jueves, 12 de julio de 2018

Ya no habrá más tiempo



La FSSPX, reunida en Capítulo General, eligió un nuevo Superior General, que recayó en el P. Davide Pagliarani, así como a sus dos Asistentes, Mons. Alfonso de Galarreta y el P. Christian Bouchacourt. Hecho que no cambiará en nada la línea seguida hasta ahora por el grueso de la filas de la Tradición, con la sabia dirección de Mons. Bernard Fellay. Decimos bien el 'grueso',  porque los que se les 'unieron traidoramente' (Dn 11, 34) ya están afuera.

Decíamos en el post precedente que este es el tiempo de la "gran tribulación" (Mt 24, 21), tiempo que coincide con el testimonio de los dos Testigos, con una fase de predicación y otra de 'muerte espiritual' (falsa 'excomunión'). De esta última, se pasa a la 'resurrección'. Y puesto que la 'muerte' fue espiritual y consistió en una sanción canónica (nula), la 'resurrección' puede consistir en un reconocimiento canónico (esta vez legítimo) o bien en una reivindicación, cuya naturaleza desconocemos. En todo caso, un acontecimiento agraciado, presenciado por los enemigos de los Testigos, concomitante con un 'terremoto'  y la consecuente 'muerte' de un número de personas (Ap 11, 13) los que, siguiendo la interpretación de un amigo de esta casa,  podrían ser figurados, ya que así lo sugiere el escenario (la 'gran ciudad también llamada Sodoma y Egipto') y la cifra (de 'siete mil' perecidos).

Ahora bien, la mencionada cifra es un número completo, lo que da a entender la magnitud del acontecimiento, el que pensamos se trata del fin de la era de los gentiles, en la medida que son ellos los que pisotean el Templo durante "1260 días". Los "restantes" se dice que "dieron gloria al Dios del Cielo" (¿conversión de los verdaderos hebreos carnales?). Lo cual viene a coincidir con el "resplandor de su Venida" y la destrucción de las fuerzas anticrísticas. 

Esto que puede despistar un tanto, a causa de la simbología utilizada, no por ello deja de ser una realidad, que estamos presenciando y que está por ocurrir en lo que resta por suceder -lo decimos en forma asertiva- en un lapso no mayor a los cinco años. Vale decir, en este año o en estos años que siguen hasta el 2023 inclusive (si así no fuera, deberíamos revisar nuestra exégesis). 

Basten estas consideraciones para aventar cualquier clase de pensamiento mezquino (pseudo defecciones), ilusión terrena ('restauraciones' que no impliquen una intervención divina) o aparicionismo desquiciado (del tipo de "La Salette").  Y también, y esto nos lo decimos a nosotros mismos, cualquier posibilidad de 'experimentar con la Tradición',  ya que la catolicidad será diferente, no en lo esencial que es perenne sino en lo accesorio (con su centro en Jerusalén, nuevo culto, etc).

En las palabras inspiradas del Apocaleta, porque 'ya no habrá más tiempo' (Ap 10, 6).

2 comentarios:

  1. Un único punto que me merece duda de la sistemática es el que se refiere a la universalidad que, entiendo, debiese tener la "supresión del sacrificio perpétuo". La mayor parte de los ritos orientales, partiendo por el bizantino, que es el más importante y numeroso, no han sido alterados en lo sustancial por las reformas novus ordo.

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  2. Anónimo: Entiendo su punto. La explicación que le doy es que esa universalidad no se requiere para el cumplimiento de la profecía, ni en la extensión, ni en lo sustancial. De hecho, los "Testigos" o la "Mujer en el desierto" obviamente que escapan a esa supresión. Por fuera de estructuras determinadas, han existido Sacerdotes de rito latino que han mantenido la liturgia sacrificial. Tampoco en lo sustancial, puesto que no está probado que la supresión lo sea en un sentido de validez sacramental (que la habría en el novus ordo) sino de rito (que ya no es más católico). Una "supresión" total en cuanto a su extensión no sería acorde a la Escritura que prevé la "Mujer en el desierto", a los "144000" etc y tampoco en lo sustancial, por la promesa de Cristo de "estar siempre con nosotros" (y que en caso contrario podría entenderse que las "puertas del infierno" han prevalecido"). Tenga presente que el profeta Daniel dice que se "intentará cambiar los tiempos y las leyes" (entre ellas las litúrgicas) pero no se dice que lo logre en forma plena.

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