martes, 30 de mayo de 2017

¿Por un acuerdo doctrinal? (análisis)



Se ha conocido recientemente un interesante estudio del P. Jean-Michel Gleize (FSSPX) aparecido en "Courrier de Rome" del 29 de mayo pasado y reproducido en el sitio oficial del Distrito de Francia cuyo título es : "¿por un acuerdo doctrinal?"

Para empezar nos  hemos preguntado si el mismo refleja la posición de la Casa general o si es sólo una opinión personal del autor. Lo primero pudiera pensarse, dado el carácter oficial  y público, aunque es divergente en sus conclusiones con la postura, igualmente pública, del Superior General (siendo así y consistiendo sólo en una reflexión personal del autor, no estaría muy lejos de significar una desautorización similar a la ocurrida recientemente y que tuviera por protagonistas a Priores y Superiores de Comunidades, sólo que en este caso, con un carácter académico y menos acometedor)

Luego, si su publicación no encubre una suerte de lección a los "subversivos", en el sentido de demostrarles que  el disenso es posible dentro de la FSSPX mientras se guarden las formas y no se cuestione -al menos en forma directa- la dirigencia de la institución.

Dejando estas preguntas de lado, el estudio presenta algunos aciertos, pero no obstante su conclusión nos parece aventurada, al menos no bien fundamentada. 

Comienza con una distinción de lo que pudiera entenderse por "acuerdo doctrinal" desde el punto de vista de las autoridades romanas, y señala dos posibilidades: una, el deseo por parte de ellas de querer volver a la Tradición; la otra, la de un reconocimiento canónico sólo para la FSSPX, lo que constituiría un bien particular. Concluye esta primera parte afirmando que, para Roma, la opción es la segunda.

[en cuanto constatación de una intención subjetiva pero manifestada en reiteradas ocasiones, pensamos que es correcta]

Seguidamente, efectúa una consideración en cuanto a que los documentos del Vaticano II, considerados como objeto moral que son percibidos por los fieles como un conjunto homogéneo, deben ser rechazados en su totalidad a causa de los errores que presentan, negándole carácter magisterial.

[esto que se dice es correcto por cuanto sabemos que los textos conciliares no contienen magisterio infalible, sea extraordinario u ordinario, al que haya que prestarle adhesión de fe, y sólo se atribuyó carácter "pastoral" -y de mala factura]

Enuncia luego los errores más manifiestos: libertad religiosa, colegialismo, ecumenismo, "tradición viva" 

[es de señalar el interesante dato que aporta en cuanto al concepto erróneo de "Magisterio" por parte de los modernistas, como siendo intérprete del magisterio anterior -como si pudiera revisarlo- en lugar de serlo de la misma Revelación]

así como el caso de la nueva misa, que resulta favorecedora de herejías y como tal es ilegítima; y el caso del nuevo código de derecho canónico, que igualmente presenta errores y en cuyo caso el Código de 1917 no debe presumirse derogado.

[correcto, debiendo precisar que la validez de la nueva misa no se pone en duda siempre que se tenga "intención de hacer lo que hace la Iglesia" y que se trata de ilicitudes de ejercicio, no de quien ha promulgado estas leyes y que hace a la legitimidad de origen]

En el punto 28 se explaya en cuanto a considerar un posible "acuerdo doctrinal" como un acto indiferente, con un efecto bueno (la regularización y, como algo eventual, un campo mayor para el apostolado) y dos efectos malos (el que se pueda llegar a pensar que la Tradición es sólo un bien particular y el riesgo de que se pueda llegar a traicionar ese bien a causa de ser la Roma actual favorecedora de herejías). Se pronuncia asimismo en cuanto a sostener que, dado el agravamiento de la crisis,  no sería la oportunidad para alcanzar el acuerdo.

[en este punto discrepamos: un "acuerdo doctrinal" que no ofrezca concesiones para la Fe, seguido de un reconocimiento canónico,  no es "indiferente", es un acto de reafirmación de la Fe y de obediencia al Superior, de suyo bueno; lo del bien particular no es un efecto del reconocimiento, no es creado por éste, el bien ya es particular actualmente donde sólo la FSSPX ha mantenido la doctrina y la liturgia íntegramente católica; el riesgo de traicionar es sólo una hipótesis, que como tal, salvo en lo que diremos en el comentario final, no habilita a desobedecer una orden legítima; la oportunidad no viene al caso, puesto que la facultad para mandar cosas legítimas no se ha perdido por parte de la autoridad, en cuyo caso lo que debemos analizar es la legitimidad o no de la orden]

Finaliza el estudio, abogando por esperar a que Roma descarte los errores conciliares de en medio de los creyentes.

