En otra entrada transcribimos un comentario que ponía de manifiesto que el Papa Francisco no es sino el colofón de los Papas que lo precedieron desde que sobreviniera la "primavera" eclesial, al tiempo de denunciar a los tradi-fariseos-tardíos, ciertamente defensores de la moral verdadera pero partidarios de la obediencia mal entendida o entendida al modo farisaico. Lo que viene a cuento por dos motivos: la "Correctio filialis" que presentaran seglares y clérigos al Papa por sus herejías en "Amoris laetitia" y unas declaraciones del Cardenal Burke por las cuales deja en claro su posición respecto de la FSSPX.
Acerca de la "Correctio filialis", debemos otra vez contextualizar. Es lo que queda claramente expuesto en un artículo publicado en el blog akacatholic a propósito de la "revolución" aportada por Juan Pablo II ya en su primera encíclica al enraizar su pontificado en el "despertar" -en una nueva dirección- de la Iglesia desde el Concilio Vaticano II, vía el concepto de "Tradición viva" y la novedosa doctrina de la "unión de todo hombre a Cristo por la Encarnación" (la que niega el pecado original y la necesidad de la gracia).
De allí que se reconozca -como reporta el artículo- por parte del Arzobispo Vincenzo Paglia que "la verdadera revolución ocurrió bajo Juan Pablo II, no Francisco": la novedad de la unión de todo hombre a Cristo se encuentra plasmada en "Lumen Gentium", en la que la Iglesia y la humanidad se confunden y caben "bajo el mismo techo"; de resultas, ¿qué impide que todos compartan la misma cena? Y esto es lo que dice Francisco en "Amoris laetitia", en perfecto intérprete de Juan Pablo II. No lo dice la "correctio filialis", pero se deduce de las fuentes de las herejías denunciadas que sí se mencionan: el modernismo por un lado, y la doctrina de Lutero por otro.
Dicho esto, el blog que referimos antes, nos entera también que el Cardenal de las "dubia" habría expresado que la FSSPX se encontraría en "cisma" (!) y que no sería legítimo asistir a sus Misas y de recibir los Sacramentos en ella (!!), y considerando las recientes concesiones papales para su administración como "anomalía" (!!!). Todo lo contrario a los dichos de otro Cardenal conciliar, el Cardenal Castrillón Hoyos.
Así pues, deberíamos corregir en primer lugar al Cardenal Burke, de su obediencia mal entendida o entendida al modo farisaico, presentándole una "dubia" que dijera algo así como "¿la necesidad de salvar la única liturgia agradable a Dios y la verdadera doctrina constituyen o no un 'estado de necesidad?" y una corrección que dijera: "el estado de necesidad como causa de justificación está contenida en el derecho canónico y quien actúa bajo su amparo no resulta válidamente excomulgado o bien -si consideró estar ante tal causa de justificación en forma subjetiva- su pena debió ser menor a la excomunión automática, de suerte que nunca hubo delito de cisma".
Esto explicaría el porqué de la no firma, por parte del Cardenal, de la "Correctio filialis" presentada recientemente por seglares y clérigos (entre los cuales, Mons. Fellay, Superior General de la FSSPX): el no querer "contagiarse" del "cisma" de la FSSPX. La omisión de la firma fue expuesta y lamentada por uno de los que suscriben la "Correctio filialis", el abogado Christopher Ferrara, al tiempo de afirmar la importancia de dicha participación (más precisamente del Colegio cardenalicio).
Lo afirmado es básicamente correcto, al tenor de cómo seguirían las cuestiones de aquí en más (ver el interesante artículo de Robert J. Siscoe en "Adelante la Fe" respecto de la deposición del Papa hereje): sólo podría deponer a un Papa hereje un Concilio ecuménico, aunque fuera uno convocado al efecto, sin la participación del acusado o bien el Colegio cardenalicio, el cual recibe la aceptación del Papa (y estaría en condiciones de declarar la cesación del oficio papal)
Ahora bien, a la vista de la mala fé demostrada por éste y otros purpurados y Obispos, consideramos, tal como Christopher Ferrara en la nota transcripta, que sólo resta la opción de una "intervención divina directa".