domingo, 3 de mayo de 2020

Días febriles

Los días que están transcurriendo son, a estas alturas, "febriles", de una agitación particular. 

La fiebre es, según se ha dicho, uno de los síntomas del contagio del "coronavirus". 

Pero también podemos aplicar el vocablo al cúmulo de noticias acerca del mismo, la mayoría de las cuales son contradictorias entre sí: que su origen es natural o que es producto de manipulación genética; en este último supuesto, que su origen es el Oriente o que es el Occidente; que se contagia por el aire o que no lo hace; que el tapabocas lo impide o que no lo impide; que tal o cual remedio es eficaz o que no tiene ninguna eficacia; que ya tienen pronta una vacuna o que aún falta para ello y podríamos seguir enumerando contradicciones.

Ante ello, surgen voces que nos aclaran que la verdadera "fiebre" que se padece hoy, no es precisamente la que es producto de un proceso físico sino la que proviene del interior del ser humano, esto es, el pecado. Dejamos a continuación el video de un Padre de la FSSPX que lo deja en claro:



Y como corolario de todo esto, surge la "fiebre apocalíptica" y es a esta a la que queremos dedicar unas palabras. Lo primero, decir que esta fiebre no es privativa de los ambientes católicos más o menos esclarecidos, también lo es de los de las falsas religiones: así, pudimos escuchar el video de un rabino (Ron Chaya) que asegura que es inminente el "fin de la realeza de Edom" (asociado al "mundo occidental") con el advenimiento del "Machiach". Lo segundo, ahora sí en la visión católica -en general circunscrita a lo que conocemos como "tradicionalismo"- diferentes encuadres con a veces muy diferentes perspectivas.

Básicamente, están los católicos acostumbrados a leer las profecías apocalípticas como si fueran siempre y de continuo en tiempo futuro: por caso, leen "se levantará nación contra nación" y automáticamente, como si fuera un acto reflejo, lo perciben como evento futuro. Esto es, lo que fue dicho hace más de dos mil años, lo siguen considerando un evento siempre futuro. Lo mismo con las advertencias de San Pablo a los Tesalonicenses en cuanto a lo que tiene que "venir primero". En la raíz de ello puede haber o bien ignorancia del tema o bien temor a que ello suceda en sus propias vidas.

Luego están los que se escudan en lo que dijeron autores del pasado (los "Santos Padres" y otros exégetas) para desechar toda propuesta nueva u original (y esto aunque la susodicha no contradiga ningún dogma o siquiera un 'decreto condenatorio'). Es cierto que los mencionados "Santos Padres" obtuvieron su sabiduría de la cercanía de los Apóstoles o de una vida de piedad, pero no tenían a la vista los acontecimientos que nosotros presenciamos hoy y que nos permiten hacer un cotejo. Esta actitud responde en parte a las razones expuestas anteriormente y pensamos que también esconde los conocidos "celos intelectuales" (o de otro orden). Pasan por alto que son los mismos profetas los que anuncian para los tiempos finales la categoría de los "entendidos"  (Dn 12, 10), los cuales ellos sí verán claro.

Por fin, están los que utilizan a las profecías para sustentar cismas o herejías (a la manera de los protestantes, con la conocida "exégesis" de la "Roma papal-Babilonia") o simplemente para negar adjudicaciones lógicas y coherentes sólo porque no gusta el sujeto de las mismas, como quedó demostrado en comentario al pie de nuestra entrada anterior.

Un lugar común a estas tres perspectivas es el de pensar al Anticristo como un ser "con cuernos y cola" -por tanto, reconocible por todos- al que se opondrán los "caballeros cruzados" (probablemente desde atrás de un teclado, si para ese entonces el internet sigue vigente...)

Puesto que, desde nuestro lugar, no trasponemos todo al futuro sino que pensamos que ya están casi todas las profecías cumplidas exceptuadas las del desenlace final y en tal caso, nos estimamos con la posibilidad de cotejar las mismas con la actualidad y someter con rigor lógico y minucioso cada uno de sus anuncios, es que estamos en condiciones de decir que esta vez va de veras (ampliaremos).

De hecho, la entrevista reciente a un Sacerdote conocedor de las Sagradas Escrituras, y que  -como el mismo admite-  sigue las inspiraciones del Espíritu Santo, ubica el tiempo presente en la "Iglesia de Laodicea", la última de las "Iglesias del Apocalipsis" y en la cual "Cristo está a las puertas" (tal como lo consignamos nosotros en el Album), e indicando la procedencia actual de un "juicio" en la persona de los católicos, preludio de un "juicio" mayor hacia las Naciones (el cual sería entonces, la Parusía).

El problema es que ese "resplandor" de su Venida será inopinado, al menos para los desprevenidos, los que no hicieron caso de profecías como éstas (Habacuc 3, 3):

"Viene Dios desde Temán,
y el Santo del monte Farán, Sélah
Su majestad cubre los cielos
y la tierra se llena de su gloria
Resplandece como la luz,
y de su mano salen rayos,
en los cuales se esconde su poder

Delante de El va la peste
y a su zaga la fiebre ardiente"

2 comentarios:

  1. Quedamos atentos a su ampliación.
    Me queda la duda el por qué de Dios viene de Temás (Edom según Straubinger) y su Santo (Cristo) del monte Farán. Una mera expresión poética al Oriente o hay algo más?

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  2. Anónimo: el cántico de Habacuc hay que ponerlo en relación con Isaías 63: "Quién es éste que viene de Edom, de Bosra con vestidos teñidos de sangre...." Claramente indican el juicio a los enemigos (la 'sangre' no es la de El sino la de sus enemigos), que comienza por el Anticristo, figurado entre otros por Edom. Bosra era la capital de Idumea, Temán y el monte Farán se ubican hacia el norte del Sinaí, donde Dios se manifestó a su pueblo, con lo cual puede haber un significado de liberación.

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