sábado, 2 de abril de 2022

"Nunc dimittis" de la Tradición y despedida del blog


La consagración de Rusia por el Papa y todos los Obispos significó el "Triunfo del Corazón Inmaculado de María", tan anhelado por muchos durante tanto tiempo y respecto del cual se editaron tantos libros, folletos, estampas, etc. Decimos que significó el "triunfo" puesto que Nuestro Señor mismo, a la pregunta de porqué no convertía a Rusia sin necesidad de la consagración, respondió: "porque quiero que toda mi Iglesia reconozca esta consagración como un triunfo del Corazón Inmaculado de María". Pero el 'triunfo' se concretará cuando Rusia se convierta y haya paz en el mundo y, en ese instante, se asocien  los portentos con la simple ceremonia realizada el 25 de marzo pasado.

 

A su vez, la concreción de las promesas representará el 'triunfo' del combate de la Tradición católica, puesto que, como analizaremos a continuación, la conversión de Rusia se enmarca en la conversión final de la 'gentilidad' y la paz mundial es la 'paz mesiánica' tantas veces aludida en las profecías vetero y neotestamentarias. De suerte que, el acto del 25 de marzo pasado, aniversario de la muerte de Monseñor Lefebvre, puede ser considerado como su "Nunc dimittis". Cuando el Santo Simeón vió al Niño Jesús en su presentación en el Templo de Jerusalén, exclamó: “Ahora, Señor, puedes dejar que tu siervo vaya en paz…porque han visto mis ojos tu salvación...” (Lc 2, 29-32)

 

La consagración de Rusia calza perfectamente con los tiempos apocalípticos que mencionamos en nuestro Album: la "Iglesia de Laodicea", la última, en la cual Cristo está "a las puertas"; "Sexto Sello", el de la 'gran tribulación' que llega a su fin con el 'gran día del furor"; "Séptima trompeta" que hace alusión al último 'ay', el cual vendría a ser la herejía modernista y a las calamidades que le ponen fin; "Sexta plaga" que nos refiere la convocatoria para "Armagedón" y nos previene "mira que vengo como ladrón". Esto es, estamos en las vísperas del fin de los '1260 días' simbólicos de la profecía de Daniel y de su equivalente neotestamentario (Ap 12),  lo que se conoce como "Juicio de las naciones", "Día de Yahweh", "Resplandor de su Venida" y que supone la caída de las "Bestias apocalípticas" (Ap 19, 20),  seguida por la de todo "Principado, Dominación y Potestad" (1 Corintios 15, 24).

 

Y aquí emerge un primer cuestionamiento: ¿cómo será posible que a un acto de consagración le sigan tamañas calamidades? La respuesta más prudente que podemos dar es la que ya hemos adelantado, en cuanto a que la 'justicia divina' y la 'paz' no son incompatibles. Otra respuesta implicaría adentrarnos en el farragoso tema del 'arrebato' (1 Tes, 4, 13-17) o bien sopesar la advertencia de Cristo de 'velar y orar' a fin de que seamos "dignos de escapar de todas estas cosas que han de suceder" (Lc 21, 36).

 

Otra duda que asalta es la del orden en que tendrán lugar los acontecimientos. La "conversión de Rusia" no la vislumbramos como un simple acuerdo con las autoridades -quizás hasta sin 'abjuración' previa-, con un 'marco canónico' que podría ser un 'Patriarcado' y con una coexistencia con el modernismo imperante actualmente. No se corresponde ello con la fuerza de la palabra 'conversión' utilizada por la Santísima Virgen. La "conversión" sería un hito que marcaría el "fin del tiempo de los gentiles" (Lc 21, 24), seguida de cerca por el final o 'apresamiento' del "Falso profeta" o "Iglesia conciliar" y convergiendo en la  conversión de los hebreos (Rm 11, 25).

 

Y todo ello junto, representando lo que San Luis María Grignon de Montfort profetizó en su "Oración abrasada": "El reino especial de Dios Padre duró hasta el diluvio y terminó un diluvio de agua; el reino de Jesucristo terminó por un diluvio de sangre; pero vuestro reino, Espíritu del Padre y del Hijo, continúa actualmente y se terminará por un diluvio de fuego, de amor y justicia".

 

Ante tal perspectiva, nos ha parecido que el blog ha cumplido el rol que se asignó ya en su "primera época", el de apuntalar al "remanente fiel", y que se prosiguió en la "segunda época" con el énfasis puesto en los mensajes de Fátima y en la realidad apocalíptica en que vivimos. Es tiempo de mantener la "lámpara encendida", no sea que cuando lleguen las Bodas, nos encuentre dormidos (Mt 25, 1-13).


martes, 29 de marzo de 2022

A propósito de la necesidad de insertar la aprobación de la devoción de los primeros sábados en el acto de consagración

Nos llega recién otro artículo (en francés) el cual, luego de analizar todas las condiciones pedidas por la Virgen para la validez del acto y establecer que se verifica la consagración de Rusia al Corazón Inmaculado en acto de reparación por los pecados, sólo retiene -como faltante- el que no se haya prometido la aprobación y propagación de la devoción de los "primeros sábados". Detengámonos pues en este (último) obstáculo:

Lo primero que hay que tener en cuenta es que en el mensaje original de 1917 se exponen diversas promesas y castigos:  la primer promesa refiere al fin de la primera guerra mundial, y el primer castigo, a que si "no se cesa de ofender a Dios" vendrá "otro castigo peor (segunda guerra mundial), hambre y persecuciones al Santo Padre"; luego, "para impedirlo", vendrá a pedir la "consagración de Rusia a su Corazón Inmaculado y la comunión reparadora de los primeros sábados"; la segunda promesa es que si "se escuchan mis pedidos, Rusia se convertira y habrá paz" y el segundo castigo : "si no, expandirá sus errores por el mundo, provocando guerras y persecuciones hacia la Iglesia. Los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá mucho que sufrir, muchas naciones serán aniquiladas". Todo esto ya tuvo su cumplimiento histórico. Ahora resta sólo una promesa: "Al fin, mi Corazón Inmaculado triunfará, el Santo Padre me consagrará Rusia [no se hace mención a los ´primeros sábados`], la que se convertirá y le será dado al mundo un cierto tiempo de paz".

