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sábado, 2 de abril de 2022

"Nunc dimittis" de la Tradición y despedida del blog


La consagración de Rusia por el Papa y todos los Obispos significó el "Triunfo del Corazón Inmaculado de María", tan anhelado por muchos durante tanto tiempo y respecto del cual se editaron tantos libros, folletos, estampas, etc. Decimos que significó el "triunfo" puesto que Nuestro Señor mismo, a la pregunta de porqué no convertía a Rusia sin necesidad de la consagración, respondió: "porque quiero que toda mi Iglesia reconozca esta consagración como un triunfo del Corazón Inmaculado de María". Pero el 'triunfo' se concretará cuando Rusia se convierta y haya paz en el mundo y, en ese instante, se asocien  los portentos con la simple ceremonia realizada el 25 de marzo pasado.

 

A su vez, la concreción de las promesas representará el 'triunfo' del combate de la Tradición católica, puesto que, como analizaremos a continuación, la conversión de Rusia se enmarca en la conversión final de la 'gentilidad' y la paz mundial es la 'paz mesiánica' tantas veces aludida en las profecías vetero y neotestamentarias. De suerte que, el acto del 25 de marzo pasado, aniversario de la muerte de Monseñor Lefebvre, puede ser considerado como su "Nunc dimittis". Cuando el Santo Simeón vió al Niño Jesús en su presentación en el Templo de Jerusalén, exclamó: “Ahora, Señor, puedes dejar que tu siervo vaya en paz…porque han visto mis ojos tu salvación...” (Lc 2, 29-32)

 

La consagración de Rusia calza perfectamente con los tiempos apocalípticos que mencionamos en nuestro Album: la "Iglesia de Laodicea", la última, en la cual Cristo está "a las puertas"; "Sexto Sello", el de la 'gran tribulación' que llega a su fin con el 'gran día del furor"; "Séptima trompeta" que hace alusión al último 'ay', el cual vendría a ser la herejía modernista y a las calamidades que le ponen fin; "Sexta plaga" que nos refiere la convocatoria para "Armagedón" y nos previene "mira que vengo como ladrón". Esto es, estamos en las vísperas del fin de los '1260 días' simbólicos de la profecía de Daniel y de su equivalente neotestamentario (Ap 12),  lo que se conoce como "Juicio de las naciones", "Día de Yahweh", "Resplandor de su Venida" y que supone la caída de las "Bestias apocalípticas" (Ap 19, 20),  seguida por la de todo "Principado, Dominación y Potestad" (1 Corintios 15, 24).

 

Y aquí emerge un primer cuestionamiento: ¿cómo será posible que a un acto de consagración le sigan tamañas calamidades? La respuesta más prudente que podemos dar es la que ya hemos adelantado, en cuanto a que la 'justicia divina' y la 'paz' no son incompatibles. Otra respuesta implicaría adentrarnos en el farragoso tema del 'arrebato' (1 Tes, 4, 13-17) o bien sopesar la advertencia de Cristo de 'velar y orar' a fin de que seamos "dignos de escapar de todas estas cosas que han de suceder" (Lc 21, 36).

 

Otra duda que asalta es la del orden en que tendrán lugar los acontecimientos. La "conversión de Rusia" no la vislumbramos como un simple acuerdo con las autoridades -quizás hasta sin 'abjuración' previa-, con un 'marco canónico' que podría ser un 'Patriarcado' y con una coexistencia con el modernismo imperante actualmente. No se corresponde ello con la fuerza de la palabra 'conversión' utilizada por la Santísima Virgen. La "conversión" sería un hito que marcaría el "fin del tiempo de los gentiles" (Lc 21, 24), seguida de cerca por el final o 'apresamiento' del "Falso profeta" o "Iglesia conciliar" y convergiendo en la  conversión de los hebreos (Rm 11, 25).