[lo que subyace en el autor es evidentemente un "miedo grave" a traicionar la Fe, citando incluso la -mala- experiencia de otros institutos tradicionales; ya hemos dicho que es posible alegar esta causa de justificación,  pero que siendo una causal subjetiva, habría que limitarse a su expresión, lo cual no da derecho a transformarla en causa objetiva -como fue el caso del "estado de necesidad" de Mons. Lefebvre- ni por tanto escudarse en ella para consagrar Obispos sin autorización del Papa o anatematizar a quienes no presenten ese "miedo grave"; la otra posibilidad que cabe es la de esperar a que se presente la ocasión para alegar la causal: así por ej, somos de la opinión de que los Franciscanos de la Inmaculada se encontraron frente a un "estado de necesidad" cuando les fue impedido seguir oficiando la misa tradicional, sólo que ellos no lo vieron así a causa de su birritualismo]

miércoles, 24 de mayo de 2017

Criticómetro vs Testimonio

Parece que ahora para medir si alguien es merecedor del título de "Defensor de la Fe" hay que recurrir a un criticómetro que contabilice la cantidad  -y a veces la intensidad- de las críticas proferidas al Papa Francisco. No importa que al Papa le lluevan las críticas (las más de las veces justificadas): todos estamos obligados a aportar nuestro granito de arena para aumentar el volumen de las mismas, so pena  de quedar fuera de la carrera por la impoluta categoría que mencionamos al principio.

Nosotros hemos sido los únicos -que sepamos- en haber otorgado a la FSSPX y a las Comunidades amigas, el carácter de Testigos escatológicos: un blogger francés (autor de "Le grand réveil") lo retomó a instancia nuestra, cambiando su identificación a partir de un comentario nuestro en su bitácora. Esa adjudicación implica -si seguimos las Escrituras en filigrana- que esos Testigos cumplieron una etapa exclusivamente testimonial que culminó en su "muerte" (la presunta "excomunión") y otra como "cadáveres" (presuntamente "excomulgados"), pero en las cuales han siempre "profetizado" (puesto que el total de la predicación es de "1260 días", los cuales no han finalizado aún). 

Los errores conciliares ya fueron denunciados por Monseñores Lefebvre y Castro Mayer: colegialismo, libertad religiosa, ecumenismo, modernismo, etc. En la medida que las autoridades romanas prosigan en la línea denunciada sin recapacitar, se encuentran alcanzadas por dichas críticas. Pero la FSSPX ha seguido profetizando "a tiempo y a destiempo" (2 Timoteo 4, 2), tal como se desprende del sitio de la Casa general, de las páginas de cada una de las Sede de Distrito, del sitio de Noticias y de los múltiples órganos de prensa vinculados de una u otra forma al apostolado de la FSSPX. 

Muchas veces se retoman las críticas que otros efectúan (de nuevo, no se trata de una carrera infantil para ver quién llega primero...), como ha sido el caso de las "Dubia" presentadas por cuatro Cardenales de la Iglesia y respecto de las cuales se hace necesario no interferir con ellas. Por otro lado, y así lo ha puntualizado el Superior del Distrito de Francia, la crítica resulta "sorda, parcial, a veces insuficiente incluso incoherente, desde que se inspira en los falsos principios de los cuales las últimas recaídas no son, sino por desgracia, más que sus consecuencias lógicas" (en "Fideliter" Nº 235). Lo que venimos diciendo desde aquí hace tiempo, a las críticas muchas veces les falta contextualizar: de nada sirve ensañarse con Francisco si al mismo tiempo no enmarcamos su pontificado en una línea de malos pontífices que lo precedieron en los errores y defecciones. La falta de coherencia se vuelve a repetir cuando en una muy buena toma de posición del Cardenal Burke, que aplaudimos, se pide la consagración de Rusia al Corazón Inmaculado, pero se evoca la fallida consagración de "San" Juan Pablo II...