En 1930 Sor Lucía le aclara al P. Goncalves que "el buen Dios promete poner fin a la persecución en Rusia [referida pues al comunismo] si el Santo Padre se digna hacer, junto con los Obispos, un acto solemne de reparación y de consagración a Rusia a los Corazones de Jesús y de María y si su Santidad promete, mediando el fin de esta persecuciónaprobar y recomendar la práctica de esta devoción."

En 1939, lo mismo. Sor Lucia escribe que Nuestro Señor le dice: "Insiste para que se divulgue la comunión reparadora de los primeros sábados...el momento se aproxima en que los rigores de mi justicia van a castigar los crímenes de muchas naciones. Algunas serán aniquiladas" [con esto queda explicitado que la 'aniquilación' refiere a la segunda guerra mundial].

Ahora bien, ya ese mismo año de 1939, luego de la promoción de la devoción de los primeros sábados entre los fieles portugueses por parte de Monseñor Da Silva, Obispo  de Leiría, Sor Lucía escribía: "Ahora no hace falta más que la consagración de Rusia por parte del Santo Padre y de todos los Obispos católicos. Ah! si me fuera dado ver que el Santo Padre se decide hacer esto".

En 1946 Sor Lucía recibe al escritor William Thomas Walsh y éste dice que Sor Lucía le repitió varias veces de que " lo que quiere Nuestra Señora es la consagración de Rusia a su Corazón Inmaculado en una ceremonia especial [ya no se alude a la devoción de los primeros sábados] Si esta consagración se  hace, la Santa Virgen convertirá a Rusia y la paz reinará en el mundo. Si no, los errores de Rusia se expandirán por todos lados".

Queda claro entonces que algunos pedidos y castigos ya tuvieron su cumplimiento histórico. Sólo restaba un pedido y una promesa: "el triunfo final con la consagración de Rusia al Inmaculado Corazón".

lunes, 28 de marzo de 2022

Desmontando a los últimos "katejones"

El Diablo no pudo impedir que, luego de casi cien años de efectuados los pedidos de la Virgen de Fátima, se diera cumplimiento a la "consagración de Rusia al Inmaculado Corazón" por el Papa y los Obispos. No obstante, intentó por todos los medios sembrar duda en cuanto a la validez del acto, invocando falsos argumentos: que se mencionaba a "Ucrania";  que los Obispos no acompañarían; que se consagraba también a la "Humanidad", a la "Iglesia" y a las "personas". Todos y cada uno de estos obstáculos fueron sorteados.

Ante ello, como última ratio, se le ha ocurrido atacar la legitimidad del acto, puesto que sí la oración recitada por el Papa Francisco contenía errores -como ocurre, por ejemplo, con el Concilio Vaticano II o la Nueva Misa- entonces la eficacia decaería, puesto que la Virgen no cumpliría sus promesas mediando algún ataque contra la Fé (aun quedando a salvo la validez).

Para ello recurrió recientemente, por un lado, a una pluma exquisita (no es para menos, el "envase cuenta") y, por otro, a la herejía sedevacantista. Respecto del primero, supimos tener un intercambio epistolar -vía la sección de comentarios- en nuestros respectivos blogs, en los que, entre otros temas, le participamos algo de nuestro sistema escatológico. El segundo es un viejo conocido, no tanto el autor de la nota sino el portal.

El primer artículo busca equiparar con falacia al acto de consagración de Rusia con un Sacramento, cuando expresa: "Y quisiéramos albergar al menos una sombra de optimismo respecto a que la fórmula de consagración entrañada en el collage católico-antropolátrico de Bergoglio... pueda surtir algún efecto salutífero al modo de un ex opere operato, con total prescindencia de las disposiciones de su mentor". Decimos que esto es falacia, ya que el acto de consagración practicado no se trata de un Sacramento, sino de un acto de régimen el cual, desde el punto de vista teológico, es  un Sacramental. Vale decir, en palabras de Mons. Schneider, "es un acto cuya eficacia depende de la oración impetratoria de la Iglesia (ex opere operantis ecclesia), el cual no produce la gracia sino que la prepara".

En tal caso, no importa la intención del consagrante, como sí es el caso en un Sacramento, sino lo que se impetra en el acto de consagración. En el acto del 25 de marzo pasado, se llevó a cabo la "consagración de Rusia al Corazón Inmaculado", tal como fuera pedido por la Virgen de Fátima. Tampoco importa que al invocar el título mariano "Tierra del Cielo" el Papa hubiese tenido en mente a la "madre tierra", sino que esa expresión pudiera ser leída en forma católica, como es el caso. 

El segundo artículo busca atacar también la legitimidad,  por la vía de su presunta inconformidad con el dogma, buscando equiparar este acto de consagración, como dijimos, con los actos contra la Fe del Vaticano II y de la Nueva Misa. Aquí conviene repasar lo conceptos ampliamente vertidos desde esta bitácora: 1) en el Concilio Vaticano II encontramos postulados que reiteran lo que la Iglesia dijo 'siempre y en todas partes', postulados ambiguos y postulados contra la Fe (caso por ejemplo de la "libertad religiosa"); los primeros se aceptan, los segundos se deben interpretar en forma católica y los terceros deben ser rechazados. 2) en la Nueva Misa, pese a que se sostuvo por muchos de que no había nada contra la Fé, nosotros hemos llegado a la conclusión de que la misma es contraria a doctrinas de "fide tenenda" (por contradecir la Bula 'Quo primum tempore' y por propiciar el error del 'arqueologismo' condenado en la Encíclica "Mediator Dei"). Con esto en vista, veamos de analizar el "acto de consagración" del Papa Francisco.

Comienza el articulista por citar la frase: "Hemos desatendido los compromisos asumidos como Comunidad de Naciones y estamos traicionando los sueños de paz de los pueblos y las esperanzas de los jóvenes.". Pues bien, aunque estos compromisos  (la paz y los 'sueños de los jóvenes' de vivir en paz) fueran los de la masónica ONU y aludieran sólo a la paz material, la misma, si bien no es la paz de Cristo, la integra: "Él juzgará entre muchos pueblos, Y enjuiciará a naciones poderosas y lejanas; Entonces forjarán sus espadas en rejas de arado Y sus lanzas en podaderas. No alzará espada nación contra nación, Ni se adiestrarán más para la guerra" (Miqueas 4, 3).

