Lo del título es una transcripción irónica del
elegido por el P. Federico Highton para pseudo rebatir una conferencia del P. Bianchetti de la FSSPX. Es irónico puesto
que aún en el supuesto que el Padre referido en último término hubiese
incurrido en errores, éstos no serían imputables a la Fraternidad San Pío X
como tal, como emanado de algún documento oficial o que comprometiese a todos
sus miembros. Del mismo modo que los dichos del P. Highton no comprometen a la
“Orden San Elías” o corresponden necesariamente al pensamiento del P. Olivera
Ravasi (otro miembro de la dicha Sociedad).
Desde ya, si el P. Bianchetti “pontifica”
que el novus ordo es per se algo malo (por ende, pecaminoso) ello es algo absolutamente
cierto, lo cual no quiere decir que subjetivamente todos quienes
celebren o participen de esa misa sean imputables de pecado.
La solicitud del P. Highton parece
ser la de aquellas almas atormentadas por los “escrúpulos” causados por predicaciones como las del P. Bianchetti, pero no la búsqueda de
la Verdad, de la naturaleza intrínseca del novus ordo, de la cual derivarían el
juicio moral respecto a éste último y la actuación consecuente.
El P. Bianchetti distingue
claramente la validez de la lictud, deja
claro cuáles son los elementos para la validez (existencia) del Sacramento y
llega a la conclusión de que no se puede afirmar que la misa novus ordo sea,
en principio, inválida. Sí va a explicar
el porqué es ilícita. En otro pasaje afirmará como algo hipotético y no como
principio, la posibilidad de la invalidez por falta de intención del Sacerdote,
sobre lo que volveremos.
De las falsas refutaciones del P.
Highton:
Primera falsa refutación: Lo que el
P. Highton parece confundir aquí es la Misa como Sacrificio y el rito de
la Misa. El P. Bianchetti, cuando refiere que la Misa tradicional es la Misa
católica, alude al primer significado, oponiendo esa Misa católica a la que no
lo será (misa novus ordo), no a los diferentes ritos de la Misa.
Segunda falsa refutación: lo lícito es lo que es ajustado a la ley (sea divina o humana, civil o eclesiástica, etc), pero conforme a Santo Tomás, ley es “una ordenación de la razón, para el bien común, promulgada por quien tiene cuidado de la comunidad' Aquino, Tomás de. S.Th., I-II, q.90, a.4. Y esa ordenación de la razón está en la naturaleza del hombre. Es a esta definción a la que apunta el P. Bianchetti.
Tercera falsa refutación: 1- claro que el P. Bianchetti se refiere a “fe protestante” como “creencia”, no está calificando en esta alusión la falsedad o veracidad de esa creencia. 2- aquí el P. Highton habla como si conociera el interior o los procesos mentales de los feligreses que asisten al novus ordo. La realidad -comprobable en forma estadística- es la de que las Iglesias se vaciaron en el entorno de la imposición de la nueva misa hasta llegar al grado de deserción actual nunca visto en la historia de la Iglesia. Si el abandono (o la apostasía) derivó en protestantismo, en cualquier otra falsa religión o lisa y llanamente en ateísmo no podemos cuantificarlo, pero en todo caso los elementos protestantes de la nueva misa fueron causa de este abandono. 3- no se trata de que exteriormente algo luzca apetecible sino de las rúbricas propias del novus ordo: los hongos más venenosos lucen muy coloridos exteriormente. 4- el P. Bianchetti dice por un lado que el propio rito pudiera tener un efecto en la (falta de) intención y que “uno” (está hablando de él y de los fieles avisados que no obstante acuden por verdaderos escrúpulos al novus ordo) puede dudar de la consagración. No se refiere aquí a la feligresía en general.
Sobre el tema de la intención, comencemos por recordar de que la intención es uno
de los requisitos para la validez de los Sacramentos (Concilio de Trento, ses 7a,
can 11). Esto es, no basta con que el Sacerdote lleve a cabo la forma, sino que
debe tener la “intención”.
Al respecto, los teólogos han estado divididos: unos se basan en que basta con la realización seria y deliberada del rito exterior, en que la Iglesia nunca se preocupó por conocer la intención interior y en que, si
tal fuera el caso, provocaría problemas de conciencia.
Pero
otros sostienen que la intención interior es necesaria para la validez y se basan
en el propio Concilio de Trento que considera que además de la materia y de la
forma (por lo tanto, del rito exterior) se requiere la “intención de hacer lo
que hace la Iglesia”. Por su parte, Alejandro VIII condenó la proposición que
dice que “es válido el bautismo que es conferido por un ministro que observa
todos los ritos externos y la forma del bautismo aun cuando en su interior
piense en no hacer lo que hace la Iglesia” (Ds 2328).
Esto
es, si bastara siempre con el rito exterior (como propugna el P. Highton),
entonces la Iglesia no requeriría algo llamado “intención”. De tal suerte que si
el Sacerdote piensa en no hacer el Sacramento, no lo estaría haciendo, lo
estaría fingiendo.