 

Y todo ello junto, representando lo que San Luis María Grignon de Montfort profetizó en su "Oración abrasada": "El reino especial de Dios Padre duró hasta el diluvio y terminó un diluvio de agua; el reino de Jesucristo terminó por un diluvio de sangre; pero vuestro reino, Espíritu del Padre y del Hijo, continúa actualmente y se terminará por un diluvio de fuego, de amor y justicia".

 

Ante tal perspectiva, nos ha parecido que el blog ha cumplido el rol que se asignó ya en su "primera época", el de apuntalar al "remanente fiel", y que se prosiguió en la "segunda época" con el énfasis puesto en los mensajes de Fátima y en la realidad apocalíptica en que vivimos. Es tiempo de mantener la "lámpara encendida", no sea que cuando lleguen las Bodas, nos encuentre dormidos (Mt 25, 1-13).


martes, 16 de junio de 2020

Viganos

Esta entrada pretende ser una secuela de aquella otra en la que manifestábamos nuestra desconfianza en las pretensiones del ex Arzobispo Viganò en esa ocasión. De esta postura pública del ex Arzobispo a las más recientes ha habido una evolución  que lo aproxima a la postura de la Tradición verdadera pero que no obstante no deja de presentar algunas incógnitas que intentaremos despejar, de ahí el plural en el onomástico en el título. Todo lo cual hace inconveniente, nuevamente, la intención de los cismáticos del "Non serviam" para que la FSSPX se pronuncie apoyando al ex Arzobispo.

En el conciliarismo hay, si se puede afirmar, tres "vacas sagradas": el propio Concilio Vaticano II, el Novus Ordo Missae y la figura de Juan Pablo II (a la que algunos añaden -como algo inseparable- la de su fiel colaborador, el Cardenal Ratzinger, devenido en Benedicto XVI). Para que podamos decir que alguien es fiel a la Verdad y a la Tradición de la Iglesia debe haber superado las tres, y no sólo una o dos de ellas. 

Pues bien, el Viganò de la denuncia original no manifestaba una renuncia a ninguna de las tres "vacas sagradas", sólo una crítica a una de sus consecuencias (los abusos sexuales del clero) en la medida que, siguiendo a San Pablo, es dable ver en esas perversiones una previa defección en la Fe (aunque es justo distinguir, como lo hicimos, el pecado individual que no implica necesariamente esa defección, del pecado como institución, que supone también una desviación doctrinal instalada).

El Viganò del reciente texto deja de lado, de un plumazo, a la "vaca sagrada" del Concilio Vaticano II (en sus enunciados y en el pretenso diferente "espíritu", que en realidad vienen a constituir una misma cosa), a la "vaca sagrada" del Novus Ordo Missae ("El que tengamos una liturgia protestantizada y a veces incluso paganizada, se lo debemos a la revolucionaria acción de monseñor Annibale Bugnini y a las reformas postconciliares") y pensamos que también a la "vaca sagrada" de Juan Pablo II ("y creímos sinceramente que ver a Juan Pablo II rodeado por brujos sanadores, monjes budistas, imanes, rabíes, pastores protestantes y otros herejes era prueba de la capacidad de la Iglesia de convocar a todos los pueblos para pedir a Dios la paz, cuando el autorizado ejemplo de esta acción iniciaba una desviada sucesión de panteones más o menos oficiales, hasta el punto de ver a algunos obispos portar el sucio ídolo de la pachamama sobre sus hombros, escondido sacrílegamente con el pretexto de ser una representación de la sagrada maternidad") [ndr: notamos especialmente que el exArzobispo no le agrega el "San"]

Con respecto a Benedicto XVI, hay una suerte de disculpa hacia su figura: "Y si, hasta Benedicto XVI podíamos todavía pensar que el golpe de estado del Concilio Vaticano II (que el Cardenal Suenens llamó “el 1789 de la Iglesia”) estaba experimentando una desaceleración...", aunque la misma no está exenta de razones. El problema es que no visualiza que Benedicto XVI forma si se quiere  un tándem con Juan Pablo II, puesto de manifiesto en la constante evocación a la figura y a las acciones de este último por parte del primero (como queda claro en la reciente biografía que publicó Peter Seewald).