Luego cita esta otra: "Nos hemos encerrado en intereses nacionalistas… olvidándonos de que somos custodios de nuestro prójimo y de nuestra casa común." Todos sabemos de que hay 'nacionalismos'  que pueden ser malos, que buscan separarse de entidades con las cuales tienen historia y destino común o los que son portadores de ideas paganas, comunistas o globalistas anticristianas. Que el hombre sea custodio del prójimo y de la creación se puede extraer fácilmente de las Escrituras (Génesis 4, 9 cuando Caín le pregunta a Dios en sorna : "¿soy yo acaso el guardián de mi hermano?" o Génesis 9, cuando Dios hace un pacto con Noé y todas las creaturas prometiendo no destruirlas, etc). 

E insiste con desmerecer la "harmonía",  cuando la 'entente' o 'concordia' son perfectamente católicas, como se lee en Amós 3, 3:  "¿Pueden acaso dos ir juntos sin estar de acuerdo? "

Luego, invoca en su ayuda a San Pío X citando su Encíclica "Notre Charge apostolique", la cual condena las nociones de igualdad y fraternidad tal como eran creídas por los modernistas. Pero volvemos a que un acto de consagración no es un Sacramento donde cuenta la "intención" del consagrante o de los consagrantes, sino lo que dice el texto -lo que se impetra- y lo que dice el texto, como acabamos de ver,  puede interpretarse en forma católica.

Así pues, los 'katejones' ya son historia, tanto los escatológicos como los de la legitimidad de un acto que,  pese al instrumento deficitario utilizado por Dios,  habrá de dar frutos abundantes, a su debido tiempo.


viernes, 25 de marzo de 2022

Recuento de una jornada especial y su prólogo

Al recordar una de las entrevistas con Sor Lucía, el Canónigo Barthas nos relata: "En 1946 ignoraba totalmente la visión de 1929. Sor Lucía me dijo que Rusia se convertiría cuando el Santo Padre, reunido con los Obispos del mundo entero, hubiese consagrado ese país al Corazón Inmaculado. Le dije que esa reunión me parecía muy irrealizable. Ella me respondió : Sí, sí !Yo, lo veo".

Claro está, muchos se imaginaron esta ocasión a su gusto, como siendo llevada a cabo por un Papa "tradicionalista", con una puntillosidad fuera de este mundo y por Obispos igualmente impolutos, en medio de la algarabía general. Y resultó ser todo lo contrario: Dios se sirvió de un Papa cuya ortodoxia deja  que desear, con aspectos que generaron dudas, la participación de Obispos imperfectos y una suerte de apatía (en cierta clase que veremos).

Y puesto que esto no estaba en sus planes, de que no había forma de detener el "momentum", la estrategia utilizada fue el boicot, por la calumnia y las trabas a la consagración proyectada. Pero no se imaginen que el mismo tuvo su origen en sectas secretas u otros agentes del poder. Para ello bastaron operadores o tontos útiles: "predicadores católicos", bloggers de dudosa catolicidad, Sacerdotes "mutis por el foro", "Mensajeros" que no anunciaron nada, la conocida fauna de "ismos" y "entes", Foros de discusión "distraídos"...Lo que no contaban era de que, tal como le confió Sor Lucía al P. Alonso: "la consagración de Rusia y también el triunfo final del Corazón Inmaculado de María que le seguirá, son absolutamente ciertos y se realizarán no obstante todos los obstáculos".

Aquí se impone una aclaración importante: cuando titulamos la entrada precedente haciendo referencia al "Triunfo final", algunos pudieron pensar que era equivocado o que no se ajusta a la realidad del 'día después'. El tema es que el "triunfo final" se verificará cuando las promesas  (conversión de Rusia, paz mundial) empiecen a tener lugar, y en ese instante, la gente asocie los tales eventos con la consagración realizada con anterioridad. En una palabra, el  "triunfo" se produjo con el acto de consagración, pero se concretará con el cumplimiento de las promesas. De allí que pensamos -sin que podamos determinar fechas exactas- que éste último no debería extenderse en demasía de modo que se pierda el nexo causal entre ambos. 

Y otra aclaración importante: nosotros hemos hecho una suerte de 'apuesta' al afirmar que la consagración fue hecha cumpliendo todas las condiciones pedidas por la Virgen y que, en consecuencia, es el "triunfo final" con el alcance que explicamos recién. Decimos esto puesto que otros -entre los cuales muchos de los 'tontos útiles'- al haber visto que la consagración se realizó con dignidad y cumpliendo los requisitos,  ahora salen con lo de que "se pueden esperar algunos efectos de esta consagración..." No 'apuestan', puesto que de otro modo tendrían que reconocer que  los obstáculos que fueron sembrando fueron siendo levantados de a uno (a vía de ejemplo: que se incluyó a Ucrania, que los Obispos no estarían presentes, que se incluyó a la ' humanidad', que la "Tierra del Cielo").

Sin embargo, este sabotaje, no obstante no alcanzar sus objetivos, obtuvo sí un efecto negativo: al infundir temores y dudas sobre la validez del acto, el fervor y las oraciones disminuyeron, no se tocaron las campanas (¿o quizás nostros nos las perdimos de oírlas?), de lo cual deberán responder ante el Cielo.

En medio de esta operación de socavamiento del acto de consagración, una figura señera se levantó: Mons. Athanasius Schneider, Obispo de Kazajstán, con el cual, sin ponernos de acuerdo,  fuimos coincidiendo en ese intento de despejar dudas y relativizar -que no anular- ciertos dichos de Sor Lucía en cuanto a cómo debía desarrollarse el acto o bajo qué condiciones sería efectivo. 

El 'sólo Rusia' por ejemplo, nos parece un claro recurso de Sor Lucía para enfatizar que otros objetos no figuraran en lugar del pedido por la Virgen, como objetos exclusivos, pero no con exclusión de aquéllos (como lo demuestra la consagración de Pío XII del 31 de octubre de 1942 que trajimos a colación y que resultó "incompleta" pero del agrado de Dios); el "invitar" en lugar del "ordenar" a los Obispos, siendo una cuestión unicamente terminológica, dado que estamos ante una 'revelación privada' que no obliga y de que, en todo caso, no anula el 'libre albedrío', importando sólo la presencia del mayor número en una 'unanimidad moral'; el del "mismo tiempo", como no siendo una cronometrización perfecta sino suponiendo una "jornada especial, de oración y reparación", etc

Del lado de la FSSPX, si bien nos congratulamos con su toma de posición en cuanto a "alegrarse" por la "consagración", su participación en el acto -la única que se le exigía, la de que sus  Obispos recitaran la fórmula de  consagración que hubiesen elegido para la ocasión (el pedido de la Virgen no era el de unirse a una determinada oración sino a la 'consagración de Rusia')- no quedó del todo clara o no fue suficientemente explicitada con lo de 'recitar una oración particular por la paz'. 