Es
ni más ni menos lo que dice el P. Bianchetti. Lo que "hace la Iglesia" es un
Sacrificio por el cual se opera la transubstanciación. Los protestantes en sus
celebraciones solo quieren hacer un “memorial” y el novus ordo, en cuya elaboración
se solicitó la opinión de consejeros protestantes, trasunta esa idea.
La
respuesta del Aquinate a la objeción de San Agustín que cita el P. Highton no viene
al caso, pues él está hablando de la no creencia en los efectos del Sacramento (la cual no impide, ciertamente, la confección de este), al “ex opere operato”, no de
la voluntad de no hacer el Sacramento.
Luego
el P. Highton nos confunde con la llamada ‘intención virtual’. Cierto que la
misma es suficiente para la confección, pero olvida decirnos que la intención
virtual es continuación de una intención “actual” de querer hacer el
Sacramento. Si ésta nunca se tuvo, mal puede haber una “virtual” (es decir, por
más que en el medio el Ministro se haya “ido por los cerros de Ubeda”).
Cuarta
falsa refutación: el P. Bianchetti recuerda correctamente las palabras de la
forma en el Misal latino. Luego trae a colación un estudio sobre el Misal novus
ordo y menciona que alguien sostiene la invalidez por el no uso del adjetivo “éste”,
lo cual es desmentido (en forma condicional) por el Padre. Resulta que este “gravísimo
yerro” en palabras del P. Highton, responde únicamente a que “esto” es la
traducción corriente del Misal romano al español, por lo cual si la
interpretación de más arriba fuera cierta, invalidaría el rito nuevo, al que
tanto defiende.
Quinta
falsa refutación: el P. Bianchetti recuerda correctamente cómo el Misal tradicional
expresa la fórmula consagratoria. En efecto, en el Misal tradicional y para
subrayar que se actúa ‘in persona Christi’, las mayúsculas vienen después del “tomad
y bebed”, en cambio en el Misal nuevo estas últimas palabras se incorporan
junto a las que son propias de la consagración, con lo cual no se distingue lo
narrativo de la acción que se debe realizar.
Sexta
falsa refutación: ya explicado en el párrafo anterior. No se trata de comparar textos
in extenso sino de cómo estos están presentados, de si tiene puntuación luego del
“Accipite, et manducate ex hoc omnes” como es el caso del Misal antiguo o de si esta frase
se incorpora toda en mayúscula en las palabras consagratorias. No decimos que
esto sea causa invalidante pero sí un factor más, entre muchos, para que el
oficiante pueda no tener presente que actúa ‘in persona Christi’.
Séptima falsa refutación: ya contestado en el párrafo tercero. Santo Tomás explica cómo
la intención virtual es suficiente, pero nada dice de si no se tiene la
intención actual de hacer el Sacramento, sin la cual no puede haber intención
virtual que es su continuación.
Octava
falsa refutación: el P. Higthon pretende refutar al P. Bianchetti en cuanto a la
ausencia de bandeja para la comunión, purificación de los dedos e inexistencia
de “preservatio”. Y para ello cita la “tercera edición del Misal romano”. La “Institutio
generalis” menciona la purificación de los dedos como condicionada a que “algún
fragmento de la Hostia se haya adherido” pero nada se dice de la “preservatio”
ni se prescribe la bandeja de comunión.
Conclusión:
Monseñor
Lefebvre salvó el rito tradicional que nunca había sido abrogado pero se quería
prohibir y desterrar de hecho para todo el mundo latino. De hecho “salvaron” (junto a Mons. de Castro-Mayer) a
esa liturgia y a la doctrina verdadera. Si, mal que le pese al P. Highton, la FSSPX es
el remanente fiel organizado (no descartamos que puedan existir clérigos que
se opongan a los errores del Concilio Vaticano II y preserven la Misa
tradicional, pero lo harán en forma particular y sin garantía de continuidad).
La
ilicitud de la Misa nueva se debe ante todo a que es contraria a una doctrina “de
fide tenenda” del magisterio ordinario, la Bula “Quo primum tempore” de San Pío
V, el cual prohibió se modificara el rito por él codificado (por ello no es incorrecto
denominar a la Misa tradicional como “Misa de San Pío V” en su honor). Lo que
pretenden estas doctrinas infalibles es la protección del Dogma, esto es, aquello
que -en este caso en la liturgia- es de Tradición apostólica. No significa esto
que no se puedan hacer alteraciones a la liturgia por un Pontífice, pero siempre
guardando el ”corpus”, aquello que impide se altere o ponga en peligro los
dogmas católicos: Sacrificio eucarístico, transubstanciación, Presencia Real.
Esto es lo que, lamentablemente, ha provocado el Novus ordo.
Aun
así, somos de la opinión que, por provisión divina, la validez del rito
nuevo no se ha visto afectada en su generalidad, siendo que Cristo prometió de
“estar siempre con nosotros” (Mt 28, 20), lo cual no quita, nuevamente, que
el rito nuevo sea malo en sí mismo, por desvirtuar el Sacrificio perpetuo.