No, la presente entrada no será una clase de botánica sino un intento de demostrar hasta qué punto la obsecuencia puede ir de la mano de inconsistencias, falsas acusaciones y otros excesos.
Hace poco menos de un mes, los partidarios del "Non serviam" hacia la Tradición se rasgaron las vestiduras por una contestación de Mons. Fellay a una pregunta que se le formulara por el periódico Présent:
¿Qué piensa usted de la proposición del cardenal Sarah de introducir el ofertorio tradicional en la nueva misa?
Esta idea no es nueva, hace ya unos diez años que circula en Roma. Estoy feliz que sea retomada. Algunos critican esta proposición diciendo que sería mezclar lo sagrado con lo profano. Al contrario, en una perspectiva de saneamiento de la Iglesia, pienso que esto constituiría un gran progreso, porque el ofertorio es un resumen de los principios católicos de la misa, del sacrificio expiatorio ofrecido a la Santísima Trinidad, dirigido hacia Dios en reparación de los pecados por el sacerdote, acompañado de sus fieles. Y esto llevaría gradualmente a los fieles hacia la misa tradicional que perdieron
Acusan por allí: "Pues bien, tenemos que Mons. Fellay confiesa, en la presente entrevista, que aprueba el rito "pío-paulino", la repugnante, impía y adúltera mixtura del santísimo rito de San Pío V con el falso rito modernista de Pablo VI. En cambio, “Jesús quiere que se esté con Él o contra Él, y esa mezcla de la piedad con el espíritu del mundo, su enemigo, es abominada de Dios. Desde el Deut. 22, 9 s., se nos inculca a tal punto la idea de que Dios odia toda mezcla, que Moisés prohíbe sembrar semillas mezcladas, arar con yunta de buey y asno, y hasta vestirse con mezcla de lana y lino” (comentario de Mons. Straubinger a Rom 1, 17).
Podríamos responder con estas palabras del Obispo de la revolución-dentro-de-la-Fsspx: “Según las propias palabras de Nuestro Señor [Un árbol bueno no puede dar malos frutos, ni un árbol malo frutos buenos]… Pero un árbol a medias bueno y a medias malo puede producir frutos mitad buenos y mitad malos. Por supuesto que tomada en su totalidad una mezcla de bueno y malo es mala, pero esto no significa que tomada parte por parte, las partes buenas de la mezcla sean tan malas como las partes malas” (Eleison 385)
Claro que, como esa distinción es enmendar la plana a Nuestro Señor inventándose una nueva categoría de árboles, no la vamos a hacer nuestra.
Pero sí podríamos preguntarnos, como hacen los obsecuentes del mencionado Obispo rebelde: "¿O hay que sostener que Dios niega toda gracia en una misa nueva en la que por ser celebrada válidamente, se verifica el Sacramento y constituye verdadero Sacrificio eucarístico?"
Y entonces sí, las palabras de Mons. Fellay cobran sentido: no se trata en ningún momento de afirmar que la misa novus ordo es buena, en esencia, sino que la introducción de un elemento bueno, como lo es el ofertorio del vetus ordo, puede constituir ese "injerto" de la gracia en palabras de Tertuliano: "El árbol malo no dará frutos buenos, si no es injertado, y el árbol bueno dará malos frutos en el caso de que no sea cultivado; y las piedras se convertirán en hijos de Abrahán si se forman en la fe de Abrahán; y las crías de víboras harán fruto de penitencia, si vomitan el veneno de la maldad"
El acebuche sigue siendo acebuche y las piedras, piedras pero la gracia puede operar ("llevar gradualmente a los fieles hacia la misa tradicional que perdieron").
Pero, siguiendo con la imagen, no faltarán los que continúen mirando el árbol (y por añadidura, siempre el árbol que consideran malo) y no miren el bosque, esto es el Testimonio que la obra fundada por Mons. Lefebvre evidencia a diario, proveyendo de la gracia santificante a tantas almas.
Solo por "sus frutos los conocereis".
ResponderEliminarBuenos o malos , que no tibios....
Arbol bueno, frutos buenos. Arbol malo, frutos malos.
"si, si; no, no.
Todo los demas pura chachara, venga de donde venga.
Con mis respetos