Nadie puede conocer cómo Dios va a operar los milagros -porque lo serán- de la 'conversión de Rusia' y del 'cierto tiempo de paz para el mundo'. Muchas incógnitas se abren, entre ellas la de cómo será posible una conversión que quedara a resguardo de las autoridades modernistas  o la de cómo una paz sería posible con la persistencia de ciertas potestades terrenas y de sus titiriteros en las sombras. Lo más probable es que un Armagedón esté a las puertas. 

miércoles, 23 de marzo de 2022

AL FIN, MI INMACULADO CORAZON TRIUNFARA




"Rebosarán entonces de exultación todos los árboles de la selva, ante la presencia de Yahvé, porque viene, porque viene para gobernar la tierra. Gobernará la redondez de la tierra con justicia, y a los pueblos con su fidelidad" (Salmo 95)


El texto que acaba de publicarse, el cual debiera rezarse por el Papa y los Obispos del mundo el próximo viernes  25 de marzo (aniversario de la muerte del más grande Obispo del siglo XX, Monseñor Marcel Lefebvre), contiene lo esencial: el acto de consagración de Rusia al Corazón Inmaculado de María.

Adviértase que una consagración de las "personas", de la "Iglesia", de la "humanidad" en modo alguno son incorrectas. El Papa Pío XII el 31 de octubre de 1942 consagró al "mundo" al Corazón Inmaculado (lo cual había sido un pedido paralelo al de la Consagración de Rusia pero igualmente solicitado por el Cielo, con la promesa de abreviar los días de la Segunda Guerra Mundial). En dicha consagración, Pío XII consagró al "mundo" y a la "Iglesia" al Corazón Inmaculado de María, con una mención velada a Rusia. Lo interesante es la respuesta del Cielo al alcance de la misma, puesta en conocimiento por la Hermana Lucía al Obispo de Gurza: "el buen Dios me ha mostrado ya su aprobación del acto, aunque incompleto según su deseo, realizado por el Santo Padre y por muchos Obispos. Promete,  en cambio, poner un pronto fin a la guerra. La conversión de Rusia no es para ahora".

Luego, si aquél acto de consagración fue incompleto, es porque le faltaba -y sólo faltaba- lo que el Papa Francisco va a realizar al presente: ¡"consagrar a Rusia al Corazón Inmaculado de María" junto con los Obispos del mundo!

Hemos mencionado la coyuntura en la cual esta consagración va a tener lugar, de lo más sugestiva (volveremos sobre esto). Ahora vamos a enfocarnos en las circunstancias, las que en forma verosímil dieron a entender los pastorcitos de Fátima a través de unas enigmáticas visiones. En la primera nos permitiremos una interpretación un  tanto libre, para aprovechar a denunciar y castigar a una muchedumbre; en la segunda, nos atañeremos a los hechos.

La primera de estas visiones es de Jacinta, la cual ve "al Santo Padre en una casa muy grande, de rodillas ante una mesa, con la cabeza en sus manos y llorando. Fuera, había mucha gente y algunos le arrojaban piedras, otros lo maldecían y le decían improperios. Pobre Santo Padre! Debemos rezar mucho por él". No sabemos a qué refiere esa visión, la cual no necesariamente debe coincidir con el acto de consagración, pero podría estar relacionado. En todo caso, nosotros vemos una figura de los ataques constantes, sistématicos, por acción o por omisión, de que está siendo objeto el Papa Francisco. Una cosa es discrepar respetuosamente (respetando la investidura) con argumentos doctrinales o de otro orden, y la otra dar rienda suelta a un odio (no católico) en contra del Santo Padre, escondidos muchas veces en el anonimato. Es lo que percibimos desde que el Papa Francisco asumió el pontificado y que llega hasta hoy, agudizado quizás por el hecho de que este Papa, aún con sus deficiencias y errores,  va realizando, de algún modo, el plan de Dios.

La segunda visión, también de Jacinta, dice así: "no ves tantas rutas, tantos caminos y campos llenos de gente que lloran de hambre y nada tienen para comer? Y al Santo Padre en una Iglesia, rezando delante del Corazón Inmaculado de María? Y tanta gente que reza con él". Sin querer nuevamente hacer una interpretación exacta, pensamos que esta visión bien puede referir a la actual guerra en Ucrania.



 

A su vez, contamos con el mensaje de Nuestra Señora del Buen Suceso de Quito, Ecuador,  del 2 de febrero de 1634,  el cual dice así: "Para disipar esta nube negra, que impide a la Iglesia gozar del claro día de libertad habrá una guerra horrible y espantosa en la que correrá sangre de nacionales y extranjeros, de Sacerdotes seculares y regulares, y también de Religiosas. Esa noche será muy horrorosa, porque humanamente, el mal parecerá triunfar. Habrá llegado, entonces, la hora en que Yo de forma maravillosa destronaré al soberbio y maldito satanás, colocándolo debajo de mis pies y sepultándolo en el abismo infernal. Así la Iglesia y la Patria estarán por fin libres de su cruel tiranía”.

Y todas estas circunstancias puestas  en relación con nuestras propias conclusiones del momento apocalíptico en el cual nos encontramos (fin próximo de los "1260 días" de la profecía de Daniel) y alguna gracia de iluminación en relación a oscuras profecías de las Escrituras nos indican, muy claramente, el "triunfo final" en un futuro relativamente corto. A lo que se suma el nexo entre el acto de consagración y el cumplimiento de sus promesas, el cual ha sido previsto por Dios mismo: “Porque quiero que toda mi Iglesia reconozca esta consagración como un triunfo del Corazón Inmaculado de María“

Dicho esto, debemos reiterar el concepto vertido en la nota en la cual dabamos noticia del acto de consagración, a saber, el "inconveniente" que veíamos, siendo que el triunfo de la Virgen prepara el triunfo de Cristo, el cual se va a realizar mediante lo que se conoce como "Día de Yahweh" o "Juicio de las naciones". Pero, como dijimos, la justicia divina y la 'paz' no son incompatibles.

martes, 22 de marzo de 2022

Urgente: se conoce el texto de la consagración (opinión preliminar)

 (Agencia ACI): 

Oh María, Madre de Dios y Madre nuestra, nosotros, en esta hora de tribulación, recurrimos a ti. Tú eres nuestra Madre, nos amas y nos conoces, nada de lo que nos preocupa se te oculta. Madre de misericordia, muchas veces hemos experimentado tu ternura providente, tu presencia que nos devuelve la paz, porque tú siempre nos llevas a Jesús, Príncipe de la paz.

