En estos días hemos vuelto a consultar el blog "En gloria y majestad". Su autor es sin duda erudito, pero de esa erudición que no es de nuestro agrado porque se disocia -voluntariamente- de la realidad, como si lo que describe y analiza fuera para otro tiempo o fuera del tiempo, vaya uno a saber.
Lo traemos a colación puesto que, en sus últimas entradas, aborda el tema de los "dos testigos" de esa forma aséptica que mencionamos y nos interpela (en un sentido académico) al decir que éstos predican o profetizan "antes de la tribulación". El mismo P. Castellani era de esta posición, aunque en forma dubitativa: "El texto (Ap 11) indica bastante claramente un suceso anterior al Imperio del Anticristo, o en sus comienzos, no del tiempo de la Gran Persecución...contra esto está el número de 'mil doscientos sesenta días' que es típico del Imperio del Anticristo y la última persecución...".
Volviendo a la realidad (esa que no analiza nuestro blogger y que - no tengamos miedo de decirlo- no alcanzó a ver el P. Castellani a pesar de estar ya ante sus ojos al momento de escribir su "Apokalypsis de San Juan" en 1963), esa posición es plausible de acomodarla a las Escrituras como haremos a continuación, pero presenta inconvenientes lo suficientemente de peso como para tener que apartarse en última instancia.
Aclaremos previamente que nuestro sistema exegético es un todo coherente en el cual hay datos que asumimos como ciertos e inconmovibles (los actores del "misterio de iniquidad" que mantenemos en su mayor parte en reserva, la fecha de comienzo de la "última semana de años" a que alude el profeta Daniel y la ocurrencia de la "supresión del Sacrificio perpetuo y colocación de la abominación en el lugar santo"). En lo demás, en concreto los septenarios, la alusión a los "truenos", el significado de algún "Angel", si habrá resurrección parcial o no a la Venida de Cristo, no podemos tener certezas.
Veamos: Ap 11 empieza con la "medición del templo" lo que significa, según la mayoría de los autores, la "Apostasía" (lo cual es correcto, con la precisión de que se refiere al pecado en sí de los que abandonan su Fe, como a un momento histórico que precede la 'manifestación' del Anticristo, la traición original podríamos decir). Esta medición la ubicamos temporalmente en los comienzos de los sesenta.
Luego viene la predicación de los dos testigos que, a los efectos de hacerla coincidir con la tesis que podríamos llamar de la "pre tribulación" (nada que ver con tesis protestantes que circulan por allí), podría ser la misma Iglesia "pre conciliar" que es firme en la defensa de la Fe y de la Doctrina- de la Ley (como lo fueron Elías y Moisés) y cuya prédica (como toda ella por mandato evangélico) se hace de "dos en dos" (Lucas 10); o bien es portadora del "espíritu de penitencia" por el mantenimiento de las reglas monásticas tradicionales (como lo fue Enoc).
Pues bien, la "muerte" de estos testigos habría que hacerla coincidir con la muerte de Pío XII, que puso fin a un tipo de "Iglesia" (de hecho, nosotros decimos que allí finalizó la "Iglesia" misionera de "Filadelfia" y comenzó la "Iglesia" tibia de "Laodicea", la del Falso profeta al servicio del Anticristo). El "festejo" ciertamente que no fue público, pero concedamos que fue al menos interior, por parte de los que ya se relamían con la "primavera conciliar".
Resta, para que todo cuadre en esa tesis, explicar la "resurrección" de este testigo particular, luego de "tres días y medio" (un cómputo menor dentro del cómputo mayor de "mil doscientos sesenta días") que podrían ser los años que van desde 1959 a 1969-70, en los cuales, al menos, se celebraba aún la Misa tradicional. Y la misma no pudo venir sino por el nacimiento de la FSSPX (ya ven, en ésta como en la otra tesis, siempre estará ella) que es expresión fiel de aquélla Iglesia "pre conciliar" fenecida, la de los exponentes de "Filadelfia" a quienes se prometió una protección especial contra los engaños de "Laodicea".
Le sigue el "gran terremoto" que podría ser asimilado al "gran terremoto" que introduce el "sexto sello" si en él vemos representado las consecuencias que se seguirán por la implementación del "novus ordo" y la propagación de los errores conciliares.
Ahora bien, nuevamente a la luz de la realidad, ¿es posible sostener esta tesis o habrá que sostener la de la concomitancia (de la predicación de los "dos testigos") con la "gran tribulación" (actual)? A nuestro entender, no es posible sostener aquélla y sí esta otra. Las razones: 1) la introducción del capítulo con la "medición del templo" en tiempo presente ("levántate y mide..los que adoran en él") no tiene sentido si al versículo siguiente se vuelve atrás en el tiempo (y conste que estamos al tanto de la famosa "recapitulación", pero no parece ser éste el caso); 2) estos testigos propuestos son lo suficientemente difusos, contrariamente a la característica del Apocalipsis de referirse a entes concretos (sean estos individuales o colectivos, poco importa) a tal punto que su fecha de nacimiento (según nuestras premisas, en 1917, bajo el papado de Benedicto XV), es completamente indiferente; 3) en las profecías de Daniel, las referencias a los "mil doscientos sesenta días" aluden siempre a la segunda mitad de la (última) "semana", nunca a la primera mitad, por lo que mal podría el Apocalipsis innovar en este aspecto.
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