martes, 22 de marzo de 2022

Urgente: se conoce el texto de la consagración (opinión preliminar)

 (Agencia ACI): 

Oh María, Madre de Dios y Madre nuestra, nosotros, en esta hora de tribulación, recurrimos a ti. Tú eres nuestra Madre, nos amas y nos conoces, nada de lo que nos preocupa se te oculta. Madre de misericordia, muchas veces hemos experimentado tu ternura providente, tu presencia que nos devuelve la paz, porque tú siempre nos llevas a Jesús, Príncipe de la paz.

Nosotros hemos perdido la senda de la paz. Hemos olvidado la lección de las tragedias del siglo pasado, el sacrificio de millones de caídos en las guerras mundiales. Hemos desatendido los compromisos asumidos como Comunidad de Naciones y estamos traicionando los sueños de paz de los pueblos y las esperanzas de los jóvenes.

Nos hemos enfermado de avidez, nos hemos encerrado en intereses nacionalistas, nos hemos dejado endurecer por la indiferencia y paralizar por el egoísmo. Hemos preferido ignorar a Dios, convivir con nuestras falsedades, alimentar la agresividad, suprimir vidas y acumular armas, olvidándonos de que somos custodios de nuestro prójimo y de nuestra casa común.

Hemos destrozado con la guerra el jardín de la tierra, hemos herido con el pecado el corazón de nuestro Padre, que nos quiere hermanos y hermanas. Nos hemos vuelto indiferentes a todos y a todo, menos a nosotros mismos. Y con vergüenza decimos: perdónanos, Señor.

En la miseria del pecado, en nuestros cansancios y fragilidades, en el misterio de la iniquidad del mal y de la guerra, tú, Madre Santa, nos recuerdas que Dios no nos abandona, sino que continúa mirándonos con amor, deseoso de perdonarnos y levantarnos de nuevo. Es Él quien te ha entregado a nosotros y ha puesto en tu Corazón inmaculado un refugio para la Iglesia y para la humanidad. Por su bondad divina estás con nosotros, e incluso en las vicisitudes más adversas de la historia nos conduces con ternura.

Por eso recurrimos a ti, llamamos a la puerta de tu Corazón, nosotros, tus hijos queridos que no te cansas jamás de visitar e invitar a la conversión.

En esta hora oscura, ven a socorrernos y consolarnos. Repite a cada uno de nosotros: «¿Acaso no estoy yo aquí, que soy tu Madre?». Tú sabes cómo desatar los enredos de nuestro corazón y los nudos de nuestro tiempo. Ponemos nuestra confianza en ti. Estamos seguros de que tú, sobre todo en estos momentos de prueba, no desprecias nuestras súplicas y acudes en nuestro auxilio.

Así lo hiciste en Caná de Galilea, cuando apresuraste la hora de la intervención de Jesús e introdujiste su primer signo en el mundo. Cuando la fiesta se había convertido en tristeza le dijiste: «No tienen vino» (Jn 2,3).

Repíteselo otra vez a Dios, oh Madre, porque hoy hemos terminado el vino de la esperanza, se ha desvanecido la alegría, se ha aguado la fraternidad. Hemos perdido la humanidad, hemos estropeado la paz. Nos hemos vuelto capaces de todo tipo de violencia y destrucción. Necesitamos urgentemente tu ayuda materna.

Acoge, oh Madre, nuestra súplica.

Tú, estrella del mar, no nos dejes naufragar en la tormenta de la guerra.

Tú, arca de la nueva alianza, inspira proyectos y caminos de reconciliación.

Tú, «tierra del Cielo», vuelve a traer la armonía de Dios al mundo.

Extingue el odio, aplaca la venganza, enséñanos a perdonar.

Líbranos de la guerra, preserva al mundo de la amenaza nuclear.

Reina del Rosario, despierta en nosotros la necesidad de orar y de amar.

Reina de la familia humana, muestra a los pueblos la senda de la fraternidad.

Reina de la paz, obtén para el mundo la paz.

Que tu llanto, oh Madre, conmueva nuestros corazones endurecidos. Que las lágrimas que has derramado por nosotros hagan florecer este valle que nuestro odio ha secado. Y mientras el ruido de las armas no enmudece, que tu oración nos disponga a la paz.

Que tus manos maternas acaricien a los que sufren y huyen bajo el peso de las bombas. Que tu abrazo materno consuele a los que se ven obligados a dejar sus hogares y su país. Que tu Corazón afligido nos mueva a la compasión, nos impulse a abrir puertas y a hacernos cargo de la humanidad herida y descartada.

Santa Madre de Dios, mientras estabas al pie de la cruz, Jesús, viendo al discípulo junto a ti, te dijo: «Ahí tienes a tu hijo» (Jn 19,26), y así nos encomendó a ti. Después dijo al discípulo, a cada uno de nosotros: «Ahí tienes a tu madre» (v. 27).

Madre, queremos acogerte ahora en nuestra vida y en nuestra historia. En esta hora la humanidad, agotada y abrumada, está contigo al pie de la cruz. Y necesita encomendarse a ti, consagrarse a Cristo a través de ti.

El pueblo ucraniano y el pueblo ruso, que te veneran con amor, recurren a ti, mientras tu Corazón palpita por ellos y por todos los pueblos diezmados a causa de la guerra, el hambre, las injusticias y la miseria.