¿Cuál es entonces nuestra principal reserva para no cantar "victoria" con este "hijo pródigo" (tratando de que no se nos cuele la mala actitud del 'hermano mayor' de ese hijo pródigo)?: que  el texto no contiene una sóla mención a los únicos Obispos que se opusieron oficialmente a los desvaríos teóricos y prácticos que el menciona, los beneméritos Monseñores Lefebvre y Castro Mayer, omisión muy llamativa. Y en ello, mal que les pese a los del cisma del "Non serviam", es muy diferente a la valerosa actitud del Obispo filipino Monseñor Salvador Lazo.

Por último, no podemos dejar pasar la misiva que el exArzobispo Viganò enviara al presidente estadounidense Trump, país en el que ejerciera como Nuncio Apostólico. La misma nos parece más una expresión voluntarista que una meditada reflexión, puesto que dista de la explicación de San Agustín de las "dos Ciudades", por la cual mientras estamos en el tiempo no es posible saber con exactitud quiénes son los hijos reales y verdaderos de la "Ciudad de Dios" y quiénes de la "Ciudad terrena",  máxime tratándose del presidente de la principal potencia mundial, potencia que no se caracteriza precisamente por su humildad o por el "amor a la Verdad"...

jueves, 28 de abril de 2016

San Luis María Grignon de Montfort y lo que "olvidó" dejar consignado


Resulta que en una identificación que hizo el P. Basilio Méramo (y algún otro Sacerdote en Francia) que compartimos en todos sus términos (y que ampliamos con aportes propios), es posible unir la obra de San Luis María Grignon de Montfort con la de Mons. Lefebvre:  

"San Luis María Grignion de Monfort, programa una congregación de sacerdotes Misioneros de la Compañía de María, pero que nunca pudo concretar por sí mismo, pero que un discípulo de su ideal y espíritu realizó. Tal es la obra de Monseñor Marcel Lefebvre [1]quien fuera Superior de la Congregación del Espíritu Santo, cuyo fundador el P. Poullart des Places fue amigo de San Luis Grignion. Ellos llegaron a un acuerdo: «Un encuentro con Poullart des Places en la primavera de 1703 finalizó en un cordial acuerdo: ‘Si Dios, decía Poullart, me hace la gracia de lograrlo, podréis contar con misioneros. Yo los prepararé y vos los pondréis en ejercicios’. Poullart murió en 1709. Pero el acuerdo permaneció entre Montfort y el Seminario del Espíritu Santo. Por esto en junio 1713 se dirige a uno de los sucesores de Poullart de Places y le comunica su plan dando lectura del reglamento que había hecho para aquellos de sus alumnos y otros que querían reunírsele con el mismo propósito. Así pues, en esta fecha, las reglas fueron redactadas» (Oeuvres Complètes de Saint Louis-Marie Grignion da Montfort, Ed du Seuil, Paris, 1966, p. 674)"  

"Pues bien, Monseñor Lefebvre es un discípulo de  Poullart des Places fundador de la Congregación del  Espíritu Santo y gran amigo de San Luis María Grignion de Montfort"

Esa ligazón se acentúa con la predicción que hace San Luis María Grignon de Montfort de los "Santos marianos de los últimos tiempos": "...con intuición e inspiración profundamente profética y apocalíptica San Luis quiso dar las Reglas de una legión de Sacerdotes fieles en medio de la apostasía, bajo la protección y el ideal de María Santísima, llamándola Misioneros de la Compañía de María. Pero la divina providencia quizo que fuera un sucesor del fundador de los padres del Espíritu Santo (Poullard des places gran amigo de San Luis Grignion). Dicho sucesor es Mons. Lefebvre quien realizará tal empresa al fundar la Fraternidad de los Apóstoles de Jesús y María o según su título público Fraternidad Sacerdotal San Pío X." 

