Nos llega recién
otro artículo (en francés) el
cual, luego de analizar todas las condiciones pedidas por la Virgen para la
validez del acto y establecer que se verifica la consagración de Rusia al
Corazón Inmaculado en acto de reparación por los pecados, sólo retiene -como
faltante- el que no se haya prometido la aprobación y propagación de la
devoción de los "primeros sábados". Detengámonos pues en este
(último) obstáculo:
Lo primero que hay que tener en cuenta es que en el mensaje original de 1917 se exponen diversas promesas y castigos: la primer promesa refiere al fin de la primera guerra mundial, y el primer castigo, a que si "no se cesa de ofender a Dios" vendrá "otro castigo peor (segunda guerra mundial), hambre y persecuciones al Santo Padre"; luego, "para impedirlo", vendrá a pedir la "consagración de Rusia a su Corazón Inmaculado y la comunión reparadora de los primeros sábados"; la segunda promesa es que si "se escuchan mis pedidos, Rusia se convertira y habrá paz" y el segundo castigo : "si no, expandirá sus errores por el mundo, provocando guerras y persecuciones hacia la Iglesia. Los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá mucho que sufrir, muchas naciones serán aniquiladas". Todo esto ya tuvo su cumplimiento histórico. Ahora resta sólo una promesa: "Al fin, mi Corazón Inmaculado triunfará, el Santo Padre me consagrará Rusia [no se hace mención a los ´primeros sábados`], la que se convertirá y le será dado al mundo un cierto tiempo de paz".
En 1930 Sor Lucía le aclara al P. Goncalves que "el buen Dios promete poner fin a la persecución en Rusia [referida pues al comunismo] si el Santo Padre se digna hacer, junto con los Obispos, un acto solemne de reparación y de consagración a Rusia a los Corazones de Jesús y de María y si su Santidad promete, mediando el fin de esta persecución, aprobar y recomendar la práctica de esta devoción."
En 1939, lo mismo. Sor Lucia escribe que Nuestro Señor le dice: "Insiste para que se divulgue la comunión reparadora de los primeros sábados...el momento se aproxima en que los rigores de mi justicia van a castigar los crímenes de muchas naciones. Algunas serán aniquiladas" [con esto queda explicitado que la 'aniquilación' refiere a la segunda guerra mundial].
Ahora bien, ya ese mismo año de 1939, luego de la promoción de la devoción de los primeros sábados entre los fieles portugueses por parte de Monseñor Da Silva, Obispo de Leiría, Sor Lucía escribía: "Ahora no hace falta más que la consagración de Rusia por parte del Santo Padre y de todos los Obispos católicos. Ah! si me fuera dado ver que el Santo Padre se decide hacer esto".
En 1946 Sor Lucía recibe al escritor William Thomas Walsh y éste dice que Sor Lucía le repitió varias veces de que " lo que quiere Nuestra Señora es la consagración de Rusia a su Corazón Inmaculado en una ceremonia especial [ya no se alude a la devoción de los primeros sábados] Si esta consagración se hace, la Santa Virgen convertirá a Rusia y la paz reinará en el mundo. Si no, los errores de Rusia se expandirán por todos lados".
Queda claro entonces que algunos pedidos y castigos ya tuvieron su cumplimiento histórico. Sólo restaba un pedido y una promesa: "el triunfo final con la consagración de Rusia al Inmaculado Corazón".