Siguiendo con la adjudicación que mencionamos, sólo queda una reivindicación del testimonio y de la profecía que en forma continua e íntegra han realizado los dos Testigos. En el pasado hemos formulado la ecuación: muerte/"excomunión" y reviviscencia/reconocimiento canónico. No la descartamos, tiene sentido. Pero el reconocimiento canónico no es en absoluto una necesidad: es una obligación de Roma, pero la reivindicación puede adoptar variadas formas, empezando por la más clara que sería la vuelta a la Tradición en la Iglesia (ya lo decía Mons. Lefebvre: "Entonces, el problema de la reconciliación ya no tendrá razón de ser y la Iglesia volverá a tener una renovada juventud"). Esto que parece imposible está profetizado para estos últimos tiempos, cuando las Escrituras hablan de la "purificación del Santuario" (Dn 8, 14)

Concluimos pues: el argüir es "a tiempo y a destiempo", esto es , siempre, pero "siempre" no quiere decir en forma torpe (superponiéndose a otras críticas) o descontextualizada (avalando errores anteriores por parcialidad).

domingo, 14 de mayo de 2017

La alteración del mensaje de Fátima



En coincidencia con la conmemoración de los cien años de la primera aparición de la Virgen en Fátima, Portugal, hemos sido testigos de cómo el diabolus se ha ensañado con el mensaje de Fátima. Decimos bien el "mensaje", porque no sólo se busca alterar los secretos sino todo lo que lo rodea, su alcance y su significado escriturístico. Ya lo hemos mencionado pero vale la pena reiterarlo: el alcance del mensaje de Fátima es escatológico y la aparición de la Virgen de Fátima en 1917 es la "señal" de la "Mujer vestida de sol" del Apocalipsis, con la cual se inicia el último tramo -la última "semana de años"- de la humanidad antes del "resplandor de su Venida".

En el centro de los ataques están las últimas declaraciones de la auténtica (ya volveremos sobre ésto) Hermana Lucía del Corazón Inmaculado que pronunciara en 1957 en una entrevista al Padre Agustín Fuentes, postulador de la causa de beatificación de los otros videntes, Francisco y Jacinta Marto. 

El pasado año surgió la noticia de que, según unas confidencias hechas por la Hermana Lucía al Cardenal Caffarra, "la batalla decisiva entre Cristo y Satanás sería acerca del matrimonio y de la familia". Curiosamente, estas afirmaciones, que habrían llegado a conocimiento del purpurado en 2008, se descubrían a poco de salir la Encíclica "Amoris laetitia". Como ya hemos dicho, esta "noticia" es atractiva para los neocones (y algunos neo tradis), lo cuales centran su "combate" en los temas morales en los que el enemigo es lo más difuso posible y les permite distraer la atención sobre la verdadera "batalla final"

En efecto, en la entrevista que mencionamos de 1957, la auténtica Hermana Lucía dice: ‘Padre, el demonio está librando una batalla decisiva con la Virgen; y como sabe qué es lo que más ofende a Dios y lo que, en menos tiempo, le hará ganar mayor número de almas, está tratando de ganar a las almas consagradas a Dios, ya que de esta manera también deja el campo de las almas desamparado, y más fácilmente se apodera de ellas". Esta es pues la verdadera "batalla decisiva": la del diablo contra los clérigos, que habría de conducir a la apostasía de muchos de ellos en los años subsiguientes.

De ello, y en virtud de la contradicción en los términos, podemos extraer dos conclusiones: o lo reportado por el Cardenal Caffarra no es verídico o realmente le fueron confiadas dichas revelaciones pero no por la auténtica Hermana Lucía sino por quien, casi con certeza, la suplantó a partir de los años sesenta.

Y aquí introducimos el segundo ataque al mensaje de Fátima y en concreto a la entrevista de 1957, que es el llevado a cabo por sedevacantistas ante el miedo que les produce el tener que reconocer que la consagración de Rusia resta por hacerse, por cuanto, de ser así, se estaría confirmando la legitimidad del Papa y de los Obispos unidos a él, a los cuales va dirigida la petición. 

Los sedevacantistas refieren que la consagración de Rusia ya estaba hecha en 1952 mediante la "Carta apostólica a los pueblos de Rusia" efectuada por Pío XII (sin la participación de los Obispos del mundo). Aquéllos alegan que la "conversión de Rusia", que es uno de los efectos de la consagración, no significa la conversión a la fe católica sino el "cese de la persecución en Rusia" (tomando como referencia algunas relaciones epistolares de la Hermana Lucía que así lo consignan); y que el "cierto tiempo de paz dado al mundo", que es otro de los efectos de la consagración, no significa una paz mundial sino una relativa, la que habría empezado a verificarse en 1991 (sic!) luego de la caída del muro de Berlín.