"La coincidencia no puede ser mayor y no es meramente casual, hay una continuidad y afinidad directa entre San Luis Grignion de Montfort y Poullart des Places fundador de los Misioneros del Espíritu Santo de donde procede Monseñor Lefebvre llegando a ser su Superior General durante los años 1962 a 1968. El pensamiento de San Luis Grignion era además apocalíptico; en sus escritos se deja traslucir. Por ejemplo en la oración abrasada dice: «Es tiempo de hacer  lo que habéis prometido. Vuestra divina Ley es quebrantada; vuestro Evangelio, abandonado; torrentes de iniquidad inundan toda la tierra y arrastran a vuestros mismos siervos; toda la tierra está desolada; la impiedad está sobre tu trono; hasta en lugar santo.(...) ¿No es menester que vuestra voluntad se haga en la tierra como en el cielo y que venga vuestro reino[2]? ¿No habéis mostrado de antemano a  alguno de vuestros amigos una renovación futura de vuestra Iglesia?¿No han de convertirse a la verdad los judíos? ¿No es esto lo que espera vuestra Iglesia? ¿No os piden a gritos todos los santos del cielo justicia: ¿Vindica? ¿No os dicen todos los justos de la tierra: Amen, veni, Domine? Las creaturas todas aún las más insensibles, gimen bajo el  peso de los pecados innumerables de Babilonia y piden vuestra venida para restaurar todas las cosas». (Ibid. p. 676-677). 

"Nos recuerda la Parusia, la Segunda venida de Nuestro Señor en Gloria y Majestad, su reino en la tierra, una vez que todo haya sido restaurado (recapitulado) en Cristo, tal como dice la divisa de San Pío X: omnia instaurare in Christo, todo restaurarlo en Cristo; es asombroso, pero es así"

"Los apóstoles de los últimos tiempos serán según San Luis Grignion verdaderos  servidores de la Santa Virgen, libres con la libertad de Dios, desasidos de todo, esclavos del amor y de la voluntad de Jesús y María, de la raza de María en oposición a la raza de Satanás, conscientes que la persecución que los hijos y la raza de Belial librarán contra los hijos de la raza de la Virgen María. Tal como se afirma en la oración Abrasada, para terminar exclamando: «Señor, levantaos, ¿Por qué parecéis dormir? Levantaos en vuestra omnipotencia, vuestra misericordia y vuestra justicia, para formaros una compañía escogida de guardaespaldas, que guarden vuestra casa, defiendan vuestra gloria y salven vuestras almas, a fin de que no haya sino un solo rebaño y un pastor y que todos os rindan gloria en vuestro templo: Et in templo euis omnes dicent gloriam. Amen». (Ibid. p. 687-688).

"La regla que elabora San Luis Grignion es para los Apóstoles de María de estos últimos tiempos que él quizo fundar pero que la divina providencia dispuso que fuera Monseñor Marcel Lefebvre fruto de los misioneros del Espíritu Santo salidos de Poullard des Places  quien tenía estrecha amistad con San Luis Grignion de Montfort, y quien decía: «Serán los apóstoles verdaderos de los últimos tiempos, a quienes el Señor de las virtudes dará la palabra y la fuerza para obrar maravillas y obtener gloriosos trofeos sobre sus enemigos, dormirán sin oro ni plata, y lo que es más, sin cuidados en medio de los otros sacerdotes, eclesiásticos y clérigos, inter medios cleros, y, sin  embargo, tendrán las alas plateadas de la paloma para ir con la pura intención de la gloria de Dios y de la salvación de las almas a donde los llame el Espíritu Santo, y nos dejarán detrás de ellos, en los lugares donde prediquen, más que el oro de la caridad, que es el cumplimiento de toda ley.» (Op. Cit p. 521).

