todo se reduce a un "no me tinca".
ResponderEliminarEstimado: bien harían en leer Pedro II, 3, 3-10
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