Nosotros hemos perdido la senda de la paz. Hemos olvidado la lección de las tragedias del siglo pasado, el sacrificio de millones de caídos en las guerras mundiales. Hemos desatendido los compromisos asumidos como Comunidad de Naciones y estamos traicionando los sueños de paz de los pueblos y las esperanzas de los jóvenes.

Nos hemos enfermado de avidez, nos hemos encerrado en intereses nacionalistas, nos hemos dejado endurecer por la indiferencia y paralizar por el egoísmo. Hemos preferido ignorar a Dios, convivir con nuestras falsedades, alimentar la agresividad, suprimir vidas y acumular armas, olvidándonos de que somos custodios de nuestro prójimo y de nuestra casa común.

Hemos destrozado con la guerra el jardín de la tierra, hemos herido con el pecado el corazón de nuestro Padre, que nos quiere hermanos y hermanas. Nos hemos vuelto indiferentes a todos y a todo, menos a nosotros mismos. Y con vergüenza decimos: perdónanos, Señor.

En la miseria del pecado, en nuestros cansancios y fragilidades, en el misterio de la iniquidad del mal y de la guerra, tú, Madre Santa, nos recuerdas que Dios no nos abandona, sino que continúa mirándonos con amor, deseoso de perdonarnos y levantarnos de nuevo. Es Él quien te ha entregado a nosotros y ha puesto en tu Corazón inmaculado un refugio para la Iglesia y para la humanidad. Por su bondad divina estás con nosotros, e incluso en las vicisitudes más adversas de la historia nos conduces con ternura.

Por eso recurrimos a ti, llamamos a la puerta de tu Corazón, nosotros, tus hijos queridos que no te cansas jamás de visitar e invitar a la conversión.

En esta hora oscura, ven a socorrernos y consolarnos. Repite a cada uno de nosotros: «¿Acaso no estoy yo aquí, que soy tu Madre?». Tú sabes cómo desatar los enredos de nuestro corazón y los nudos de nuestro tiempo. Ponemos nuestra confianza en ti. Estamos seguros de que tú, sobre todo en estos momentos de prueba, no desprecias nuestras súplicas y acudes en nuestro auxilio.

Así lo hiciste en Caná de Galilea, cuando apresuraste la hora de la intervención de Jesús e introdujiste su primer signo en el mundo. Cuando la fiesta se había convertido en tristeza le dijiste: «No tienen vino» (Jn 2,3).

Repíteselo otra vez a Dios, oh Madre, porque hoy hemos terminado el vino de la esperanza, se ha desvanecido la alegría, se ha aguado la fraternidad. Hemos perdido la humanidad, hemos estropeado la paz. Nos hemos vuelto capaces de todo tipo de violencia y destrucción. Necesitamos urgentemente tu ayuda materna.

Acoge, oh Madre, nuestra súplica.

Tú, estrella del mar, no nos dejes naufragar en la tormenta de la guerra.

Tú, arca de la nueva alianza, inspira proyectos y caminos de reconciliación.

Tú, «tierra del Cielo», vuelve a traer la armonía de Dios al mundo.

Extingue el odio, aplaca la venganza, enséñanos a perdonar.

Líbranos de la guerra, preserva al mundo de la amenaza nuclear.

Reina del Rosario, despierta en nosotros la necesidad de orar y de amar.

Reina de la familia humana, muestra a los pueblos la senda de la fraternidad.

Reina de la paz, obtén para el mundo la paz.

Que tu llanto, oh Madre, conmueva nuestros corazones endurecidos. Que las lágrimas que has derramado por nosotros hagan florecer este valle que nuestro odio ha secado. Y mientras el ruido de las armas no enmudece, que tu oración nos disponga a la paz.

Que tus manos maternas acaricien a los que sufren y huyen bajo el peso de las bombas. Que tu abrazo materno consuele a los que se ven obligados a dejar sus hogares y su país. Que tu Corazón afligido nos mueva a la compasión, nos impulse a abrir puertas y a hacernos cargo de la humanidad herida y descartada.

Santa Madre de Dios, mientras estabas al pie de la cruz, Jesús, viendo al discípulo junto a ti, te dijo: «Ahí tienes a tu hijo» (Jn 19,26), y así nos encomendó a ti. Después dijo al discípulo, a cada uno de nosotros: «Ahí tienes a tu madre» (v. 27).

Madre, queremos acogerte ahora en nuestra vida y en nuestra historia. En esta hora la humanidad, agotada y abrumada, está contigo al pie de la cruz. Y necesita encomendarse a ti, consagrarse a Cristo a través de ti.

El pueblo ucraniano y el pueblo ruso, que te veneran con amor, recurren a ti, mientras tu Corazón palpita por ellos y por todos los pueblos diezmados a causa de la guerra, el hambre, las injusticias y la miseria.

Por eso, Madre de Dios y nuestra, nosotros solemnemente encomendamos y consagramos a tu Corazón inmaculado nuestras personas, la Iglesia y la humanidad entera, de manera especial Rusia y Ucrania.

Acoge este acto nuestro que realizamos con confianza y amor, haz que cese la guerra, provee al mundo de paz. El «sí» que brotó de tu Corazón abrió las puertas de la historia al Príncipe de la paz; confiamos que, por medio de tu Corazón, la paz llegará.

A ti, pues, te consagramos el futuro de toda la familia humana, las necesidades y las aspiraciones de los pueblos, las angustias y las esperanzas del mundo.

Que a través de ti la divina Misericordia se derrame sobre la tierra, y el dulce latido de la paz vuelva a marcar nuestras jornadas. Mujer del sí, sobre la que descendió el Espíritu Santo, vuelve a traernos la armonía de Dios.