Vale recordar que esta reseña (irreconocible hoy en día) del P. Méramo es de fecha 19 de setiembre de 1995.

La confirmación de la identificación nos la proporciona el hecho de que el mismo Santo se pregunta quiénes serán esos santos y él mismo se contesta (en forma inspirada): "Serán Ministros del Señor",  "Serán hijos de Leví" (Sacerdotes de la Antigua alianza) (Tratado de la Verdadera Devoción, 56), “una congregación, una asamblea...” (“Oración abrasada”, 18)

Lo que "olvidó" dejar consignado San Luis María Grignon de Montfort (1673-1716) en sus escritos (según la visión de los cismáticos de la "resistencia" y de los "sedevacantes" -entre ellos el mismo P. Méramo)  fue que esos Santos marianos -"apóstoles verdaderos de los últimos tiempos"-  llegarían  con el tiempo...¡a dejar de ser  "verdaderos" ...! y a pasar a ser 'acuerdistas', 'liberales', 'falaces' (sic)…

martes, 26 de abril de 2016

Citas esclarecedoras del fundador de la FSSPX


Ante los que siembran cizaña citando al Fundador de la FSSPX en forma sesgada, aquí van unas citas esclarecedoras:

"Cuando se perciba que nuestros prioratos, nuestras parroquias no predican otra cosa que la verdad, no manifiestan más que las virtudes de Nuestro Señor, entonces será imposible que no llegue el día en que los obispos digan: ‘¿Qué se les puede reprochar? Enseñan la doctrina de la Iglesia, enseñan las virtudes de la Iglesia, tienen el rito que la Iglesia siempre ha practicado, tienen los sacramentos que la Iglesia siempre ha enseñado. ¿Qué se les puede reprochar? Nada’. Pero no pudiendo culparlos de nada, no es imposible que un día los obispos conscientes de su cargo terminen diciendo: ‘Bueno sí, estamos obligados a reconocerlos y esta parroquia ahora es reconocida' incluso en una situación un tanto híbrida, en cuanto dirían: ‘las parroquias actuales continúan en lo que han hecho hasta ahora, pero reconocemos a esta parroquia personal por todas las personas que quieren ir a ella y frecuentar a sus sacerdotes, también los reconocemos’. Eso podría ser una solución, yo diría que un paso, tal vez, no sé, no conozco el futuro, no soy un profeta. Pero es posible. En cualquier caso, debemos estar con esa disposición  y  no con una de  ruptura  y una disposición de oposición por la oposición, de oposición a la Iglesia, no en lo más mínimo" (Mons. Marcel Lefebvre, 3 abril 1977, en DICI n°7)

"Entonces, ¿hay que decir apresuradamente: 'Todas estas personas son personas que hay que rechazar,  con las cuales no se debe  tener ningún tipo de relación, que son todos enemigos de la Iglesia'? No, en absoluto! No hay que pasar de inmediato de algunas constataciones a las últimas consecuencias, que es el mejor medio para alejar a todas estas personas y para que nunca se conviertan, para nunca poder traerlos de vuelta a la verdad, para nunca permitir que actúen con mayor firmeza, eso es cierto" (Mons. Lefebvre, 1976)

"Pertenecemos a la Iglesia visible, a la sociedad de los fieles bajo la autoridad del Papa, porque no rechazamos la autoridad del Papa, pero sí lo que hace. Reconocemos  la autoridad del Papa, pero cuando usa su autoridad para hacer lo opuesto a aquello para lo que nos fue dada, es claro que no podemos seguirlo" (Fideliter, No. 66 Noviembre-Diciembre 1988)

sábado, 1 de agosto de 2015

La balanza del Santuario



“Ora con insistencia, clama sin cansarte y llora con lágrimas amargas en el secreto de tu corazón, pidiendo a nuestro Padre Celestial, que por el amor al Corazón Eucarístico de mi Hijo Santísimo ponga cuanto antes fin a tan aciagos tiempos, enviando a esta Iglesia el Prelado que deberá restaurar el espíritu de sus sacerdotes.