Por eso, Madre de Dios y nuestra, nosotros solemnemente encomendamos y consagramos a tu Corazón inmaculado nuestras personas, la Iglesia y la humanidad entera, de manera especial Rusia y Ucrania.

Acoge este acto nuestro que realizamos con confianza y amor, haz que cese la guerra, provee al mundo de paz. El «sí» que brotó de tu Corazón abrió las puertas de la historia al Príncipe de la paz; confiamos que, por medio de tu Corazón, la paz llegará.

A ti, pues, te consagramos el futuro de toda la familia humana, las necesidades y las aspiraciones de los pueblos, las angustias y las esperanzas del mundo.

Que a través de ti la divina Misericordia se derrame sobre la tierra, y el dulce latido de la paz vuelva a marcar nuestras jornadas. Mujer del sí, sobre la que descendió el Espíritu Santo, vuelve a traernos la armonía de Dios.

Tú que eres «fuente viva de esperanza», disipa la sequedad de nuestros corazones. Tú que has tejido la humanidad de Jesús, haz de nosotros constructores de comunión. Tú que has recorrido nuestros caminos, guíanos por sendas de paz. Amén.



OPINION PRELIMINAR:


Mons. Schneider, en nota que enlazamos en la entrada precedente, dice: "se necesita la mención explícita de Rusia (el hecho de que se agregue una nación cercana a Rusia, o a todas las naciones del mundo, no invalidaría la consagración desde que el elemento central "Rusia" esté incluído").


Nosostros somos más restrictivos: pensamos que el hecho de incluir otras realidades políticas ajenas a la Rusia histórica (por "Rusia histórica" entendemos a Rusia, Bielorrusia y Ucrania),  sí podría haber  constituído un problema, pero consagrar a la "humanidad", a las "personas", a la "Iglesia", no.


¡DEO GRATIAS!

6 comentarios:

  1. ¿Y Tuy?
    Junio 1929?
    ¿que pidio explicitmente Nuestra Señora Inmaculada Sin Pecado Concebida?

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  2. Pidió la consagración de Rusia a su Inmaculado Corazón.

    Y qué dice el texto? "consagramos a tu Corazón Inmaculado...de manera especial Rusia..."

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  3. Jajaja, veo que se decidió a eliminar al Wanderer y sus bizantinismos de sus enlaces. Es una pena el declive que ha tenido esa página, que aporta con buenos datos de su ilustración, pero que nunca se decidieron a tomar partido por la Tradición, seguramente cautivos por un grueso de público filo opus sin el cual posiblemente no tendrían la llegada que tienen.
    Yendo a lo nuestro, tuve la misma percepción del texto: contiene lo que debe tener, aún cuando aparezca revestido de un ropaje totalmente impropio. Pero esa es la maravilla de la Iglesia, que actúa por intermedio de su estructura y jerarquía aún cuando sus miembros sean defectuosos inconscientes de ello. El texto es una cruza entre la Consagración, hecha por el Papa Francisco y un conjunto de disquisiciones personales de Jorge Mario Bergoglio que bien se pueden tirar al olvido.
    Por último, me gustaría conocer sus reflexiones sobre los dichos de Schneider. Según él, no debemos esperar en el corto plazo grandes cambios, por ser la consagración sólo un sacramental. Le adelanto que mi opinión es que está muy equivocado, pues si bien es cierto que no es un sacramento, es Dios mismo quien ha decidido otorgar a este acto connotaciones impresionantes (conversión de Rusia, tiempo de paz), como así mismo que exista una percepción generalizada del vínculo de dichos eventos con la consagración específica al Inmaculado Corazón de María. Si las cosas se dieran de modo muy gradual, lento o con cierta vaguedad, pocos o nadie percibirían dicha conexión, con lo que se frustraría la finalidad que se quiere del mismo. Un tema discutible pero que me parece sumamente importante en los tiempos que vivimos.

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    1. Estimado: Muy observador! Va nota sobre el triunfo del Corazón Inmaculado

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  4. Cuando vean una noche alumbrada por una luz desconocida, sepan que es la gran señal que les da Dios de que él va a castigar al mundo por sus crímenes, por medio de la guerra, el hambre y las persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre.

    Para impedirla, vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón, y a la comunión reparadora en los primeros sábados. Si atendieran a mis pedidos, la Rusia se convertirá y tendrán paz. Si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia, los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá mucho que sufrir, varias naciones serán aniquiladas, por fin mi Corazón Inmaculado triunfará. El Santo Padre me consagrará la Rusia, que se convertirá, y será concedido al mundo algún tiempo de paz»”.
    Dice:
    "..me consagrara la Rusia..."
    ¿que nos puede Ud. esclarecer respecto a "la comunion reparadora de los primeros sabados"?
    Gracias en Cristo Rey.

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    1. Anónimo: Mons. Schneider responde tambien a esa interrogante y afirma que no necesariamente esa promesa debe ir en el acto de consagración, podría serlo en un acto separado. En nuestra opinión, ese pedido era para 'imedir la guerra', hacer cesar la 'persecución en Rusia', pero ambas cosas no son para este tiempo. Para este tiempo es la conversión de Rusia a la Fe.

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