Habíamos redactado una entrada con el propósito de poner al descubierto la desorientación causada por la falta de "perspectiva esjatológica" evidenciada en todos los estamentos que por algún motivo no nos conformó. No por ello era desajustada o carente de verdad, al contrario.
Así, denunciábamos la falta de rigor exegético en los sedevacantistas, los cuales, a fin de hacer cuadrar sus "conclusiones teológicas" con lo profetizado en las Escrituras, cometían el error de calcar la exégesis protestante de Roma como la "prostituta de Babilonia" y los reyes de la Bestia como Papas. No pasó un día que uno de ellos, el "Caballero de la Inmaculada", ¡puso por escrito lo que denunciábamos! Para éste, Francisco es la cabeza "octava" pero resulta que, hacia atrás, las primeras cabezas son ¡Pío XI y Pío XII! los cuales entonces tienen "títulos blasfemos" (Ap 17, 3) como todas las cabezas... Pero esto no es error de exégesis, es pertinacia. Porque algo nos dice que el susodicho nos leyó (se trata de un "lapsus linguae" o algo parecido, puesto que titula su nota "Sagacidad apocalíptica" cuando nosotros citamos a un comentarista "sagaz" de su misma escuela...). Resulta que este último, a diferencia del primero, al menos, tiene la prudencia de empezar a contar las cabezas desde Juan XXIII...Pasan por alto que las cabezas se asientan sobre la Bestia del mar y que, entre otras consideraciones, Roma bien podría representar al poder imperial y no al poder espiritual...
Así también, poníamos de manifiesto la falta de perspectiva esjatológica de los neocones devenidos en tradis, los cuales azuzados por las (malas) noticias que vienen de Roma (las cuales son reales, pero multiplicadas exponencialmente por la rapidez de noticias de nuestra era internética) creen que "se viene" la "gran tribulación", que Benedicto XVI fue el "Katejón" y que Francisco es el "Falso profeta" o el "Anticristo". Todo lo cual carece totalmente de asidero. La "gran tribulación" empezó con la "supresión del Sacrificio" y la instalación del novus ordo, sea en su fase "experimental" o en los hechos. Los agentes del mal son entes colectivos (al igual que los agentes del bien...) sólo hay que bucear un poco en las Escrituras para identificarlos. Francisco es integrante de la "Bestia de la tierra" pero no se sustituye a ella, claro que en su individualidad puede ser calificado como "falso profeta". Pero para estos neocones devenidos en tradis la "batalla decisiva" (en base a pretendidas afirmaciones de Sor Lucía de Fátima que fueron descalificadas por nosotros) es por la "familia" y se olvidan de la doctrina y de la liturgia mancilladas hace ya tiempo.
Nos explicamos: la "gran tribulación" es un período de tiempo -simbolizado en las Escrituras como "tres años y medio", "cuarenta y dos meses" o "1260 días", esto es la segunda mitad de la también simbólica "última semana" que profetizó Daniel en el Antiguo Testamento- que finaliza con la destrucción de las Bestias apocalípticas y una reivindicación de los Testigos de Cristo. Pero no hay graduación en ese tiempo de manera que lo que ocurra en el Sínodo de este mes de octubre suponga algo más grave que lo ya vivido (Vaticano II, Supresión del Sacrificio, escándalos de Asís, excomunión de la Tradición, etc). Este período, cuya gravedad es tal que si no se acortara "no se salvaría nadie", tiene un término pautado por las señales cósmicas en el Cielo (literales o figuradas) "después de la tribulación". Le siguen la "purificación del Santuario" y probablemente, la renovación general.
Nos explicamos: la "gran tribulación" es un período de tiempo -simbolizado en las Escrituras como "tres años y medio", "cuarenta y dos meses" o "1260 días", esto es la segunda mitad de la también simbólica "última semana" que profetizó Daniel en el Antiguo Testamento- que finaliza con la destrucción de las Bestias apocalípticas y una reivindicación de los Testigos de Cristo. Pero no hay graduación en ese tiempo de manera que lo que ocurra en el Sínodo de este mes de octubre suponga algo más grave que lo ya vivido (Vaticano II, Supresión del Sacrificio, escándalos de Asís, excomunión de la Tradición, etc). Este período, cuya gravedad es tal que si no se acortara "no se salvaría nadie", tiene un término pautado por las señales cósmicas en el Cielo (literales o figuradas) "después de la tribulación". Le siguen la "purificación del Santuario" y probablemente, la renovación general.
Y en tal caso, lo que nos espera, a la vista de los acontecimientos mundiales en todos los órdenes (¿las tres ranas apocalípticas?) es la destrucción de las fuerzas anticrísticas por el "resplandor de su Venida" (imagen que nos gusta emplear dado que indica una intervención de Dios pero no necesariamente su presencia visible - a efectos de evitar caer en "milenarismos" no del todo aclarados- para instaurar el Reino)
Tengo una duda. Es evidente que usted no es neoconservador ni sedevacantista. ¿Acaso es lefebvriano o de la Fraternidad San Pedro? Gracias.
ResponderEliminarEstimado visitante:
ResponderEliminarComo Ud. bien dice, no soy neoconservador ni sedevacantista. Soy católico afín a la Fraternidad o Hermandad San Pío X. Hay razones de fondo a las que se sumaron otras de índole esjatológica (ya que comenta en esta entrada). Esa Hermandad no es un grupo más, es una obra suscitada por Dios para estos tiempos finales. Son los dos Testigos, Olivos o Candeleros, en su rama sacerdotal y monástica. Y ese rol lo ha de cumplir cabalmente (no hay lugar para las "defecciones" que imaginan los "resistentes"). Ese rol es el de mantener la liturgia y doctrina de siempre, en su integridad. Puede haber errores en actitudes personales, o en concepciones arquitectónicas (...), pero NO en la fidelidad a la Iglesia de siempre.