“A ese hijo mío muy querido lo dotaremos de una capacidad rara, de humildad de corazón, de docilidad a las divinas inspiraciones, de fortaleza para defender los derechos de la Iglesia y de un corazón tierno y compasivo. En su mano será puesta la balanza del Santuario, para que todo se haga con peso y medida, y Dios sea glorificado”.

(Hacia fines del siglo XVI y comienzos del XVII, la Santísima Virgen de El Buen Suceso previó, en sucesivas apariciones a la Abadesa del Monasterio de la Limpia Concepción de Quito, Venerable Madre Mariana de Jesús Torres, las catástrofes espirituales y materiales que deberían acontecer en el siglo XX.)

¿Quién es este Prelado a que se refiere la profecía?

Del repaso que hemos hecho de las numerosas páginas de internet que tratan el tema no hemos encontrado los manuscritos originales de donde se extraen estas profecías. En una de esas páginas se evoca una obra titulada "Vida Admirable de la Rvda. Madre Mariana de Jesús Torres" cuya transcripción en portugués se encuentra aquí y extractada aquí.

Nos ha sorprendido la llamativa omisión del pasaje que reproducimos en el acápite en cierta página (aquí) o la sustitución de la palabra "Prelado" por la de "restaurador" (aquí) así como el hecho de que súbitamente desaparece la referencia en la transcripción de esta otra página (aquí), que en realidad era la traducción de una página en inglés  que se encontraba en este sitio (aquí). De acuerdo a los comentarios al pie, alguien observó la omisión a su autora y ésta claramente expresó su opinión contraria a la identificación del Prelado que se le formuló...Sobre esta autora, léase aquíQue el lector atento sepa discernir lo que estas páginas tienen en común...para no llamarse a engaño.

No es tan llamativa, en los de la sedevacancia, la omisión del pasaje que refiere a la corrupción de muchos sacerdotes y a sus efectos: "Con este aparente triunfo de Satanás, se provocarán sufrimientos enormes en los buenos pastores de la Iglesia, y a la excelente mayoría de buenos sacerdotes y al Pastor supremo y Vicario de Cristo en el tierra, el cual, prisionero en el Vaticano, derramará secretas y amargas lágrimas en la presencia de su Dios y Señor, pidiendo luz, santidad y perfección para todo el clero del universo, del que es rey y padre"

Esta referencia es por demás interesante. Sin que pretendamos imponer una interpretación de este pasaje hacemos notar lo que se especula al respecto: "En este sentido, vemos una coincidencia entre los mensajes de Quito y de Fátima, sobretodo en lo que dice respecto de la figura del Santo Padre, perfectamente aplicable a Benedicto XVI, que tanto sufrió y fue acusado por esos crímenes" (alude a los casos de pedofilia en el clero)

En cambio, la identificación del "Prelado que habrá de restaurar el espíritu de sus sacerdotes" con Mons. Lefebvre no puede dar lugar a dudas. En primer lugar, porque el contexto de esta profecía es "hacia el final del siglo XIX y la mayor parte del XX" , en medio de una crisis de Fe, y no hay otro candidato que el santo Obispo francés en esas coordenadas de tiempo. En segundo lugar, porque "Prelado" es en la definición que proporciona la Rae un "Superior eclesiástico constituido en una de las dignidades de la Iglesia, como el abad, el obispo, el arzobispo, etc" pero no un Papa como maliciosamente proponen algunos.  Y en tercer y último lugar, porque se dice que para poseer pronto este Prelado y Padre, harán contrapeso la tibieza de todas las almas a Dios consagradas" lo que es propio de este tiempo (la característica propia de la "Iglesia de Laodicea" en la que nos encontramos es precisamente la tibieza).