En contraste, la referida entrevista alude a una Rusia no convertida y a un peligro para la paz del mundo cuando dice: "Dígales, Padre, que la Santísima Virgen, repetidas veces, tanto a mis primos Francisco y Jacinta como a mí, nos dijo: Que muchas naciones de la tierra desaparecerán sobre la faz de la misma, que Rusia sería el instrumento del castigo del Cielo para todo el mundo, si antes no alcanzamos la conversión de esa pobre Nación". Notemos el tiempo verbal de "alcanzar" u "obtener" -presente del indicativo- y el año en que fueron dichas estas palabras -1957. Esto es, queda claro que para ese año, la consagración no se había efectuado tal como la Virgen pidió, de lo contrario la Hermana Lucía no habría insistido sobre el punto.

Por nuestra parte, en concordancia con los dichos de la auténtica Hermana Lucía, sostenemos que los castigos anunciados en el segundo secreto de Fátima se extienden más allá de la Segunda guerra mundial hasta nuestros días (baste pensar en las "persecuciones a la Iglesia") y los "errores de Rusia" son hoy los del socialismo democrático extendido por todo el orbe, las teorías de género y contra la natalidad propagadas desde gobiernos de "izquierda", etc (y ello sin entrar en disquisiciones sobre la connivencia del marxismo con el liberalismo y otras cosillas); en cuanto a la "paz mundial" en ningún lugar se dice que sea relativa, el adjetivo "cierto" indica indeterminación temporal pero no sustancial, y queda claro que desde el fin de la Segunda guerra mundial y hasta nuestros días no hubo nunca una paz real.

El otro tema que es objeto de ataques es el del tercer secreto de Fátima, respecto del cual ya mencionamos en una entrada anterior el último intento tendiente a desvirtuarlo. Primero fueron los modernistas, haciéndonos creer que el tercer secreto refería al pasado y al (¿auto?) atentado a Juan Pablo II y ahora son los sedevacantistas y algunos despistados que quieren enterrarlo con un extraño pseudo secreto. 

Recurriendo una vez más a la importantísima entrevista de 1957, allí la Hermana Lucía dice: "Pero, créame, Padre, Dios va a castigar al mundo, y lo va a castigar de una manera tremenda. El castigo del Cielo es inminente. ‘¿Que falta, Padre, para 1960; y qué sucederá entonces? Será una cosa muy triste para todos; y no una cosa alegre si antes el mundo no hace oración y penitencia. No puedo detallar más, ya que es aún un secreto ... ‘Es la tercera parte del Mensaje de Nuestra Señora, que aún permanece secreto hasta esa fecha de 1960" 

Está claro entonces que el tercer secreto gira en torno a la crisis en la Iglesia a partir de los años sesenta, pero con detalles que lo hacen "terrible" (de carácter apocalíptico) y no con vericuetos como hace el pseudo secreto de los sedevacantistas al revelar una "apostasía" surgida de la nada, con elementos extravagantes como "iglesias feas", "ojos del mal" y "piedras angulares" y en el que se menciona al pasar a Juan Pablo II (uno de los principales artífices de la apostasía) sin el más mínimo reproche hacia él.

Por último, quisiéramos hacer una mención al tema de la sustitución de la Hermana Lucía de Fátima por una impostora. Los sedevacantistas hacen retrotraer la sustitución al 31 de mayo de 1949 en base a las fechas de un catálogo de Carmelitas informatizado en el cual se encontró que la fecha de defunción de la Hermana Lucía era en esa fecha. En realidad, ese día y año resulta ser el de la profesión como Hermana carmelita, por lo que es dable pensar en una confusión. En todo caso, esta conclusión de los sedevacantistas se debe a querer negar el carácter verdadero de la entrevista de 1957. 

No somos expertos en morfología humana y por más que estudiamos las muchas fotos que se pueden encontrar en internet, no podemos llegar a algo concluyente al respecto, si bien nos inclinamos por pensar en que existe -en el aspecto físico- alguna diferencia entre la Lucía de antes de los sesenta y la que hace su aparición en la visita de Pablo VI a Fátima. La actitud de una y otra son por su parte claramente diferentes, especialmente en los últimos años de la segunda, con su adulación a Juan Pablo II. En relación a los escritos, encontramos una línea bastante clara hasta los años ochenta (a vía de ejemplo, una carta al P. Humberto fechada en 1980 reitera con precisión los pedidos de consagración de Rusia y su diferencia con el pedido de consagración del mundo y la contestación al Obispo de Boston en 1989 declarando que la consagración de Juan Pablo II de 1984 no había cumplido con los requisitos de la Virgen). 