Tú que eres «fuente viva de esperanza», disipa la sequedad de nuestros corazones. Tú que has tejido la humanidad de Jesús, haz de nosotros constructores de comunión. Tú que has recorrido nuestros caminos, guíanos por sendas de paz. Amén.



OPINION PRELIMINAR:


Mons. Schneider, en nota que enlazamos en la entrada precedente, dice: "se necesita la mención explícita de Rusia (el hecho de que se agregue una nación cercana a Rusia, o a todas las naciones del mundo, no invalidaría la consagración desde que el elemento central "Rusia" esté incluído").


Nosostros somos más restrictivos: pensamos que el hecho de incluir otras realidades políticas ajenas a la Rusia histórica (por "Rusia histórica" entendemos a Rusia, Bielorrusia y Ucrania),  sí podría haber  constituído un problema, pero consagrar a la "humanidad", a las "personas", a la "Iglesia", no.


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sábado, 19 de marzo de 2022

A propósito de que sea "solo Rusia" el objeto de la consagración

Muchos opinan que el acto de consagración que se pretende por el Papa para el 25 de marzo próximo no cumpliría con las exigencias de la Virgen al no consagrarse a "solo Rusia".

El tema, en efecto, no es tan sencillo. Contamos con unas citas de quien presuntamente era la Hermana Lucía (no es la ocasión para  debatir aquí la cuestión de la probable sustitución de la Hermana y, por otro lado, hemos dicho que algunos de sus escritos, hasta los años ochenta al menos, respondían a lo que ésta siempre había sostenido) en relación al fallido acto de consagración de Juan Pablo II en 1982, que dice así:

Dios quiere " la consagración de Rusia y de solo Rusia, sin ningún agregado", ya que "Rusia es un inmenso territorio, muy circunscripto y que su conversión se hará manifiesta, siendo la prueba de lo que es dable obtener por medio de la consagración al Corazón Inmaculado de María".

Ahora bien, y tal como se sostiene en el blog de lengua portuguesa "Fratres in unum": "algunos han objetado que la adición de Ucrania a la Consagración podría invalidarla según la petición de Nuestra Señora. Nos corresponde a nosotros decir que, en el momento de la solicitud, Ucrania pertenecía al territorio de Rusia y, además, la propia Rusia nació de Kiev, la actual capital de Ucrania. Finalmente, Nuestra Señora pidió la Consagración de Rusia y no mencionó ninguna cláusula de exclusión: ¡al hacerlo, debemos asumir que está hecho!"

Esto es doblemente cierto: en 1917 en Fátima  y en 1929 en Tuy, los pedidos incluían a Ucrania y no sería lógico que la misma quedara excluída de las promesas (aunque sea en las partes 'rusas' que responden al cisma ruso) por el solo paso del tiempo y de las nuevas realidades territoriales. Por otro lado, si bien puede alegarse que se trataba de la "Rusia soviética", en realidad  ello responde a una verdad histórica, las naciones rusa y ucraniana tuvieron un origen común (de hecho eran conocidos como los "Rus de Kiev" en la Edad Media).

Entonces, no se trataría de un agregado (lo que, en rigor, podría ir en contra de los deseos del Cielo en cuanto a que quedara claro y no se mezclaran dos objetos distintos), sino de precisar (quizás de forma redundante) un aspecto de una misma consagración.

De hecho, tanto en la consagración de Pío XII de 1952 como en la de Juan Pablo II de 1982, el objeto de la consagración fueron "los pueblos de Rusia" (entre los cuales, el pueblo ucraniano) y nadie objetó esa´pluralidad' sino el hecho de no haber contado, en ambas ocasiones, con la participación de todos los Obispos.

La pregunta que cabe hacerse es: ¿a qué se refiere el mensaje como "Rusia"? ¿Se trata de los pueblos ancestrales que la conformaron? Ucrania lo es. ¿Se trata de territorios comprendidos en ella? Ucrania lo era al momento de los pedidos y lo es ahora en parte (al estar bajo su dominio). En cualquier caso, la realidad indica que "Ucrania" (o una parte de ella)  integra a Rusia.

En el mismo sentido de lo que opinamos aquí se expresa el Obispo Schneider en interesante entrevista (aquí)

martes, 15 de marzo de 2022

Importante noticia: el Papa anunció que consagrará a Rusia y a Ucrania al Corazón Inmaculado de María


Es oficial. El Papa anunció en su cuenta de Twitter que consagrará a Rusia y a Ucrania al Corazón Inmaculado de María el próximo 25 de marzo, en el curso de la celebración penitencial, en la Basílica de San Pedro.

Lo primero, todo buen católico debe alegrarse y agradecer al Papa por la voluntad de llevar a cabo la consagración de Rusia pedida por la Virgen de Fátima, cuya concreción le fuera solicitada igualmente por los Obispos de Ucrania. Decimos esto porque,  increíblemente, en una suerte de acedia o falta de fe, hay quienes no se alegran o exigen otras iniciativas (entre las cuales las de un arriesgado viaje del Papa al lugar del conflicto....) como si la consagración (y las promesas anexas)  de la Virgen de Fátima no abarcaran y completaran cualesquiera otras. 

Lo segundo, en cuanto al acto en sí, no podemos asegurar si el mismo se va a realizar en las condiciones pedidas por la Virgen: 

* un acto de consagración  (no basta con encomendar confiadamente, etc)

*un acto solemne y público 

*por el Papa y todos los Obispos, simultáneamente, ya sea reunidos ante el Papa o cada uno en su diócesis. 

*Rusia debe mencionarse explícitamente (creemos que el hecho de incorporar también a Ucrania en la fórmula no sería un problema)

*la promesa de aprobar y promover la "devoción de los primeros sábados de mes" (aunque esto en relación a una 'cesación de la persecución en Rusia' que estaría vinculada al comunismo)

Debemos precisar de que Rusia es objeto de la consagración con el fin de "salvarla" por ese medio, con independencia de si actualmente aquélla representa el mal absoluto o "intrínseco" (como lo fue durante el período soviético) o un "mal menor" (como nos parece ser el caso hoy frente al "mal mayor" del mundialismo anticristiano). Y hablamos de 'mal' puesto que, a lo menos y sin entrar en consideraciones de geopolítica o estratégicas o mismo de irredentismos, es cismática.  Y por tanto, necesitada de conversión.

