Un concepto básico a tener en cuenta en este tiempo de confusión generalizada, es el de que Dios actúa por instrumentos visibles.
Dios dejó una Iglesia visible, una estructura con una Cabeza visible y con miembros también visibles, en cuanto profesan la misma Fe, practican los mismos Sacramentos y están sometidos a la misma Jerarquía (cfr. la definición de "católico" del Catecismo de San Pío X). Tanto es así que no puede haber Iglesia sin Papa visible ("Ubi Petrus, ibi Ecclesia"), sucesor en la línea de Papas desde San Pedro. De ahí que no pueda nunca sostenerse -sin negar este dogma- la tesis "sedevacantista" y su variante "Papa materialiter" (el Papado es pleno y jurisdiccional).
Distinto es el caso de sostener, en la coyuntura actual, que el Papa sigue siendo Benedicto XVI. Ello sería posible debido a una renuncia inválida, sea por no haber sido libre o por no haber querido renunciar al papado en forma plena, aunque esto sólo podría conocerse si el propio involucrado reivindicara para sí el papado (atención que aquí vale también lo que se alega para la invalidez, el reclamo debe ser del papado en forma plena, ya que no existe un papado "contemplativo" opuesto a otro "efectivo").
Para la resistencia (sin comillas) a la "Iglesia conciliar" Dios ha elegido también un instrumento visible: una comunidad de Sacerdotes y comunidades de Hermanos o de religiosos así como los fieles unidos a ellas. Esto no puede ser de otro modo. Sabemos que Dios no deja a nadie desamparado: “Yo fui joven, y ya soy viejo, y no he visto al justo desamparado, ni a su descendencia mendigando pan" (Salmo 37). Sabemos también que al comienzo de la "gran tribulación" (en la que estamos inmersos sin lugar a dudas) Dios enviaría a "dos Testigos" ("Testigos" y no "figuras" o "murallas", por tanto: católicos y no paganos, contemporáneos al "misterio de iniquidad" y no "obstáculos" que al ser removidos permiten su aparición, como se sostiene en cierto blog...).
Y sabemos cuáles son las características que definen a esos "Testigos", similares a la de sus "tipos" bíblicos: 'restaurar el altar que estaba caído' (el rito sacrificial), 'reconciliar a los padres con los hijos' (llevar la Tradición a las nuevas generaciones), 'restaurar todas las cosas previo al Juicio del Señor' (restauración de la Iglesia), ser ejemplo de 'penitencia' (a través del mantenimiento de las "reglas" y la disciplina de las distintas vocaciones religiosas). La indumentaria (real o figurada): 'vestidos de saco' o de penitencia (la sotana y el hábito lo son). El derrotero: testimonial, 'muerte' (espiritual o "excomunión"), 'cadáver insepulto' ("irregularidad canónica"), 'resurrección'. Sólo una comunidad visible reúne todas estas notas, y ella es la FSSPX (y comunidad de Hermanos o religiosos)
Entonces, la claridad conceptual y de actuación no provendrán de las tesis "sedevacantistas" o "materialiter", ni de los Obispos o Sacerdotes que fuera de una organización visible y reconocible se han transformado en "adalides" de un grupo reducido de seguidores (decimos bien "seguidores" y no "fieles", porque éstos lo son a una doctrina antes que a un "líder" o "maestro", y por ello la FSSPX cuenta con un "Superior General" que es elegido por un Capítulo, que no dura para siempre en su puesto y que no necesariamente es un Obispo de los cuatro que ordenara el fundador). Tampoco de los Obispos o Cardenales que en forma tardía reaccionan o pretenden hacerlo contra el mal instalado en el "Templo" (cfr. Ap 11) y que no califican como "Testigos".