miércoles, 22 de abril de 2020

A vueltas con Elías



En estos días hemos vuelto a consultar el blog "En gloria y majestad".  Su autor es sin duda erudito, pero de esa erudición que no es de nuestro agrado porque se disocia -voluntariamente- de la realidad, como si lo que describe y analiza fuera para otro tiempo o fuera del tiempo, vaya uno a saber.

Lo traemos a colación puesto que, en sus últimas entradas, aborda el tema de los "dos testigos" de esa forma aséptica que mencionamos y nos interpela (en un sentido académico) al decir que éstos predican o profetizan "antes de la tribulación". El mismo P. Castellani era de esta posición, aunque en forma dubitativa: "El texto (Ap 11) indica bastante claramente un suceso anterior al Imperio del Anticristo, o en sus comienzos, no del tiempo de la Gran Persecución...contra esto está el número de 'mil doscientos sesenta días' que es típico del Imperio del Anticristo y la última persecución...".

Volviendo a la realidad (esa que no analiza nuestro blogger y que - no tengamos miedo de decirlo-  no alcanzó a ver el P. Castellani a pesar de estar ya ante sus ojos al momento de escribir su "Apokalypsis de San Juan" en 1963), esa posición es plausible de acomodarla a las Escrituras como haremos a continuación, pero presenta inconvenientes lo suficientemente de  peso como para tener que apartarse en última instancia.

Aclaremos previamente que nuestro sistema exegético es un todo coherente en el cual hay datos que asumimos como ciertos e inconmovibles (los actores del "misterio de iniquidad" que mantenemos en su mayor parte en reserva, la fecha de comienzo de la "última semana de años" a que alude el profeta Daniel  y la ocurrencia de la "supresión del Sacrificio perpetuo y colocación de la abominación en el lugar santo"). En lo demás, en concreto los septenarios, la alusión a los "truenos", el significado de algún "Angel", si habrá resurrección parcial o no a la Venida de Cristo, no podemos tener certezas.

Veamos: Ap 11 empieza con la "medición del templo" lo que significa, según la mayoría de los autores, la "Apostasía" (lo cual es correcto, con la precisión de que se refiere al pecado en sí de los que abandonan su Fe, como a un momento histórico que precede la 'manifestación' del Anticristo, la traición original podríamos decir). Esta medición la ubicamos temporalmente en los comienzos de los sesenta. 

Luego viene la predicación de los dos testigos que, a los efectos de hacerla coincidir con la tesis que podríamos llamar de la "pre tribulación" (nada que ver con tesis protestantes que circulan por allí), podría ser la misma Iglesia "pre conciliar" que es firme en la defensa de la Fe y de la Doctrina- de la Ley (como lo fueron Elías y Moisés) y cuya prédica (como toda ella por mandato evangélico) se hace de "dos en dos" (Lucas 10); o bien es portadora del "espíritu de penitencia" por el mantenimiento de las reglas monásticas tradicionales (como lo fue Enoc). 

Pues bien, la "muerte" de estos testigos habría que hacerla coincidir con la muerte de Pío XII, que puso fin a un tipo de "Iglesia" (de hecho, nosotros decimos que allí finalizó la "Iglesia" misionera de "Filadelfia" y comenzó la "Iglesia" tibia de "Laodicea", la del Falso profeta al servicio del Anticristo). El "festejo" ciertamente que no fue público, pero concedamos que fue al menos interior, por parte de los que ya se relamían con la "primavera conciliar".

Resta, para que todo cuadre en esa tesis, explicar la "resurrección" de este testigo particular, luego de "tres días y medio" (un cómputo menor dentro del cómputo mayor de "mil doscientos sesenta días") que podrían ser los años que van desde 1959 a 1969-70, en los cuales, al menos, se celebraba aún la Misa tradicional. Y la misma no pudo venir sino por el nacimiento de la FSSPX (ya ven, en ésta como en la otra tesis, siempre estará ella) que es expresión fiel de aquélla Iglesia "pre conciliar" fenecida, la de los exponentes de "Filadelfia" a quienes se prometió una protección especial contra los engaños de "Laodicea".

Le sigue el "gran terremoto" que podría ser asimilado al "gran terremoto" que introduce el "sexto sello" si en él vemos representado las consecuencias que se seguirán por la implementación del "novus ordo" y la propagación de los errores conciliares. 

Ahora bien, nuevamente a la luz de la realidad, ¿es posible sostener esta tesis o habrá que sostener la de la concomitancia (de la predicación de los "dos testigos") con la "gran tribulación" (actual)? A nuestro entender, no es posible sostener aquélla y sí esta otra. Las razones: 1) la introducción del capítulo con la "medición del templo" en tiempo presente ("levántate y mide..los que adoran en él")  no tiene sentido si al versículo siguiente se vuelve atrás en el tiempo (y conste que estamos al tanto de la famosa "recapitulación", pero no parece ser éste el caso); 2) estos testigos propuestos son lo suficientemente difusos, contrariamente a la característica del Apocalipsis de referirse a entes concretos (sean estos individuales o colectivos, poco importa) a tal punto que su fecha de nacimiento (según nuestras premisas, en 1917, bajo el papado de Benedicto XV), es completamente indiferente; 3) en las profecías de Daniel, las referencias a los "mil doscientos sesenta días" aluden siempre a la segunda mitad de la (última) "semana", nunca a la primera mitad, por lo que mal podría el Apocalipsis innovar en este aspecto.