Dicho esto, lo que ustedes querrán conocer es nuestra opinión de si efectivamente la consagración tendrá lugar en las condiciones pedidas por la Virgen y de sí, en consecuencia, veremos la concreción de las grandiosas promesas de la conversión de Rusia a la Fe y un "cierto tiempo de paz" para el mundo.

Pues bien, la coyuntura es la que sigue: secuela de una operación de engaño global (por su sobredimensión, sus fines ulteriores perversos) que dimos en catalogar como el préambulo del "Armagedón" (desde ya, no es a una 'guerra nuclear' a lo que hace alusión sino a una batalla espiritual, pero ésta sería la de todas las naciones contra Cristo), existencia de un "Papado emérito" (la que consignamos por su excepcionalidad, no porque seamos de la opinión de que el Papa  sea efectivamente Benedicto XVI, a menos que éste retome el Papado alegando haber renunciado en forma inválida, cosa que no ha hecho), profecía privada (de las pocas a las que damos crédito por su antigüedad o cumplimiento parcial) como ser la del fin del papado romano (lista de lemas papales atribuída a San Malaquías que establece que estaríamos ante el último Papa romano, a menos de ser éste el que siguiera a la muerte de Benedicto XVI, lo que no podemos saber) y alguna mención de otro Malaquías, este contemporáneo (el jesuita  Malachi Martin), el cual habría leído el "tercer secreto de Fátima" y relatado, en los años noventa, de que en él había una alusión a Rusia y a "Kiev" y de que la 'salvación' vendría de allí...

El inconveniente es de que, de nuestro análisis del Apocalipsis, sólo restaría la ocurrencia del "Juicio de las naciones" ("resplandor de la Venida de Cristo" o "Día del Señor"), lo cual sería difícil de compaginar con una consagración de Rusia a la que seguirían inmediatamente (esto porque Nuestro Señor le dice a la Hermana Lucía de que  quiere que sea perceptible por todos el vínculo entre su cumplimiento y la intercesión de la Virgen) las promesas anexas: ¿cómo podría hablarse de 'paz'  si sobreviniera acto seguido el mayor castigo a la humanidad de que se tuviera conocimiento con excepción del diluvio universal? Tanto es así de que, hasta el presente, eramos de la opinión de que la secuencia iba a ser la inversa, a la destrucción causada por el 'juicio de las naciones', un Papa sobreviviente sería el que finalmente cumpliría con hacer la consagración ("Al fin... el Santo Padre me consagrará Rusia...").

No obstante, reflexionado sobre ello, pensamos de que no existe tal inconveniente, puesto que la "paz" y la justicia divina no son incompatibles, o bien esta última puede ser una vía para la concreción de la primera...algo así como si dijéramos que en el Cielo no habrá paz porque habrá condenados en el infierno...

Así pues, velemos y oremos, porque no sabemos el "día ni la hora"...

sábado, 5 de febrero de 2022

Refutación de ciertos errores proliferantes en la Orden “San Elías”

Lo del título es una transcripción irónica del elegido por el P. Federico Highton para pseudo rebatir una conferencia del P. Bianchetti de la FSSPX. Es irónico puesto que aún en el supuesto que el Padre referido en último término hubiese incurrido en errores, éstos no serían imputables a la Fraternidad San Pío X como tal, como emanado de algún documento oficial o que comprometiese a todos sus miembros. Del mismo modo que los dichos del P. Highton no comprometen a la “Orden San Elías” o corresponden necesariamente al pensamiento del P. Olivera Ravasi (otro miembro de la dicha Sociedad).

Desde ya, si el P. Bianchetti “pontifica” que el novus ordo es per se algo malo (por ende, pecaminoso) ello es algo absolutamente cierto, lo cual no quiere decir que subjetivamente todos quienes celebren o participen de esa misa sean imputables de pecado.

La solicitud del P. Highton parece ser la de aquellas almas atormentadas por los “escrúpulos” causados por predicaciones como las del P. Bianchetti, pero no la búsqueda de la Verdad, de la naturaleza intrínseca del novus ordo, de la cual derivarían el juicio moral respecto a éste último y la actuación consecuente.

El P. Bianchetti distingue claramente la validez de la lictud,  deja claro cuáles son los elementos para la validez (existencia) del Sacramento y llega a la conclusión de que no se puede afirmar que la misa novus ordo sea, en principio, inválida. Sí va a explicar el porqué es ilícita. En otro pasaje afirmará como algo hipotético y no como principio, la posibilidad de la invalidez por falta de intención del Sacerdote, sobre lo que volveremos.

 

De las falsas refutaciones del P. Highton:


Primera falsa refutación: Lo que el P. Highton parece confundir aquí es la Misa como Sacrificio y el rito de la Misa. El P. Bianchetti, cuando refiere que la Misa tradicional es la Misa católica, alude al primer significado, oponiendo esa Misa católica a la que no lo será (misa novus ordo), no a los diferentes ritos de la Misa.

Segunda falsa refutación: lo lícito es lo que es ajustado a la ley (sea divina o humana, civil o eclesiástica, etc), pero conforme a Santo Tomás, ley es “una ordenación de la razón, para el bien común, promulgada por quien tiene cuidado de la comunidad' Aquino, Tomás de. S.Th., I-II, q.90, a.4. Y esa ordenación de la razón está en la naturaleza del hombre. Es a esta definción a la que apunta el P. Bianchetti.

Tercera falsa refutación: 1- claro que el P. Bianchetti se refiere a “fe protestante” como “creencia”, no está calificando en esta alusión la falsedad o veracidad de esa creencia. 2- aquí el P. Highton habla como si conociera el interior o los procesos mentales de los feligreses que asisten al novus ordo. La realidad -comprobable en forma estadística- es la de que las Iglesias se vaciaron en el entorno de la imposición de la nueva misa hasta llegar al grado de deserción actual nunca visto en la historia de la Iglesia. Si el abandono (o la apostasía) derivó en protestantismo, en cualquier otra falsa religión o lisa y llanamente en ateísmo no podemos cuantificarlo, pero en todo caso los elementos protestantes de la nueva misa fueron causa de este abandono. 3- no se trata de que exteriormente algo luzca apetecible sino de las rúbricas propias del novus ordo: los hongos más venenosos lucen muy coloridos exteriormente. 4- el P. Bianchetti dice por un lado que el propio rito pudiera tener un efecto en la (falta de) intención y que “uno” (está hablando de él y de los fieles avisados que no obstante acuden por verdaderos escrúpulos al novus ordo) puede dudar de la consagración. No se refiere aquí a la feligresía en general.