Lo que nos parece imposible es la participación de la verdadera Hermana Lucía en las misas novus ordo, puesto que tenemos por cierto que uno de los elementos del tercer secreto es precisamente la "Supresión del Sacrificio perpetuo" en 1967-69 (no nos referimos a la invalidez sino a la maldad del nuevo rito, que desvirtúa -sinónimo de "abolir"- el Sacrificio eucarístico). La verdadera Hermana Lucía, en conocimiento de ese detalle, no podría haber participado en liturgias novus ordo ni siquiera por "obediencia". En definitiva, pensamos que la verdadera Hermana Lucía (que aparece en la foto que publicamos) pudo haber vivido hasta finales de los años ochenta (por lo epistolar que mencionamos) pero su actuación pública fue cumplida desde los años sesenta por otra persona. Y así vivió un "tiempo más" como le prometió la Virgen, tiempo suficiente para testimoniar de la devoción al Corazón Inmaculado y del mensaje recibido.

domingo, 7 de mayo de 2017

Notas relativas a la carta de la Comisión "Ecclesia Dei" sobre los matrimonios FSSPX

[Hemos editado la primera parte y nos limitamos a comentar la carta de la Comisión "Ecclesia Dei"]


El Comunicado de la Casa general agradece el gesto papal el que a su vez no hace otra cosa que recoger el principio (bien decimos, el principio) para la validez  y licitud del Sacramento del matrimonio: que éste sea celebrado ante el párroco o su delegado, con la presencia de dos testigos y reconoce que esta circunstancia alcanza también a los Sacerdotes de la FSSPX en ciertos casos. 

Lo primero que sobresale es que este "reconocimiento" en nada afecta ni niega  la jurisdicción de suplencia invocada por la FSSPX y basada en la "causa justa" de los fieles (ya decía Mons. Lefebvre que los Sacerdotes de la Fraternidad no se arrogarían jurisdicción propia sino sólo la de suplencia en virtud del pedido de los fieles). Esta solución nada tiene que ver con estructuras canónicas o reconocimientos como el presente, rige siempre en la Iglesia cuya máxima es que "la salvación de las almas es la ley suprema".  

De hecho, la "causa justa" debe ser ponderada en cada caso: a vía de ejemplo, somos de la opinión de que el Sacramento de la Confesión es perfectamente válido y lícito con un Sacerdote "oficial" siempre y cuando nos conste que confiere la absolución (las dudas de orden doctrinal pueden perfectamente ser evacuadas fuera del Sacramento ante Sacerdotes ortodoxos y lo único que se requiere para el penitente es la acusación de sus pecados con la debida contrición y el propósito de enmienda). Y sucede lo mismo con el Sacramento del Matrimonio, donde el peligro para la Fé podría estar en una mala preparación de los futuros cónyuges (de ahí que el Comunicado de la Casa General recuerde que la misma seguirá siendo privativa de la FSSPX) y no en la sola presencia de un Párroco "oficial" en la ceremonia de celebración del Sacramento. 

Claro está, puede haber excepciones  que hagan necesaria la ocurrencia a Sacerdotes de la FSSPX en invocando la aludida "causa justa" : necesidad de confesar alguna falta que tenga que ver, en forma mediata o inmediata, con la crisis de la Iglesia en el primer ejemplo [esta era la situación antes de la autorización del Papa Francisco respecto de las confesiones en la FSSPX]o una prédica adrede errónea en algún Presbítero o su falta de sacralización en el segundo ejemplo o, como menciona la nota aclaratoria propuesta por la misma FSSPX, el desconocimiento que se tenga del referido Presbítero.

Lo segundo, esta disposición es evidentemente provisoria, siendo que se comenta que Roma ya tiene en mente una estructura canónica para la FSSPX consistente en una Prelatura personal  en cuyo caso  la solución definitiva debería pasar por una delegación formal por parte del Obispo local a los Sacerdotes de la mencionada estructura para celebrar válida y lícitamente todos los Sacramentos en el rito tradicional.

Dicho esto, sigue vigente la necesidad de extremar la atención en cada una de las proposiciones romanas, a fin de estar seguros de que lo que se reconozca implique siempre el mantener a la FSSPX tal cual ha sido desde sus fundación y continúa siéndolo al día de hoy, mal que le pese a los cizañeros.