Responderemos ahora a algunas objeciones que pudieran efectuarse a esta identificación:

1) la que dice que la llegada de ese Prelado supone el "fin de tan aciagos tiempos", lo que no ocurrió con Mons. Lefebvre. 

Lo primero es señalar que algunos distinguen el objeto del clamor que se pide, uno dirigido a poner fin a esos "aciagos tiempos" y el otro -separado en algunas transcripciones por la conjunción "y"- el envío por parte de Dios de ese Prelado. Lo segundo, que la venida de este Prelado y su obra restauradora supone ya para muchos -saciados en la doctrina y la liturgia- ese final, que en tal caso se ve anticipado a su respecto.

2) la que identifica a ese Prelado con un dignatario eclesiástico ecuatoriano: Podemos leer aquí:  "¿Quién será aquel Prelado santo? Ya antes, en la aparición de 1599, Nuestra Señora se había referido a él como, probablemente, un obispo de Quito.

'Llegados los tiempos de oro para éste mi monasterio, será feliz y premiado de Dios aquel Prelado, hijo mío tan querido, el cual, conociendo con luz divina la necesidad de la sujeción inmediata a los [Frailes] Menores [o sea, a los franciscanos] para la santificación y perfección de las hijas de mi Inmaculada Concepción, pedirá al Vicario de mi Hijo en la Tierra que los Menores gobiernen este monasterio... Este día vendrá cuando la corrupción de las costumbres en el mundo parezca haber llegado al ápice...'

En otra aparición la Santísima Virgen también habla del triunfo de la Iglesia, y menciona a un hijo escogido. Aquí no se refiere expresamente a un prelado, pero tampoco dice si es la misma persona. Lo cierto es que éste surgirá cuando el mal parezca triunfante y 'la autoridad' haya prevaricado.

'Pero cuando parezcan triunfantes y cuando la autoridad abuse de su poder cometiendo injusticias y oprimiendo a los débiles, próxima está su ruina, caerán por tierra desplomados.

'Y la Iglesia, cual tierna niña, resurgirá alegre y triunfante, y adormecerá blandamente, mecida en manos de hábil corazón maternal del elegido hijo mío, muy querido, de aquellos tiempos. Lo haremos grande en la Tierra y mucho más en el Cielo, donde le tenemos reservado un asiento muy precioso. Porque, sin temor de los hombres, combatió por la verdad y defendió impertérrito los derechos de su Iglesia, por el que bien le podrán llamar mártir' "

Lo primero, no se desprende necesariamente que se trate del mismo "Prelado" y del mismo "elegido hijo mío" que el Prelado a que hacemos referencia. Lo segundo, aplicable al primero de los mencionados, es la explicación que da la misma autora a que nos referimos antes (Marian Therese Horvat): en su libro, la autora aclara que la palabra "Prelado", en el lenguaje del siglo XVII, designa tanto a un dignatario civil como eclesiástico y una solicitud de este tenor bien podría recaer en una autoridad no religiosa. Lo tercero, la alusión al resurgimiento de una Iglesia "alegre y triunfante" no implica concomitancia con su "mecimiento", antes bien,  supone una actividad que se presume anterior, en nada contradictoria con la obra de Mons. Lefebvre.

Para finalizar con esta reseña, quisiéramos reproducir las palabras del mismo Mons. Lefebvre en el sermón en ocasión de las consagraciones episcopales de julio de 1988: "Pido disculpas por continuar el relato de esta aparición, pero en ella se habla de un  prelado que se opondrá totalmente a esta ola de apostasía y de impiedad y preservará el sacerdocio preparando buenos sacerdotes. Hagan ustedes la aplicación si quieren, yo no quiero hacerlo. Yo mismo me he sentido estupefacto leyendo estas líneas, no puedo negarlo. Está escrito, impreso, consignado en los archivos de esta aparición".