Sobre el tema de la intención, comencemos por recordar de que la intención es uno de los requisitos para la validez de los Sacramentos (Concilio de Trento, ses 7a, can 11). Esto es, no basta con que el Sacerdote lleve a cabo la forma, sino que debe tener la “intención”.

Al respecto, los teólogos han estado divididos: unos se basan en que basta con la realización seria y deliberada del rito exterior,  en que la Iglesia nunca se preocupó por conocer la intención interior y en que,  si tal fuera el caso, provocaría problemas de conciencia.

Pero otros sostienen que la intención interior es necesaria para la validez y se basan en el propio Concilio de Trento que considera que además de la materia y de la forma (por lo tanto, del rito exterior) se requiere la “intención de hacer lo que hace la Iglesia”. Por su parte, Alejandro VIII condenó la proposición que dice que “es válido el bautismo que es conferido por un ministro que observa todos los ritos externos y la forma del bautismo aun cuando en su interior piense en no hacer lo que hace la Iglesia” (Ds 2328).

Esto es, si bastara siempre con el rito exterior (como propugna el P. Highton), entonces la Iglesia no requeriría algo llamado “intención”. De tal suerte que si el Sacerdote piensa en no hacer el Sacramento, no lo estaría haciendo, lo estaría fingiendo.

Es ni más ni menos lo que dice el P. Bianchetti. Lo que "hace la Iglesia" es un Sacrificio por el cual se opera la transubstanciación. Los protestantes en sus celebraciones solo quieren hacer un “memorial” y el novus ordo, en cuya elaboración se solicitó la opinión de consejeros protestantes, trasunta esa idea.

La respuesta del Aquinate a la objeción de San Agustín que cita el P. Highton no viene al caso, pues él está hablando de la no creencia en los efectos del Sacramento (la cual no impide, ciertamente, la confección de este), al “ex opere operato”, no de la voluntad de no hacer el Sacramento.

Luego el P. Highton nos confunde con la llamada ‘intención virtual’. Cierto que la misma es suficiente para la confección, pero olvida decirnos que la intención virtual es continuación de una intención “actual” de querer hacer el Sacramento. Si ésta nunca se tuvo, mal puede haber una “virtual” (es decir, por más que en el medio el Ministro se haya “ido por los cerros de Ubeda”).

Cuarta falsa refutación: el P. Bianchetti recuerda correctamente las palabras de la forma en el Misal latino. Luego trae a colación un estudio sobre el Misal novus ordo y menciona que alguien sostiene la invalidez por el no uso del adjetivo “éste”, lo cual es desmentido (en forma condicional) por el Padre. Resulta que este “gravísimo yerro” en palabras del P. Highton, responde únicamente a que “esto” es la traducción corriente del Misal romano al español, por lo cual si la interpretación de más arriba fuera cierta, invalidaría el rito nuevo, al que tanto defiende.

Quinta falsa refutación: el P. Bianchetti recuerda correctamente cómo el Misal tradicional expresa la fórmula consagratoria. En efecto, en el Misal tradicional y para subrayar que se actúa ‘in persona Christi’, las mayúsculas vienen después del “tomad y bebed”, en cambio en el Misal nuevo estas últimas palabras se incorporan junto a las que son propias de la consagración, con lo cual no se distingue lo narrativo de la acción que se debe realizar.

Sexta falsa refutación: ya explicado en el párrafo anterior. No se trata de comparar textos in extenso sino de cómo estos están presentados, de si tiene puntuación luego del “Accipite, et manducate ex hoc omnes” como es el caso del Misal antiguo o de si esta frase se incorpora toda en mayúscula en las palabras consagratorias. No decimos que esto sea causa invalidante pero sí un factor más, entre muchos, para que el oficiante pueda no tener presente que actúa ‘in persona Christi’.

Séptima falsa refutación: ya contestado en el párrafo tercero. Santo Tomás explica cómo la intención virtual es suficiente, pero nada dice de si no se tiene la intención actual de hacer el Sacramento, sin la cual no puede haber intención virtual que es su continuación.

Octava falsa refutación: el P. Higthon pretende refutar al P. Bianchetti en cuanto a la ausencia de bandeja para la comunión, purificación de los dedos e inexistencia de “preservatio”. Y para ello cita la “tercera edición del Misal romano”. La “Institutio generalis” menciona la purificación de los dedos como condicionada a que “algún fragmento de la Hostia se haya adherido” pero nada se dice de la “preservatio” ni se prescribe la bandeja de comunión.


Conclusión:

Monseñor Lefebvre salvó el rito tradicional que nunca había sido abrogado pero se quería prohibir y desterrar de hecho para todo el mundo latino. De hecho “salvaron” (junto a Mons. de Castro-Mayer) a esa liturgia y a la doctrina verdadera. Si, mal que le pese al P. Highton, la FSSPX es el remanente fiel organizado (no descartamos que puedan existir clérigos que se opongan a los errores del Concilio Vaticano II y preserven la Misa tradicional, pero lo harán en forma particular y sin garantía de continuidad).

La ilicitud de la Misa nueva se debe ante todo a que es contraria a una doctrina “de fide tenenda” del magisterio ordinario, la Bula “Quo primum tempore” de San Pío V, el cual prohibió se modificara el rito por él codificado (por ello no es incorrecto denominar a la Misa tradicional como “Misa de San Pío V” en su honor). Lo que pretenden estas doctrinas infalibles es la protección del Dogma, esto es, aquello que -en este caso en la liturgia- es de Tradición apostólica. No significa esto que no se puedan hacer alteraciones a la liturgia por un Pontífice, pero siempre guardando el ”corpus”, aquello que impide se altere o ponga en peligro los dogmas católicos: Sacrificio eucarístico, transubstanciación, Presencia Real. Esto es lo que, lamentablemente, ha provocado el Novus ordo.

Aun así, somos de la opinión que, por provisión divina, la validez del rito nuevo no se ha visto afectada en su generalidad, siendo que Cristo prometió de “estar siempre con nosotros” (Mt 28, 20), lo cual no quita, nuevamente, que el rito nuevo sea malo en sí mismo, por desvirtuar el Sacrificio perpetuo.