Véase la continuación de este artículo aquí

viernes, 3 de abril de 2020

Los reyes del oriente



No, no es a los "reyes magos" a que nos referimos, por más que en esto del "coronavirus" puede haber algo de magia -de la demoníaca- sino a una misteriosa evocación en cierto pasaje de las Escrituras, en concreto la de Ap 16, 12. Pasaje que, como admitiera el P. Castellani, ha sido de difícil interpretación para los intérpretes. 

No hemos sido la excepción puesto que, luego de aventurar algunas ideas, las que inclusive plasmamos en el Album, hemos debido rectificar, dejando esta alusión en suspenso, mencionando apenas que podría tratarse de "herejías o ideologías" aunque esta vez a manera de plaga.

Partimos de la base de que este virus es real -primer obstáculo que debemos sortear en vistas a tanta "falsa bandera" a que nos han venido sometiendo en los últimos años- y de que  el mismo -independientemente de si se trata de uno modificado en laboratorios o no- es de relativa peligrosidad (para los que lo contraen al menos). 

Y constatamos asimismo, sin perjuicio de lo dicho anteriormente, que hay una suerte de manipulación de las masas en cuanto a magnificar el hecho, al punto tal que casi todos los gobiernos del mundo han decidido la "cuarentena general" prohibiendo casi todas las actividades humanas, incluyendo las religiosas.

Este último aspecto, en lo que tiene de "prodigio" y a la vez de "aflictivo", es el que nos conduce a analizar si el mismo no responde a la evocación de las tres ranas apocalípticas de Ap 16 aunque sin pretender -nuevamente- ser categóricos en este tema.

Repasemos en qué momento histórico nos encontramos de acuerdo a nuestro análisis del Apokalypsis:  en la "Iglesia de Laodicea" -la última, tibia y en la que Cristo ha de venir- ; en el "Sexto sello", donde se oscurecen el sol (mediante la desvirtuación del Sacrificio), la luna (apostasía en la Iglesia) y las estrellas caen del cielo (la traición de los pastores) pero que verá la caída de las Bestias y el triunfo de Cristo; en la "Sexta trompeta" (en su final) [Ndr: en la "séptima trompeta"] y suponemos -aquí viene nuestra interpretación reciente, falible- en la "Sexta copa o redoma", esto es la del "secamiento del Eufrates" y la congregación para el Armagedón. De esta suerte, los tres últimos septenarios [Ndr: el segundo y cuarto] habrán de dar paso al séptimo que simboliza el triunfo de Cristo con el "resplandor de su Venida", acompasándose con la séptima "Iglesia" en su apéndice.

El "secamiento del Eufrates" es, en la intérpretación casi unánime, una señal de la próxima caída de la (última) Babilonia desde que su tipo fue,  en los tiempos de la Babilonia histórica, lo que permitió al Rey persa Ciro la toma de dicha ciudad. Lo que sigue es más complejo: "para dar paso a los reyes del oriente". Y aquí los intérpretes vieron lo que tenían ante sus ojos: a los partos (enemigos por excelencia de la Roma imperial), a los turcos y más recientemente, a los rusos (en la era soviética). Otros hilaron más fino y vieron en ellos a las "diez tribus perdidas" de los hebreos (posible).

Aquí conviene hacer un paréntesis y desechar de plano ciertas adjudicaciones diríamos muy humanas como, por ejemplo, las que suelen ver en los animales bíblicos una correspondencia con lo que el imaginario colectivo ha representado a los mismos: el oso como Rusia, el águila como Estados Unidos o el dragón como China...nada más alejado de la exégesis bíblica. O bien, el aseverar que estamos ante el "silencio de media hora" de Ap 8, 1 sólo porque el resultado del confinamiento general produce ese efecto sonoro...lo que queda desmentido por las mismas palabras del Apocalipsis que indican que el silencio es "en el cielo" (y no en la tierra).

Resulta sorprendente que el virus que nos aflige sea conocido como "corona" (elemento propio de la realeza, de los Reyes) y de que su origen presunto sea en la ciudad de Wuhan, en China (esto es en el Oriente)...sugestivo, aunque podríamos estar cayendo en lo que recién mencionamos, esto es, el hacer una exégesis con criterios demasiado mundanos. Sólo que, si vemos en todo esto una operación orquestada por un gobierno -en esto caso el chino- entonces sí deviene más plausible...

Pero lo más llamativo es lo que sigue en el relato de la sexta copa: "los espíritus inmundos que a manera de rana van donde los reyes de todo el mundo para convocarlos para la guerra del día del Dios omnipotente". Decimos en nuestro Album que estos espíritus son probablemente herejías o ideologías que tienen la particularidad de "involucrar a los reyes de (toda) la tierra" y ¿cuál sería esa postrera herejía o ideología? El ecologismo devenido en panteísmo, en cuyo nombre es necesario hacer frente al "coronavirus"... Y en él convergen todos, desde los gobiernos, pasando por las ong hasta  la propia Roma.

Convergen dijimos...en un lugar llamado "Armagedón"...