Muchos saben o perciben que está
cerca el "resplandor de su venida", el Juicio de las naciones, el gran
Juicio del valle de Josaphat o la última batalla de "Armagedón".
Lo que no todos logran visualizar
es el alcance de dicho evento. Así por ejemplo se han divulgado recientemente
unas supuestas palabras de la Hna Lucía (en carta al Cardenal Caffara) y que
algunos amigos han asumido como ciertas, por las que habría advertido que la
"batalla final entre el Señor y el reino de Satanás será acerca del
matrimonio y de la familia...esta es una cuestión decisiva".
Me permito dudar de que estas
palabras sean de la verdadera Hna. Lucía. En efecto, parafrasea lo de la
batalla final que la verdadera Hna. Lucía refirió al P. Agustín Fuentes en
1957, en donde esa batalla final se enmarca en los últimos tiempos, esto es, la
batalla entre Cristo y el Anticristo. Esto no quiere decir que la batalla por
la familia y por el matrimonio no sean importantes, pero no constituyen el
centro de la batalla final, que en tal caso queda reducida a una batalla por el
orden natural, cuando en puridad, la última batalla es de orden sobrenatural,
se pelea antes que nada en el Cielo y desemboca en la tierra: "Entonces se
entabló una batalla en el cielo: Miguel y sus Angeles combatieron con el
Dragón. También el Dragón y sus Angeles combatieron, pero no prevalecieron
y no hubo ya en el cielo lugar para ellos. Y fue arrojado el gran Dragón,
la Serpiente antigua, el llamado Diablo y Satanás, el seductor del mundo
entero; fue arrojado a la tierra y sus Angeles fueron arrojados con él"
(Ap.12, 7)
Esa batalla, reminiscencia de la
batalla del Génesis, se prosigue en las respectivas simientes (la de la Mujer
y la del Dragón). Allí tenemos al "Hijo varón", que no es otro que el
remanente fiel, representado asimismo en los 144000 que vienen a ser el
equivalente de los "siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante
Baal, y cuyas bocas no lo besaron" (1 Reyes 19:18), encuadrados por
el profeta Elías (ya volveremos sobre él).
Pero aquí también, los
"exégetas" de todo pelo se apresuran en negar la realidad. Nos llama
la atención cómo proyectan todo para le futuro, cuando está todo o casi todo ante sus ojos.
Citemos de los comentaristas del
blog "Amor a la 'verdad'": "Durante la primera mitad de la
semana, el Hijo de Iniquidad buscará consolidar su hegemonía planetaria,
durante la segunda mitad, ejercerá su poder efectivo de manera universal y
desencadenará la última y gran persecución contra la Iglesia, conocida como «
la gran tribulación », acompañada ésta por la predicación de Enoch y Elías,
quienes ejercerán su ministerio durante el imperio global anticrístico, y luego
serán ejecutados en Jerusalén (Ap. 11, 8)". Asombroso, para este
comentarista no estamos viviendo al presente la "gran tribulación"...
Otro comentarista afirma:
"Si el Anticristo aparece en 2015 duraría 3 años y medio, o sea antes de
2021, porque tengo entendido que el Anticristo tendrá medio reinado en la
sombra y otro medio en lo público, pues planeará la guerra de Oriente para su
salida pública, saliendo con un pacto de paz con el que parará la destrucción y
el mundo le abrazará". La fecha de 2021 es dada por el autor del blog, no
se sabe bien con qué fundamento y de ahí el razonamiento del comentarista. En realidad,
la fecha de 2021 sí es profética, porque desde la fecha de supresión del
Sacrifico son 52 años, al igual que la otra primera mitad (desde 1917). Hacemos
notar que en el calendario azteca los 52 años significaban un ciclo de tiempo
y aunque no demos crédito a sus cálculos, sorprende esa cifra y la
circunstancia de que la Virgen María de Guadalupe se haya aparecido en tierras
aztecas representada con una luna bajo sus pies, tal como en Apocalipsis. No
obstante, sabemos que los tiempos "serán acortados" y otras fechas
proféticas nos interpelan antes: sobre fin de este año y hacia los años
2017-2018.
Un tercer comentarista se
explaya: "Nos esperan grandes combates. Yo pienso que la fortaleza de los
últimos fieles va pareja con la Visibilidad completa de la Iglesia Católica. Es
necesario que la Iglesia entre al Milenio guiada por su Cabeza Visible, por eso
creo que entre los últimos combates está el no rendirnos antes las dificultades
que pone el enemigo para que tengamos un Papa. Los Dos Testigos llevarán las
almas a la Iglesia, y es el Papa y la Jerarquía unida a él quienes recibirán a
los conversos: los judíos y los gentiles. Estamos al final de Filadelfia, el
Falso Profeta existe, el Inicuo está creciendo entre las sombras, “cuerno
pequeño que se hace grande”, y el Diablo sabe que le queda poco tiempo. Los
acontecimientos se precipitarán cada vez a mayor velocidad, debemos conservar
“las lámparas encendidas para la llegada del Esposo a las Bodas”. Seguimos en
tiempo futuro y curiosamente para un sedevacantista, se le despierta la
necesidad de hacer aparecer -de la nada- la "Cabeza visible" que
niega al presente. Y por construirse una realidad diferente de la FSSPX, no
quiere ver en ella a ese Testigo del fin de los tiempos, con el espíritu de
Elías, cuya función principal consistió en restablecer el altar: “Entonces
dijo Elías a todo el pueblo: Acercaos a mí. Y todo el pueblo se le acercó; y él
arregló el altar de Jehová que estaba arruinado” (1 Reyes 18:30). Acompañado
en su función por el espíritu de penitencia de Enoch el cual "fue
trasladado al Paraíso, para dar la penitencia a las gentes" (Ecl 44, 16), que
es la rama monástica unida a la dicha Fraternidad sacerdotal.
Resumiendo, la batalla final se
está librando en las almas -es una batalla de orden espiritual aun cuando el
enemigo recurre en ocasiones a matar los cuerpos, lo vemos especialmente en
Medio oriente- y su campo son todos los ámbitos de la sociedad, no sólo el
familiar, sino también el político, social, religioso...especialmente éste
último: "Padre, el demonio está librando una batalla decisiva contra
la Virgen; y como sabe qué es lo que más ofende a Dios y lo que, en menos
tiempo, le hará ganar mayor número de almas, está tratando de ganar a las almas
consagradas a Dios, ya que de esta manera también deja el campo de las almas
desamparado, y (el demonio) más fácilmente se apodera de ellas".
Pero, a un mal inmenso
corresponde un remedio de igual naturaleza: “Cuando viereis, pues,
la abominación de la desolación, anunciada por el profeta Daniel, estar en el
lugar santo (¡el que lee, entienda!), entonces los que estén en la Judea huyan
a los montes... Rogad que vuestra fuga no sea en invierno ni en sábado, porque
habrá entonces tribulación grande, cual no la hubo desde el comienzo del mundo
hasta ahora, ni la habrá. Y si no se acortaran aquellos días, no se salvaría
hombre viviente; mas en atención a los elegidos serán acortados aquellos días”
(Mt. 24 15, 20-22)